Dos informes publicados recientemente describen la intensificación de las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet y Xinjiang.
El régimen chino está reprimiendo continuamente ambas regiones, que fueron tomadas por el Partido Comunista Chino como territorios del Estado chino, pero históricamente fueron el hogar de grupos étnicos con tradiciones culturales y religiosas diferentes a las de la mayoría étnica Han.
ChinaAid, una organización de derechos humanos enfocada en los abusos en China, informó en su sitio web el 4 de mayo que muchas personas de etnia uigur y kazaja que estuvieron detenidas en “centros de reeducación” en Xinjiang comentaron que fueron forzadas a tomar medicamentos o que se les inyectaron sustancias misteriosas mientras estaban detenidas.
En diciembre de 2017, los medios de comunicación informaron que miles de residentes de Xinjiang fueron ubicados en campos de detención donde se adoctrinaba a los uigures con “mandarín [chino], leyes, unidad étnica, desradicalización y patriotismo”, según un informe de Associated Press, citando un memorando de la oficina de recursos humanos de Xinjiang.
Muchos uigures practican el Islam; el régimen chino está utilizando la excusa de las “amenazas extremistas” para justificar su estricta vigilancia y control de la región de Xinjiang.
Xinjiang
Kaben Bekenay, ciudadano chino que ahora vive en Kazajstán, informó a ChinaAid que su sobrino Berdibek Jengisbek, que frecuenta la universidad en el país de Asia central, fue llevado por la policía a un centro de reeducación cuando regresó a China durante las vacaciones de invierno. Jengisbek se vio obligado a tomar medicamentos desconocidos, y que desde entonces le causaron pérdida de memoria e infertilidad.
Las mujeres que estuvieron detenidas afirmaron que después de haber sido forzadas a tomar medicamentos, dejaron de menstruar o tuvieron irregularidades menstruales. Otros ex detenidos denuncian inestabilidad mental. Algunos fallecieron repentinamente, según miembros de las familias.
No existe un procedimiento legal para arrestar a alguien en tales centros de detención. Según ChinaAid, la policía a menudo hace redadas arbitrarias a los residentes.
Peticionarios, disidentes y algunos abogados de derechos humanos también informaron que después de publicar contenido en línea que criticaba al régimen chino, fueron arrestados y enviados a hospitales psiquiátricos, donde fueron forzados a tomar medicamentos y desde entonces sufrieron efectos negativos en la salud similar a los anteriores casos.
Mientras tanto, el Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia publicó su informe anual sobre derechos humanos el 7 de mayo, describiendo la situación actual en el Tíbet.
El régimen chino está intensificando sus esfuerzos para vigilar a los tibetanos enviando cuadros del Partido a las aldeas, bajo la apariencia de programas de “alivio a la pobreza”, según el informe.
El sistema comenzó en 2011, cuando más de 20.000 miembros del Partido fueron enviados a 5.000 aldeas y 1.700 monasterios del Tíbet para espiar e informar sobre las actividades de los residentes y de unos 46.000 monjes y monjas. El sistema –promocionado por el régimen chino como una iniciativa de “alivio a la pobreza”- se suponía que finalizara en 2014, pero se extendió indefinidamente.
Según el informe, el régimen chino tiene otra iniciativa de “alivio a la pobreza” mediante la reubicación de las personas que viven en “condiciones duras” y en “áreas de escasos recursos”. Con el relato de eliminar la pobreza y proteger al medioambiente, el régimen se está enfocando en millones de tibetanos que viven en zonas rurales para su reasentamiento, desarraigando a la población local de sus medios de vida tradicionales.
Además, se establecieron casi 700 “puestos de policía de conveniencia” en la región, donde se ofrecen servicios como cobro de teléfono, Wifi y periódicos gratuitos, pero en realidad son centros de patrullas policiales las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
El año pasado, las autoridades chinas en el Tíbet también ordenaron la recolección de muestras de ADN y sangre, y emplearon tecnología de reconocimiento de voz de alta tecnología para una mayor vigilancia.
El informe describe el caso de un joven tibetano que estuvo detenido durante más de dos semanas porque tenía en su teléfono móvil una foto del Dalai Lama, el líder espiritual del budismo tibetano, y una imagen de la bandera nacional tibetana. No explican como las autoridades se enteraron de sus fotos, pero el régimen chino desarrolló una tecnología de spyware que puede detectar contenido considerado prohibido en los teléfonos.
La mayoría de los tibetanos practican el budismo tibetano y consideran al Dalai Lama como una figura sagrada, pero el régimen chino reprimió continuamente las prácticas religiosas y prohibió a los residentes expresar su devoción, incluida la prohibición de la imagen del Dalai Lama o cualquier alabanza pública hacia él.
Según el informe, en septiembre de 2017, el régimen chino publicó una versión actualizada de su “Reglamento sobre Asuntos Religiosos”, en el que se establecen “nuevas y amplias restricciones que permitirán a las autoridades aplicar discreción y arbitrariedad para equiparar aún más las prácticas y actividades religiosas con los denominados actos criminales como el de ‘romper la unidad étnica’, ‘dividir la nación’ y ‘llevar a cabo actividades terroristas’”.
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