Estados Unidos necesita invertir un billón de dólares en tecnología espacial durante la próxima década, según un analista, para evitar un «Pearl Harbor espacial» a manos de Rusia o China.
China también está trabajando hacia la «minería espacial» de los metales de tierras raras que son vitales para la carrera tecnológica con Estados Unidos, según Brandon Weichart, autor del libro recientemente publicado, «Winning Space: How America Remains a Superpower» («Ganando el espacio: Cómo Estados Unidos sigue siendo una superpotencia»).
En una entrevista para el programa American Thought Leaders de The Epoch Times, Weichart advirtió que China ve al espacio de la misma manera en que ve al Mar de la China Meridional.
La ofensiva por el territorio en el Mar de la China Meridional y la construcción de islas militarizadas es un «prólogo» a las ambiciones espaciales de Beijing, dijo Weichart. «En cierto modo, nos están mostrando lo que van a hacer en el espacio».
Sin embargo, a diferencia del impacto limitado del Mar de la China Meridional, el espacio afecta a todos en todas partes, dice. «Como ha demostrado la historia de la guerra, si controlas el terreno elevado, controlas toda la dinámica en los planos inferiores de la batalla».
En los últimos años, los funcionarios del Pentágono han destacado cada vez más el uso de armas espaciales por parte de Rusia y China.
Según la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), China ocupa el segundo lugar después de Estados Unidos en el número de satélites operativos, con más de 120 satélites destinados a la inteligencia, la vigilancia y el reconocimiento.
“El análisis del EPL (milicia china) de las operaciones militares estadounidenses y aliadas establece que ‘destruir o capturar satélites y otros sensores’ haría difícil el uso de armas guiadas con precisión”, señala el último informe de la DIA sobre el espacio (pdf). “Además, los textos del EPL sugieren que los satélites de reconocimiento, comunicaciones, navegación y alerta temprana podrían estar entre los objetivos de los ataques diseñados para ‘cegar y ensordecer al enemigo’”.
Weichart no cree que la industria tecnológica en Estados Unidos, abandonada a su propia suerte, impulsará los desarrollos tecnológicos lo suficientemente rápido como para igualar la fusión civil y militar que promueve el programa espacial de China.
Él cree que para evitar que China o Rusia se apoderen de lo que a veces se conoce como el “terreno más elevado” del espacio, los Estados Unidos necesitan más fondos federales.
«Es mejor que los estadounidenses empiecen a ponerse al día, de lo contrario, nos enfrentaremos a un Pearl Harbor espacial», dijo. «Ustedes están viendo el final, básicamente, de la proyección de poder estadounidense».
Al describir las amenazas que Estados Unidos ya enfrenta en el espacio, Weichart da el ejemplo de la construcción de capacidades láser en China. «Por lo general, estos se disparan desde la tierra en China y pueden cegar temporalmente el equipo óptico en los satélites sensibles que pasan por encima», dijo. Eso dejaría fuera de combate temporalmente a las fuerzas estadounidenses instaladas localmente en el Indopacífico.
Los satélites son una parte vital de la infraestructura estadounidense moderna y su ejército. La señal GPS por sí sola es necesaria para mantener al petróleo bombeando a través de los oleoductos, el flujo de efectivo en los cajeros automáticos y para mantener funcionando el comercio automatizado —sin mencionar que mantiene los misiles en el objetivo.
Al problema estratégico se suma el hecho de que la infraestructura estadounidense actualmente depende mucho más de los satélites que sus rivales.
Santuario: una noción peligrosa
Weichart dice que la visión «utópica» del espacio como un refugio seguro no corresponde a la realidad, y solo se sostiene en los círculos académicos occidentales.
«La idea de que el espacio es un santuario como la Antártida es insensata y peligrosa, y nos llevará a un ataque desde el espacio de China o Rusia».
Weichart dice que, de hecho, la exploración espacial se ha mezclado con el esfuerzo militar desde el principio, y señala que el satélite Sputnik era un satélite militar.
“Desde entonces, todo ha sido en términos del desarrollo espacial tanto de nosotros como de otros países, siempre ha estado bajo el visto bueno de una operación militar”.
“Incluso países amigos como Israel o India han utilizado el espacio, sus programas espaciales como un aspecto militar, así como la capacidad de proyectar poder o la capacidad de permitir que sus fuerzas militares tengan una mayor capacidad de vigilancia y comunicaciones”.
Frente a una nueva Carrera Espacial, Estados Unidos no puede confiar en la industria privada como principal propulsor de la tecnología, dice Weichart.
“El sector de investigación y desarrollo de alta tecnología en general, el presupuesto federal para la investigación y desarrollo (I&D) justo colapsó desde los años 90”, dice. “Si bien la I&D del sector privado es excelente para crear un nuevo tipo de botón para su iPhone, no es tan bueno para construir el próximo gran sistema de lanzamiento espacial o no tan bueno para construir una revolución de la computación cuántica. En China, simplemente gastan el dinero de los impuestos para cualquier industria, ya sea que funcione o no».
Weichart da el ejemplo de una nueva aleación creada por Google en 2016. “Es más ligera que el plástico, más resistente que el titanio. El problema es que se necesitan USD 200 millones para construirlo y ampliarlo. Google no invertirá esa cantidad de dinero».
La solución, dice, es un esfuerzo por parte del Congreso.
«Realmente necesitamos un billón de dólares o más, durante más de una década invertidos en la industria espacial, en el programa espacial, tanto militar como civil».
Mientras tanto, Estados Unidos necesita satélites escoltas, dice Weichart.
Una de las amenazas actuales son los “satélites acosadores” que pueden sacar de órbita a los satélites rivales. Weichart es partidario de que Estados Unidos cree sus propios satélites acosadores para formar grupos de lo que él llama satélites escoltas alrededor de los satélites vulnerables de Estados Unidos.
Minería espacial
Weichart también señala que China está tratando de ser el primero en llegar a Marte. Dice que no se trata solo de obtener una victoria propagandística, sino también de poder sacar el talento técnico y la inversión de Estados Unidos.
“Ciertamente quieren vencernos para llegar a ser las primeras personas en Marte, para pintar Marte de rojo con la bandera del Partido Comunista de China. Y han trabajado arduamente para superar a los estadounidenses».
Luego están los minerales.
China planea tener una estación lunar para 2024. Para 2028, Beijing tiene la intención de colocar astronautas en la superficie lunar “con la intención de extraer los minerales de tierras raras que abundan en la superficie lunar”, dice Weichart.
“Eso les permitirá no solo ganar prestigio y dominar las propiedades inmobiliarias más valiosas de la Luna, sino que también les permitirá obtener una ventaja de primer orden en lo que muchos suponen que es una economía de varios billones, si no es que de mil billones de dólares en minería espacial».
En el futuro, Marte podría actuar como una especie de centro para minar el cinturón de asteroides, dice.
En noviembre, China realizará pruebas en un pequeño satélite minero en órbita.
El próximo año, lanzarán su versión del telescopio Hubble One.
Pero no apuntará a galaxias distantes. “Será un pequeño satélite de vigilancia dirigido al cinturón de asteroides alrededor de la órbita de la Tierra que puede localizar específicamente asteroides ricos en recursos”, dice Weichart. “Y luego desplegarán versiones futuras de estos satélites mineros en el cinturón de asteroides para recolectar esos minerales antes de que los estadounidenses puedan hacerlo. Si obtienen un centro de actividad en Marte, acabarían creando la cadena de suministro en el espacio».
Weichart elogió a la administración Trump por la creación de la Fuerza Espacial y sus acciones para abordar la amenaza espacial, que, según él, es conocida por el Pentágono desde al menos 2013.
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