Fuentes oficiales de China informaron que cientos de policías jóvenes y de mediana edad mueren cada año por enfermedad. Muchos de estos incidentes fueron muertes repentinas, que sorprendieron a familiares y colegas.
Las muertes repentinas de policías registradas en los últimos tres meses fueron especialmente alarmantes. Entre todos estos casos, al menos 20 personas tenían menos de 60 años, y el más joven tenía 23 años.
Golden Shield Monument, una cuenta de Weibo afiliada al departamento de seguridad pública de China, informó de las muertes dentro del sistema cada año a partir de 2020.
Entre todas las muertes de policías ocurridas entre junio y agosto de este año, 20 tenían menos de 60 años, y 10 de ellos menos de 50 años. Los dos más jóvenes tenían 23 y 34 años.
Wang Ruicong, agente de primera clase de una comisaría de la ciudad de Yongzhou, provincia de Hunan, murió de una enfermedad repentina el 1 de agosto de 2023, a la edad de 23 años.
Wu Yang, jefe de policía de primera clase que dirigía una comisaría de la ciudad de Taiyuan, provincia de Shanxi, sufrió una enfermedad repentina durante el trabajo en la mañana del 27 de julio, y murió a los 34 años tras exhaustivos esfuerzos por reanimarlo.
Además del Sr. Wu, otros 14 policías enfermaron repentinamente mientras estaban de servicio y fallecieron luego que el tratamiento médico no funcionó.
Los reportes en Golden Shield Monument sólo mencionaban la enfermedad concreta de cuatro personas.
Wei Heyou, jefe de policía de primer nivel que dirigía una comisaría de Nanchang, provincia de Jiangxi, sufrió una repentina hemorragia cerebral mientras estaba en un despacho el 24 de julio de 2023. Después de que fracasaran todos los esfuerzos de auxilio, murió el 25 de julio a la edad de 51 años.
Yang Cheng, jefe de policía de primer nivel de Lanzhou, provincia de Gansu, sufrió un repentino infarto agudo de miocardio mientras patrullaba. Falleció con sólo 49 años.
Tai Guangkun, inspector de policía de primer nivel y jefe superior de policía de cuarto nivel de la ciudad de Qujing, provincia de Yunnan, falleció el 17 de junio a los 52 años a causa de lesiones pancreáticas ocupantes de espacio.
Xuan Runsheng, oficial de la ciudad de Foshan, provincia de Guangdong, se sintió mal repentinamente mientras estaba de servicio el 12 de junio. Murió de infarto agudo de miocardio el 13 de junio a la edad de 53 años, a pesar de la intervención médica.
Cientos de personas murieron durante los tres años de pandemia
En febrero de 2023, el sitio web publicó un informe estadístico basado en datos oficiales recogidos entre 2020 y 2022.
En 2020 fallecieron 350 policías menores de 50 años. Veintiocho tenían menos de 30 años, 72 tenían entre 30 y 39 años, y 115 tenían entre 40 y 49 años. Las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares súbitas fueron la principal causa de muerte de los que fallecieron por enfermedad.
En 2021 murieron 261 policías. Veintisiete eran menores de 30 años, 47 tenían entre 30 y 39 años, y 89 tenían entre 40 y 49 años.
El informe reveló que en 2022 murieron 340 hombres policías y 6 mujeres policías, de los cuales el 70% eran policías civiles y el 11% policías de prisiones.
De estas 346 personas, 17 eran menores de 30 años, 64 tenían entre 30 y 39 años, y 120 entre 40 y 49 años. Es decir, 201 personas, el 58%, tenían menos de 50 años.
Golden Shield Monument no disponía de datos sobre el número de muertos antes de 2020, ni especificaba que algunas de las muertes se debían a la infección por COVID-19.
Sin embargo, «The Gentleman of the Police World», otra cuenta de las redes sociales afiliada al sistema de seguridad pública del PCCh, reveló en un posteo de febrero de 2020 que «a lo largo de la lucha contra la epidemia, han muerto 17 policías, el más joven de sólo 26 años». Eso fue sólo al segundo mes del brote de COVID en China.
Es bien sabido que la policía en China no se considera aliada del público. En lugar de prestar servicio y salvaguardar los barrios, se les considera lacayos de los funcionarios comunistas chinos, y a menudo intimidan a los civiles a su antojo.
Durante los tres años que duró el control de la pandemia, la policía china silenció a los denunciantes, acosó a los disidentes y aplicó sin piedad el draconiano confinamiento «cero COVID», sin responder en absoluto a los gritos desesperados de los necesitados.
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