La Sra. Williams, bisabuela de 40 bisnietos, cree que tener buen corazón y realizar acciones nobles conlleva grandes recompensas y garantiza la oportunidad de disfrutar de la vida eterna en el cielo.
Mientras leía «Por qué existen los seres humanos«, un artículo que el fundador de Falun Gong, el Sr. Li Hongzhi, publicó en The Epoch Times el mes pasado, muchas de las ideas expuestas en el artículo resonaron con sus creencias cristianas.
Un «sentimiento de bondad […] impregnó ese artículo. Me dejó una sensación de paz», declaró a The Epoch Times.
«Tanto [el cristianismo como las palabras del Sr. Li] hacen hincapié en el hecho del amor fraternal, de preocuparse por los demás y tratarse con amabilidad», afirmó.
Esta anciana de 90 años, residente en Salt Lake City (Utah), recordó a continuación la idea del artículo sobre «la importancia de ser bondadosos y de que nuestras buenas obras sean notadas y recompensadas», que resonaba profundamente con sus creencias.
Aunque su religión difiere en algunos aspectos, Williams piensa que «el mundo sería magnífico si todos pudieran adherirse a las enseñanzas de Falun Gong», como escribió a The Epoch Times en una carta anterior.
Las enseñanzas morales de Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, consisten en tres principios básicos: verdad, benevolencia y tolerancia. Li introdujo esta creencia espiritual en China en 1992.
“El Señor le habla a diferentes personas de diferentes maneras… [Cuando terminé de leer el artículo me quedé] con la sensación de que Dios le ha hablado a este hombre maravilloso [el Sr. Li]”, agregó.
«Y sentí el aprecio [del Sr. Li] por la humanidad… nuestras almas son indestructibles, viven», dijo.
En su artículo, Li postula la idea de que mantenerse amable y agradecido en medio de las dificultades puede ayudar a eliminar el mal karma adquirido por malas acciones pasadas.
«No sabía cómo relacionarlo con eso, salvo que… podemos superar… los pensamientos y errores [que cometimos] que no son buenos. Las cosas buenas que hagamos sustituirán a aquellas, serán perdonadas y olvidadas», declaró.
«Sé que se nos dan todas las oportunidades para cambiar nuestras vidas, para arrepentirnos y hacerlo mejor. Y sé que nuestro Salvador es rápido para perdonar», añadió.
Agradecida por cada día
Conocer las enseñanzas de Falun Gong animó a Wendy Klappenbach a agradecer cada día y a ser positiva.
«[Falun Gong es] una religión profunda en valores muy simples, que es una base de vida por la que todos deberíamos regirnos», dijo en una entrevista reciente con NTD Television, medio asociado de The Epoch Times.
«Dedicar tiempo a reflexionar en silencio, a vivir mejor, a dar siempre algo a los demás… Esto tiene mucho sentido. Ahora entiendo por qué millones de personas la siguen», añadió Klappenbach, jubilada y residente en el norte de Idaho.
«Fue inspirador levantarme cada día y decir: ‘Gracias por este día’. Voy a hacer que sea el mejor día que pueda», afirmó.
Criada como católica, aunque ya no acude a la iglesia, Klappenbach siempre se interesó por las diferencias entre unas religiones y otras.
“Son solo los diferentes caminos que decidimos elegir… todos tenemos nuestros caminos, pero fue genial aprender sobre esto, la religión de Falun Gong y sus creencias”, afirmó.
Recomendó leer el artículo de Li con la mente abierta. «En lugar de leerlo con prejuicios, léanlo como lo que es, como una educación para aprender sobre otra cultura», dijo.
«Si la gente [estuviera más en] contacto con su Dios, o con quienquiera que crean, serían mejores personas», añadió.
Una creencia pasiva es perseguida
Klappenbach recomendó a mucha gente que leyera «Por qué existen los seres humanos» —que da una idea de las creencias espirituales de Falun Gong— debido a la persecución que sufren sus practicantes en China.
«Hay un grupo de personas que sufren sólo porque creen en esto», dice Klappenbach.
«El gobierno chino está tratando de aplastar esta religión… la gente tiene que darse cuenta de que se está atacando a una religión… esto no es la Edad Media… está ocurriendo ahora en la sociedad moderna», añadió.
Falun Gong ganó popularidad en China durante la década de 1990, con estimaciones que sitúan el número de practicantes entre 70 y 100 millones. El régimen comunista, temiendo que el número de practicantes supusiera una amenaza para su control autoritario, inició el 20 de julio de 1999 una amplia campaña destinada a erradicar la práctica, un programa que continúa en la actualidad.
«Obligan a la gente a renunciar a su religión para que, básicamente, pueda rendir culto y pensar que el gobierno es el ‘todopoderoso'», afirma.
«Parece una religión y una creencia tan pasiva, ¿cómo puede estar tan perseguida?», añadió.
Con información de Stefania Cox.
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