Cuando Yuchien Yuan habla de música y del violonchelo, la virtuosa joven se llena de calma y gratitud. La música la ha acompañado toda su vida.
«Me encanta su sonido: los vibrantes registros inferiores, la gama. Es tan hermoso que mis compañeros de orquesta suelen decir, bromeando, por supuesto, ‘Oh, desearía haber aprendido a tocar el violonchelo'», dice Yuan.
En nuestro mundo moderno, tan saturado de ruido, el sonido del violonchelo aún hace que uno se detenga a escuchar, reflexiona Yuan. «Cuando toco, me meto de lleno en eso. De hecho, hubo momentos en los que estaba triste, pero luego toco y siento que aunque no tenga nada en mi vida, si tengo el violonchelo, estoy bien».
Yuan considera que no solo su talento musical, sino la presencia de la música en su vida, son un gran regalo que Dios le dio. «Cuando interpreto música, tengo la oportunidad de quitarme la máscara, la que llevo en esta sociedad humana, y mostrar quién soy, mi verdadero yo. Cuando interpreto el violonchelo, puedo mostrar a la gente la verdad, la bondad y la generosidad. La música no es solo un trabajo o un oficio, sino un regalo que me gustaría compartir con todo el mundo».
Y añadió: «A través de la música, tengo la oportunidad de conocer y comunicarme con el público de diferentes orígenes de todo el mundo y compartir con ellos mis sentimientos y conocimientos sobre las artes y la cultura, así como aportar algo de belleza al mundo».
La consumada artista tocó en muchas presentaciones en los principales lugares del mundo con la compañía neoyorquina Shen Yun Performing Arts, como parte de la orquesta que hace giras con la compañía de danza que ha actuando en los mejores escenarios al rededor del mundo.
«La energía de cada actuación es inmensa. Todos estamos rodeados de un campo de energía pura, y no hay pensamientos desordenados ni perdidos. El ajetreo y el caos de la vida cotidiana desaparecen completamente. Se desvanece, y no hay nada más que la música», dijo Yuan. «Siento que, en realidad, disfruto más de esto que el público».
Lo que puede hacer la música
«El arte es la búsqueda de la belleza», dijo Yuan. «Creo que el arte es un medio muy poderoso, o un medio: es como un lenguaje en el que uno puede hacer que la gente entienda claramente lo que se desea transmitir, pero también expresa lo indescriptible».
«Hay cosas que no se pueden describir o experimentar a través de las palabras, pero el arte puede presentar esas cosas. Como artista, uno debe mejorar y perfeccionar constantemente sus habilidades y capacidades. El propósito es mostrar lo que no se puede expresar con palabras», explicó Yuan.
«Las hermosas cosas que están más allá de lo mundano —cosas invisibles e intangibles— y compartirlas con los demás en este mundo complejo, para añadir algo un poco más puro y sincero a sus vidas».
«Para añadir más belleza, belleza pura, en nuestro mundo caótico, creo que nuestras vidas —y nuestros espíritus— se elevarían también», agregó Yuan. «Creo que eso es algo maravilloso que un artista puede hacer por la sociedad».
Yuan participó en más de 1400 espectáculos en los cinco continentes con Shen Yun, la mundialmente famosa compañía de danza y música que se propuso revivir 5000 años de la cultura china inspirada en lo divino, que estuvo a punto de ser destruida por el Partido Comunista Chino. La antigua China era conocida como el Imperio Celestial, un lugar donde convivían los seres humanos y lo divino.
En la orquesta, el papel de Yuan es, a través del sonido, dar vida a las escenas en el escenario: palacios celestiales, reinos celestiales, grandes cortes imperiales de las dinastías con historia de China, y el vasto y diverso paisaje de unos 50 grupos étnicos de toda China.
La cultura tradicional china contiene, en su esencia, temas como las virtudes confucianas de la benevolencia, la rectitud, el decoro, la sabiduría y la fidelidad, y la idea de armonía entre el cielo, la tierra y la humanidad. Es una cultura rebosante de filosofía y literatura, y muy profunda; la música de Shen Yun también necesita esa profundidad.
El sonido del Imperio Celestial
La orquesta de Shen Yun no se parece a ninguna otra porque tiene como elementos permanentes del conjunto instrumentos como la pipa (laúd chino) y el erhu (instrumento de arco de dos cuerdas). Los sonidos y las melodías chinas se mezclan a la perfección en una orquesta que, por lo demás, es occidental, y los músicos armonizan perfectamente Oriente y Occidente.
«No se trata tan solo de imitar el tono de los instrumentos chinos, sino de captar la esencia de los distintos estilos étnicos chinos, como el mongol, el yi, el tibetano, el miao, el dai y otras minorías étnicas de China», explicó. «Hay que conocer su cultura y sus características musicales, y saber qué quiere presentar cada pieza musical. No se trata solo de la alegría, la ira o la tristeza superficiales, sino del origen de esas emociones».
Yuan puso como ejemplo una danza en 2019 de un relato sobre el emperador Kangxi de la dinastía Qing, el emperador que más tiempo reinó en la historia de China, recordado por la paz y la seguridad de su reinado. Conociendo la época y su vida, Yuan comprendió que era un periodo de prosperidad y lo que debían sentir los personajes de la corte, y pudo aportar estas características a su interpretación musical.
«Después de tantos años de preparación, también amplié mucho mis conocimientos sobre las humanidades», dijo Yuan. Comentó que éste era otro aspecto que llegó a su vida a través del violonchelo y por el que está agradecida.
Aprendiendo sobre los personajes del pasado, también ha comprendido sobre cómo vivían los antiguos, y cree que hay mucho que la sociedad moderna podría aprender. «Cosas como su moralidad, sus valores espirituales y el respeto mutuo que prevalecía en la cultura. Esto y muchas otras cosas, es realmente un buen patrimonio cultural y digno de ser redescubierto».
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