Las autoridades chinas presionaron y silenciaron a los ciudadanos cuyas familias murieron tras vacunarse contra el COVID-19, informan algunos residentes del interior de China.
En la ciudad de Chongqing, provincia de Sichuan, en los últimos dos meses al menos dos personas que recibieron vacunas de fabricación china murieron después de recibir las inyecciones —una de ellas en solo dos días. Las autoridades vigilaron desde entonces sus contactos cercanos y acusaron a uno de filtrar «secretos de Estado».
Las imágenes de una cámara de vigilancia del lugar mostraron que el 13 de julio, la ciudadana china Cai Hua se desmayó 10 minutos después de recibir una vacuna en el centro de servicios sanitarios de la comunidad. Ella falleció tres semanas después, según su hermana, Cai Bangying.
Bangying declaró más tarde a The Epoch Times que ha estado investigando la causa de la muerte de su hermana. El 14 de agosto, ella recibió una llamada de la policía del distrito, que le prohibió publicar en Internet cualquier cosa relacionada con la muerte y la vacunación de Hua.
Dos días después, la policía llamó a la puerta de su casa a altas horas de la noche y a primera hora del 23 de agosto, una agente de policía apellidada Cui apareció en la entrada de su edificio de apartamentos con varias personas no identificadas.
Según Bangying, las imágenes registraron que Hua cayó al suelo a las 19:15 horas y fue enviada al hospital 20 minutos después, asistida por el personal médico y los curiosos que estaban cerca.
La familia llenó un formulario a mediados de agosto solicitando un diagnóstico y una evaluación oficial, pero aún no recibe la respuesta.
«El gobierno debe asumir la responsabilidad de lo que sea», dijo Bangying. «Esto fue causado por la vacunación».
El principal epidemiólogo chino, Zhong Nanshan, declaró durante una cumbre celebrada el 31 de julio en Guangzhou que las dosis fabricadas en China eran «eficaces» y «muy seguras», y añadió que las vacunas chinas son 100 por ciento eficaces para evitar el ingreso en cuidados intensivos.
La comisión municipal de salud de Chongqing no respondió a las preguntas de The Epoch Times.
Secretos de Estado
Un ciudadano de Chongqing del distrito de Yuzhong falleció el 16 de julio en un hospital local de medicina china, dos días después de presentar efectos secundarios tras la vacunación.
Su hijo, Xiao Fubin, publicó en Internet que su padre había muerto 32 horas después de recibir la vacuna, a pesar de los esfuerzos de ayuda de emergencia y pidió a las autoridades estatales que asuman su responsabilidad.
Tan pronto como su mensaje llegó a los medios de comunicación, la seguridad del Estado encontró a Xiao, alegando que era sospechoso de «filtrar secretos de Estado», dijo una fuente de confianza a The Epoch Times.
Unas cinco personas más en Chongqing murieron después de la vacunación, según la fuente, pero los teléfonos móviles de las familias están siendo monitoreados y rastreados por las autoridades locales.
«Ellos no se sienten cómodos hablando del tema, pues les preocupa que sus amigos y familiares se vean implicados», agregó.
El alcalde del gobierno municipal de Huaibei dijo el 19 de agosto que China se proponía alcanzar una cobertura de vacunación de «1100 millones para fines de octubre», en un intento de ganar la «guerra popular», según un medio de comunicación estatal. El artículo fue retirado de Internet.
«Las consideraciones humanas normales son insignificantes en un supuesto caso de guerra», dijo Lin Xiaoxu, antiguo investigador de virología del Walter Reed Army Institute of Research, al actuar como orador invitado durante un programa en chino del DNT, el 25 de agosto.
«En tiempos de guerra, el número de muertos es solo una cifra, o el precio que hay que pagar», añadió el comentarista chino Qin Peng, durante el programa.
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