«Simone Biles se ha retirado de la competición final por equipos debido a un problema de salud. Será evaluada diariamente para determinar si tiene autorización médica para futuras competiciones».
Con apenas dos líneas intentó detener la Federación Estadounidense de Gimnasia la riada de conjeturas que siguieron a la retirada de la mayor estrella de este deporte de la final por equipos en los Juegos Olímpicos de Tokio.
El comunicado confirma que hay un problema y deja en duda la participación de Biles en el resto de finales que tenía pendientes: la del concurso completo y las de salto, suelo y barra.
Sin lesiones aparentes, pero insegura desde que empezó a competir el pasado domingo, Biles salió hoy con gesto serio al gimnasio Ariake, hizo su ejercicio de salto, que no clavó, e intercambió miradas de desconcierto con sus entrenadores.
Tras ver en el luminoso la nota de 13,766, la peor entre las integrantes de su selección, la vigente campeona olímpica abandonó el escenario con un médico del equipo. Regresó unos minutos después, enfundada en un chándal y con la mascarilla puesta.
Su retirada de la final se hizo oficial en cuestión de minutos, los que tardó en empezar a calentar Jordan Chiles, que iba a ser suplente en asimétricas.
Estados Unidos perdió la medalla de oro, o la ganó Rusia, que ya estuvo por encima dos días antes en la ronda clasificatoria.
Durante esa jornada, en su estreno en los Juegos de Tokio, Biles no lució su habitual sonrisa. Se movió inquieta por el pabellón entre los ejercicios y, dentro de su nivel excepcional, no obtuvo las notas esperadas. De hecho, fue primera en salto pero segunda en suelo (aparato en el que no pierde ninguna competición desde 2013) y sexta en barra.
Hace menos de un mes, en las pruebas de selección para formar el equipo estadounidense, Biles ganó en la primera jornada de competición pero perdió en la segunda ante su compañera Sunisa Lee. Reaccionó con lágrimas y preguntada por esa derrota y por su dolor, atribuyó unas y otro a la presión de la inminencia de otros Juegos Olímpicos.
La gimnasta texana ganó en Río cuatro medallas de oro y una de bronce que en Tokio podía al menos igualar, de acuerdo con las notas obtenidas en las últimas temporadas. Excepto en el año sabático que se tomó tras los anteriores Juegos, ella ha ganado todas las competiciones en las que ha participado excepto en dos.
Durante ese periodo se convirtió, además, en un referente social al desvelar los abusos a los que fue sometida por el médico Larry Nassar, hoy en prisión. Luego ha sido un azote continuo para la federación y el comité olímpico estadounidenses, a los que acusa de hacer oídos sordos a las denuncias formuladas durante años.
Tras concluir la final de hoy, charló de forma animada con el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, que bajo a pie de pista a hablar con ella y a interesarse por su estado. Y después de recoger su medalla de plata, pasó más de media hora haciéndose fotos con sus compañeras en un Ariake ya vacío.
La misma gimnasta a la que antes de los Juegos la red social twitter le dedicó un emoji como GOAT (la mejor de todos los tiempos) tiene hoy un problema y solo ella guarda el secreto de lo que le sucede. La salud, física o mental, le jugó una mala pasada cuando se disponía a revalidad el primero de sus oros olímpicos. Es cuestión de horas saber si su problema es pasajero o tiene gravedad suficiente como para que se pierda también el resto de finales.
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