Las aguas del río Paraná, en la frontera entre Brasil y Paraguay por las que pasa gran parte del contrabando que ingresa al gigante sudamericano, son resguardadas por apenas 20 efectivos del Núcleo Especializado de la Policía Marítima (Nepom) en la brasileña Foz do Iguazú.
Según Augusto Rodrigues, jefe del Núcleo Especializado de la Policía Marítima en Foz do Iguazú, si bien se hace un trabajo integrado con otras autoridades como el Ejército y la Policía Federal, solo 20 hombres que conocen el accionar marítimo están al frente de los trabajos en las aguas del río Paraná, una labor en la que, en su opinión, deberían participar por lo menos 240 efectivos.
El Nepom forma parte de la Comisaría de la Policía Federal de Foz do Iguazú, ciudad brasileña en la triple frontera con Paraguay y Argentina, y se especializa en labores marítimas y fluviales.
Esta unidad tiene dos sedes en esta ciudad fronteriza. La más antigua se levanta en la Hidroeléctrica Binacional de Itaupú, sobre las aguas de la laguna que lleva el mismo nombre y que suple de energía en un 76 % a Paraguay y en un 17 % a Brasil.
La más nueva, creada en 2016 y donde se encuentra asentado el equipo que dirige Rodrigues, está ubicada a orillas del río Paraná y casi frente al Puente de la Amistad, la principal conexión entre Brasil y Paraguay.
Construida sobre el terreno en el que operaba un antiguo astillero, el lugar adaptó contenedores que hacen las veces de dormitorios, baños y oficinas.
Los 20 hombres asignados para fiscalizar esa región fronteriza realizan tareas de inteligencia y patrullamiento de una zona de 170 kilómetros a lo largo de río Paraná, entre Foz de Iguazú y la ciudad de Guaíra.
«Es una tarea titánica» y Rodrígues lo sabe. Por eso no le tiembla la voz para pedir equipos y tecnología que apoyen la labor de un equipo humano eficaz pero insuficiente para las demandas de la zona.
«Actualmente la base cuenta con equipos de monitoreo con visión nocturna, de comunicaciones de última tecnología, con drones y también con armamentos y municiones que apoyan las labores de patrullaje y combate del delito en la frontera, como el contrabando y el tráfico de armas y narcóticos», aseguró a Efe el jefe del Nepom.
Tiene 34 embarcaciones (entre modernas y antiguas, así como de diferentes tamaños y potencias) que van desde lanchas a motor blindadas hasta los veloces Jetsky, de las cuales una parte ha sido donada por otras naciones como Estados Unidos y Francia y otra fabricada en Brasil.
Pero el equipo de efectivos que conforma el Nepom, además de las tareas de vigilancia y control de las aguas fronterizas, realiza operaciones tácticas y ejerce también como escuela, donde ofrece cursos periódicos sobre las labores marítimas que adelanta.
Estos 20 hombres también ejercen control civil de desórdenes, que algunas veces los obligan a desplazarse en su totalidad a la ciudad para controlar manifestaciones y protestas.
Cuando esto ocurre, las labores de vigilancia en las aguas fronterizas quedan despobladas de los agentes especializados y se limitan a los patrullajes que el Ejército hace por la zona.
Por eso, Rodrigues afirma que «240 hombres harían un equipo efectivo para el Nepom».
Desde su creación en 2016, los resultados obtenidos en la lucha contra el contrabando y el tráfico de armas, drogas y municiones hablan por sí mismos. Tan solo entre enero y septiembre de 2017, el valor en mercancías y vehículos incautados alcanzó los 22 millones de reales (unos 6,6 millones de dólares).
Anualmente se incautan de 15 a 20 toneladas de marihuana, pero son los cigarrillos los que traspasan cualquier cifra, ya que la producción en Paraguay no es ilegal y los impuestos sobre el tabaco en ese país son del 16 % en comparación con los de Brasil que en promedio suman el 80 %.
«Un total de 20.000 cajas de cigarrillos son incautadas por el Nepom al año», dijo Rodrigues, eso sin contar las que confisca la aduana y los agentes federales que trabajan en las zonas terrestres de frontera, que según el fisco en total pueden sumar más de 2.017.222 cigarrillos.
Las incautaciones del Nepom incluyen armas, marihuana, drogas sintéticas, llantas, electrónicos, perfumes, celulares, baterías de celular, juguetes, ropa y granos, entre otros.
Pero si bien enorgullece el trabajo de control y vigilancia, «desmotiva la acción de la justicia y la normatividad legal que deja en libertad y a veces en tan solo horas a muchos de los capturados por este delito», dijo Rodrigues.
Un ejemplo de ello es el incremento de conductores de camiones que son menores de edad. Ellos no pueden ser penalizados «y eso lo saben lo delincuentes y se aprovechan de ello», precisó.
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