Aunque los detalles siguen siendo complejos, la estructura subyacente del Spygate –la creación del relato falso de que el candidato Donald Trump conspiró con Rusia y el espionaje a su campaña presidencial– sigue siendo sorprendentemente simple:
- El director de la CIA, John Brennan, con cierta asistencia del director de Inteligencia Nacional, James Clapper, reunieron inteligencia extranjera y la transmitieron a nuestra comunidad de inteligencia nacional.
- El FBI se convirtió en el gestor de la inteligencia de Brennan y participó de más elementos prácticos de vigilancia.
- El Departamento de Justicia facilitó las investigaciones del FBI y ciertas maniobras legales mientras ofrecía un escudo crucial de confidencialidad.
- El Departamento de Estado se convirtió en un mecanismo de diseminación de la información y de filtraciones.
- La campaña presidencial de Hillary Clinton y el Comité Nacional Demócrata aportaron fondos, apoyo y una colusión mediática.
- Funcionarios de la administración Obama fueron cómplices y están involucrados en desenmascaramiento y en obtención y diseminación de inteligencia.
- Los medios de comunicación han sido el elemento más corrosivo en muchos aspectos. Ninguno de estos eventos habría ocurrido sin su participación voluntaria. Se forzaron historias, se ignoraron hechos y se promovieron relatos.
Comencemos con una premisa simple: la candidatura de Trump planteó tanto una oportunidad como una amenaza.
Al comienzo no se la veía con mucha seriedad, por lo que la campaña de Trump era considerada una plataforma oportunista en el proceso electoral. Al mismo tiempo, y en particular a medida que la viabilidad de su candidatura aumentaba, Trump comenzó a ser visto como una amenaza existencial para el sistema político establecido.
Esta repentina legitimidad de la candidatura de Trump no fue bien recibida entre la clase dirigente de Estados Unidos. Se trataba de un verdadero forastero político sin lealtades políticas tradicionales. Era intrépido y fanfarrón, ignoraba la corrección política, no lo podían comprar y no le importaba lo que otros dijeran de él –él confiaba en sí mismo.
Organismos gubernamentales en Gran Bretaña y la Unión Europea también se preocuparon. El candidato Trump estaba desafiando abiertamente la política monetaria, las regulaciones y el poder de los intereses especiales. Desafiaba al Congreso. Desafiaba a las Naciones Unidas y a la Unión Europea. Cuestionaba todo.
Brennan se convirtió en el hombre clave de la operación para detener la potencial presidencia Trump. Sigue sin quedar claro si él se ofreció para ese rol o si la decisión vino de arriba. Embarcarse en semejante misión sin una autoridad presidencial directa parece tanto una imaginación forzada como algo particularmente temerario.
Brennan tomó inteligencia extranjera no oficial compilada por contactos, colegas y asociados –principalmente del Reino Unido, pero también de los otros miembros de Cinco Ojos, como Australia.
Personas en posiciones oficiales en la inteligencia británica, como Robert Hannigan –director del Government Communications Headquarters (GCHQ, el equivalente británico a la NSA, Agencia de Seguridad Nacional)– se asociaron con exintegrantes de la inteligencia extranjera británica. El exdirector del MI6 Sir Richard Dearlove, el exembajador Sir Andrew Wood, y la firma privada de inteligencia Hakluyt también jugaron un papel.
En el verano de 2016, Hannigan viajó a Washington para encontrarse con Brennan y tratar las supuestas comunicaciones entre la campaña de Trump y Moscú. El 23 de enero de 2017 –tres días después de la ceremonia de asunción de Trump– Hannigan anunció abruptamente su renuncia. The Guardian especuló abiertamente que la renuncia de Hannigan estaba directamente relacionada con el intercambio de inteligencia británica.
Un método utilizado para ayudar a establecer la evidencia de conspiración fue el empleo de “trampas de espías”. Entre estas, algunas prominentes fueron las que se armaron para los consejeros de la campaña de Trump, George Papadopoulos y Carter Page. La intención fue proveer o establecer conexiones entre la campaña de Trump y Rusia. El contenido y el contexto no importaban mucho, siempre que se pudiera establecer una conexión que luego pudiera ser difundida al público. La reunión de junio de 2016 en la Trump Tower fue otro de tales intentos.
Se utilizaron agentes de inteligencia occidentales para iniciar y establecer estas conexiones, particularmente en los casos de Papadopoulos y Page.
Finalmente, Brennan formó una fuerza especial interinstitucional que comprendía aproximadamente seis agencias y/o departamentos gubernamentales. El FBI, el Tesoro y el Departamento de Justicia (DOJ) manejaron la investigación nacional sobre Trump y sus posibles conexiones con Rusia. La CIA, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) manejaron los aspectos extranjeros y de inteligencia.
La fuerza especial interinstitucional de Brennan no ha de confundirse con la investigación de contrainteligencia del FBI de julio de 2016, que fue formada más tarde a instancias de Brennan.
Durante ese tiempo, Brennan también empleó el objetivo inverso, que implica apuntar a un individuo extranjero con el objetivo de capturar información sobre un ciudadano de EE.UU. Esta estrategia fue revelada y sacada a la luz por el Representante Devin Nunes (republicano por California), en una conferencia de prensa de marzo de 2017:
“He visto informes de inteligencia que claramente muestran que el presidente electo y su equipo fueron monitoreados y que la información obtenida era diseminada por canales de inteligencia. Detalles sobre las personas asociadas con la administración entrante, detalles con poco valor aparente para la inteligencia extranjera eran ampliamente diseminados en los informes de la comunidad de inteligencia”.
“Por lo que sé ahora mismo, parece una recolección incidental. No sabemos exactamente cómo fue recogida pero estamos intentando llegar al fondo del asunto”.
Mientras se recolectaba esta inteligencia extranjera –de naturaleza extraoficial y fuera de los canales tradicionales–, Brennan comenzó un proceso de proveer esta información recogida al FBI. Reiteradas transferencias de inteligencia extranjera del director de la CIA llevaron a que el FBI estableciera una investigación formal contrainteligencia. Brennan señaló esto repetidas veces en un testimonio ante el Congreso que dio el 23 de mayo de 2017:
“Me aseguré de que nada que involucrase personas de EE. UU., incluida cualquier cosa que involucrase individuos pertenecientes a la campaña de Trump, se compartiera con el [FBI]”.
Brennan también admitió que esta inteligencia ayudó a establecer la investigación del FBI:
“Estaba al tanto de la inteligencia e información sobre contactos entre funcionarios rusos y personas de EE.UU., lo que generó preocupaciones en mi mente sobre si esos individuos estaban cooperando con los rusos, ya sea a sabiendas o no, y sirvió de base para que la investigación del FBI determine si ocurrió colusión [o] cooperación”.
Esta confesión es importante, dado que no se utilizó inteligencia oficial para abrir la investigación del FBI.
Una vez que el FBI comenzó su investigación de contrainteligencia el 31 de julio de 2016, Brennan cambió su enfoque. Mediante una serie de reuniones en agosto y septiembre de 2016, Brennan informó a la Banda de los Ocho congresistas sobre la inteligencia e información que había recolectado. En particular, cada miembro de la Banda de los Ocho fue informado por separado, lo que pone en duda si cada uno de ellos recibió la misma información. Los intentos por bloquear la publicación de las transcripciones de cada reunión aún continúan.
El último segmento los esfuerzos de Brennan involucra una serie de tres informes y una mayor participación de Clapper. El primer informe, “Declaración conjunta del Departamento de Seguridad Nacional y de la Oficina del Director Nacional de Inteligencia sobre seguridad en las elecciones” , fue publicado el 7 de octubre de 2016. El segundo informe, “ESTEPA DE OSOS Ciberactividad maliciosa rusa”, fue publicado el 29 de diciembre de 2016. El tercer informe, “Evaluación de las actividades en intenciones de Rusia en las elecciones recientes de EE.UU.” –también conocido como la evaluación de la Comunidad de Inteligencia (ICA)– fue publicado el 6 de enero de 2017.
Este último informe fue utilizado para continuar presionando la narrativa de la colusión rusa luego de la elección del presidente Donald Trump. Particularmente, el almirante Mike Rogers de la NSA expresó su desacuerdo con los descubrimientos de la ICA, dándole solo un nivel moderado de confianza.
FBI
Aunque técnicamente el FBI es parte del DOJ, en el contexto de este artículo es mejor considerar al FBI y al DOJ como dos entidades separadas, cada una con sus respectivos lazos.
El FBI mismo estaba compuesto de varias facciones, con un elemento particularmente activo al que se ha llegado a conocer como el “grupo de la póliza de seguros”. Pareciera que esta facción estaba liderada por el director adjunto Andrew McCabe y estaba compuesta por otros nombres destacados como el agente del FBI Peter Strzok, la abogada del FBI Lisa Page y el abogado general del FBI James Baker.
El FBI estableció la investigación de contrainteligencia sobre la supuesta colusión rusa con la campaña de Trump el 31 de julio de 2016. Comey primero no quiso decir si el FBI estaba investigando posibles conexiones entre los integrantes de la campaña de Trump y Rusia. Siguió rehusándose a responder hasta el 20 de marzo de 2017, cuando reveló la existencia de la investigación del FBI durante un testimonio ante el Congreso.
Comey también testificó que no había notificado a la Banda de los Ocho hasta principios de marzo de 2017 –menos de un mes antes de la audiencia. Esta admisión marcó un fuerte contraste con las acciones de Brennan, que había notificado a los miembros de la Banda de los Ocho de manera individual en agosto y septiembre de 2016. Es probable que Brennan nunca le avisara a Comey que había informado a la Banda de los Ocho en 2016. Comey sí señaló que el DOJ “estuvo al tanto” de la investigación todo el tiempo.
Luego del despido de Comey el 9 de mayo de 2017, la investigación del FBI fue transferida al abogado especial Robert Mueller. La investigación de Mueller sigue en curso.
La implicación formal del FBI en el expediente Steele comenzó el 5 de julio de 2016, cuando Mike Gaeta, agente del FBI y agregado legal adjunto de la Embajada de EE. UU. en Roma, fue despachado a visitar al exespía del MI6 Christopher Steele en Londres. Gaeta regresó de esa reunión con una copia del primer memo de Steele. Este memo fue entregado a Victoria Nuland del Departamento de Estado, que a su vez lo entregó al FBI.
Gaeta, que también encabezaba la unidad del Crimen Organizado de Eurasia del FBI, conocía a Steele desde al menos 2010, cuando Steele colaboró con la investigación del FBI sobre el escándalo de corrupción de la FIFA.
Antes de la reunión en Londres, probablemente Gaeta también se reunió con Steele de manera menos formal varias semanas antes. “En junio, Steele viajó a Roma para informar al contacto del FBI con el que había cooperado sobre FIFA”, informó The Guardian. “Su información comenzó a llegar al buró en Washington”.
Vale mencionar que no hubo “expediente” hasta que se compiló por completo en diciembre de 2016. Solo había una secuencia de documentos de Steele –documentos entregados de manera individual– a medida que eran creados. Por lo tanto, desde la perspectiva legal del FBI, ellos no usaron el expediente. Usaron los documentos individuales.
Durante el siguiente mes y medio, parece que hubo poco contacto entre Steele y el FBI. Sin embargo, el interés del FBI en el expediente se aceleró repentinamente a fines de agosto de 2016, cuando el buró le pidió a Steele “toda la información en su poder y que explicara cómo había reunido el material y que identificara sus fuentes”.
En septiembre de 2016, Steele viajó de vuelta a Roma para reunirse una vez más con el escuadrón de Eurasia del FBI. Es probable que de la reunión también participaran varios otros funcionarios del FBI. Según un memo de la minoría del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el reporte de Steele llegó al equipo de contrainteligencia del FBI a mediados de septiembre de 2016 –al mismo tiempo que el viaje de septiembre de Steele a Roma.
La razón del renovado interés del FBI está relacionada con un asesor de la campaña de Trump –Carter Page– que había estado en contacto con Stefan Halper, una fuente de la CIA y el FBI, desde julio de 2016. Halper acordó reunirse con Page por primera vez el 11 de julio de 2016 en un simposio de Cambridge, solo tres días después de que Page viajara a Moscú. Entre los oradores del simposio estaban Madeleine Albright, Vin Webber y Sir Richard Dearlove, exdirector del MI6.
Ahora Page era el objetivo elegido por el FBI para la orden judicial FISA (Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera) que conseguiría el 21 de octubre de 2016. El expediente Steele sería la evidencia principal que se utilizó para obtener la orden FISA, la cual sería renovada en tres ocasiones diferentes, incluyendo después de la asunción de Trump, para finalmente expirar en septiembre de 2017.
Después de estar en contacto con Page durante 14 meses, Halper interrumpió el contacto exactamente al momento en que expiró la orden FISA contra Page. Page, quien sostuvo firmemente su inocencia, no fue acusado de ningún crimen por el FBI. Actualmente se está trabajando en la desclasificación de la solicitud FISA sobre Page en la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia.
Peter Strzok y Lisa Page
Peter Strzok y Lisa Page eran dos prominentes miembros del grupo de la “póliza de seguros” del FBI. Strzok, un agente del FBI de alto rango, era el Subdirector adjunto de la División de Contrainteligencia del FBI. Lisa Page, abogada del FBI, se desempeñaba como asesora especial del director adjunto del FBI, Andrew McCabe.
Strzok estaba a cargo de la investigación sobre el uso de Hillary Clinton de un servidor privado de email para asuntos de Gobierno. Ayudó al director del FBI, James Comey, a redactar la declaración que exoneró a Clinton y fue personalmente responsable de cambiar palabras específicas de la declaración para reducir la responsabilidad legal de Clinton. Específicamente, Strzok cambió las palabras “groseramente negligente”, lo cual sería un delito penal, con “extremadamente descuidada”.
Strzok encabezó personalmente la investigación de contrainteligencia del FBI sobre la supuesta colusión Trump-Rusia y firmó los documentos que abrieron la investigación el 31 de julio de 2016. Fue uno de los agentes del FBI que entrevistaron al consejero de seguridad de nacional de Trump, el Gen. Michael Flynn. Strzok se encontró varias veces con el funcionario del DOJ Bruce Ohr y recibió información de Steele en esas reuniones.
Después del despido del director del FBI, James Comey, Strzok se unió al equipo del abogado especial Robert Mueller. Dos meses después, fue retirado de ese equipo cuando el inspector general del DOJ descubrió un largo conjunto de textos entre Strzok y Page que contenían mensajes de fuerte carga política. Strzok fue despedido del FBI en agosto de 2018.
Tanto Strzok como Page realizaron filtraciones estratégicas a la prensa. Page lo hizo bajo la dirección de McCabe, quien directamente autorizó a Page a compartir la información con Devlin Barrett, periodista del Wall Street Journal. La información fue utilizada en un artículo del 30 de octubre de 2016 titulado “La contienda interna del FBI por la investigación de Hillary Clinton”. Page le filtró la información a Barrett creyendo que tenía una autorización legal y oficial para hacerlo.
Luego, McCabe primero negaría dar esa autorización ante la Oficina del Inspector General. Al ser confrontada con la negación de McCabe, Page envió mensajes de texto refutando su declaración. Fueron estos textos los que llevaron al inspector general a descubrir los mensajes entre Strzok y Page.
Ambos intercambiaron miles de mensajes de texto, algunos de ellos indicando actividades de vigilancia, durante un periodo de dos años. Los textos enviados entre el 21 de agosto de 2015 y el 25 de junio de 2017 se han hecho públicos. La serie termina con un texto final de Page diciéndole a Strzok: “Nunca más me vuelvas a enviar un mensaje de texto”.
El 8 de agosto de 2016, Stzrok escribió que iban a evitar que el candidato Trump se convirtiera en presidente:
Page: “[Trump] nunca va a ser presidente, ¿verdad? ¡¿Vedad?!”
Strzok: “No. No lo hará. Lo evitaremos”.
El 15 de agosto de 2016, Strzok envió un mensaje de texto refiriéndose a una “póliza de seguros”:
“Quiero creer en el camino que diste a consideración en la oficina de Andy –que no hay manera de que [Trump] sea elegido– pero me temo que no podemos asumir ese riesgo. […] Es como una póliza de seguros en el improbable evento de que mueras antes de los 40”.
La “póliza de seguros” parece haberse referido a los intentos de legitimar el relato sobre la colusión Trump-Rusia para que la investigación del FBI, dirigida por McCabe, continuara sin obstáculos.
Departamento de Justicia
El Departamento de Justicia, que comprende 60 agencias, fue transformado durante los años de Obama. La ley federal prohíbe al departamento contratar empleados basándose en afiliación política.
No obstante, una serie de artículos investigativos publicados por PJ Media durante el mandato de Eric Holder como Fiscal General reveló un inquietante patrón de conformidad ideológica entre las nuevas contrataciones del DOJ: solo contrataban abogados de la izquierda progresista. Ni un abogado moderado o conservador lo lograba. Esto es un hecho significativo, dado que el DOJ tiene una considerable libertad para determinar quién será objeto de acusación.
El trabajo del DOJ en el Spygate fue facilitar el aspecto legal de la vigilancia mientras brindaba una capa protectora que cubría a todos los involucrados. El departamento se convirtió en un depósito de información y proveyó un muro protector entre los esfuerzos investigativos del FBI y el poder legislativo. Notablemente, también actuó como cortafuegos dentro del poder ejecutivo, sirviendo como barrera aisladora entre el FBI y los funcionarios de Obama. El departamento se había vuelto legendario por sus tácticas obstructivas con el Congreso.
El DOJ, que estaba completamente consciente de las acciones tomadas por James Comey y el FBI, también se convirtió en un elemento activo que actuaba contra integrantes de la campaña de Trump. La fiscal general adjunta Sally Yates, junto con Mary McCord, jefa de la División de Seguridad Nacional del DOJ, estaban activamente involucradas en los esfuerzos para quitar al General Michael Flynn de su cargo como consejero de seguridad nacional del presidente Trump.
Hasta el día de hoy, sigue sin conocerse quién fue el responsable de hacer pública la llamada de Flynn con el embajador de Rusia. Flynn finalmente se declaró culpable de un crimen de procedimiento: mentir al FBI. Surgieron muchas preguntas en el Congreso en relación a la posible alteración de FS-302s, la actas de la entrevistas de Flynn con el FBI. El abogado especial Robert Mueller pospuso reiteradamente la audiencia de sentencia de Flynn.
David Laufman, Fiscal General Asistente Adjunto a cargo de la contrainteligencia en la División de Seguridad Nacional del DOJ, jugó un rol clave tanto en la investigación sobre el servidor de correo de Clinton como la de los hackeos de Rusia. Laufman actualmente es abogado de Monica McLean, vieja amiga de Christine Blasey Ford, que recientemente acusó al Juez Brett Kavanaugh de abusar sexualmente de ella en la escuela secundaria. McLean también trabajó para el FBI durante 24 años.
Bruce Ohr era un importante funcionario del DOJ que jugó un rol clave en Spygate. Ohr estuvo en dos cargos importantes en el DOJ: Fiscal General Asociado Adjunto y Director de los Grupos de Tarea sobre Crimen Organizado y Antidrogas. Como Fiscal General Adjunto Asociado, Ohr estaba a solo cuatro oficinas de distancia de la entonces fiscal general adjunta Sally Yates, y reportaba directamente a ella. Como director del grupo de tareas, estaba a cargo de un programa descrito como “la pieza central de la estrategia de drogas del fiscal general”.
Ohr, uno de los funcionarios de más alto rango en el DOJ, se comunicaba continuamente con Steele, a quien conocía desde al menos el año 2006, hasta mediados de 2017. También está casado con Nellie Ohr, una experta en Rusia y Eurasia que comenzó a trabajar para Fusion GPS a fines del año 2015. Nellie Ohr probablemente jugó un rol significativo en la construcción del expediente.
Según el testimonio del agente del FBI Peter Strzok, él y Ohr se reunieron al menos cinco veces durante 2016 y 2017. Strzok estaba trabajando directamente con el entonces director adjunto del FBI, Andrew McCabe. Además, Ohr se reunió con el FBI al menos 12 veces entre fines de noviembre de 2016 y mayo de 2017 por una serie de entrevistas. Estas reuniones podrían haber sido utilizadas para transmitir información de Steele al FBI. Esto fue después de que el FBI cortara el contacto formal con Steele a fines de octubre o principios de noviembre de 2016.
John Carlin es otra figura notable dentro del DOJ. Carlin fue Fiscal General Asistente y Director de la División de Seguridad Nacional del DOJ hasta octubre de 2016. Su rol será discutido en la sección sobre el abuso de FISA.
La batalla entre Rosenstein y McCabe
El director adjunto del FBI Andrew McCabe tuvo un rol crucial en lo que se conoce como “Spygate”. Él dirigió las actividades de Peter Strzok y Lisa Page y estuvo involucrado en todos los aspectos de la investigación sobre Rusia. Fue mencionado en el infame mensaje de texto sobre la “póliza de seguros”.
McCabe fue un gran componente de la póliza de seguros.
El 26 de abril de 2017, Rosenstein fue designado como nuevo Fiscal General Adjunto. Fue puesto en una situación algo caótica, dado que el fiscal general Jeff Sessions se había recusado de la investigación sobre Rusia poco menos de dos meses antes, el 2 de marzo de 2017. Esto efectivamente significaba que nadie en la administración de Trump supervisaba la investigación que realizaban el FBI y el DOJ.
Además, el liderazgo del entonces director del FBI, James Comey, estaba bajo un gran escrutinio como resultado de las acciones que se tomaron antes y después de las elecciones, particularmente en razón de cómo manejó Comey la investigación sobre los correos electrónicos de Clinton.
El 9 de mayo de 2017, Rosenstein escribió un memorándum recomendando que Comey fuera despedido. El asunto del memo era “Restaurar la confianza pública en el FBI”. Comey fue despedido ese día.
McCabe ahora era el Director Interino del FBI e inmediatamente fue puesto en consideración para asumir la posición permanente.
El mismo día en que Comey fue despedido, McCabe mintió durante una entrevista con agentes de la División de Inspección del FBI (INSD) sobre unas presuntas filtraciones de información que fueron utilizadas en un artículo del Wall Street Journal del 30 de octubre de 2016: “FBI en contienda interna sobre la investigación a Hillary Clinton”, por Devlin Barrett.
Esto sería luego divulgado en el informe del inspector general: “Un reporte de investigación sobre ciertos alegatos relacionados con el ex director adjunto del FBI Andrew McCabe”.
En ese momento, nadie, incluidos los agentes de la INSD, sabía que McCabe había mentido, y tampoco se conocían completamente los aspectos más oscuros del rol de McCabe en Spygate.
A fines de abril o principios de mayo de 2016, McCabe abrió una investigación federal criminal sobre Sessions, por su potencial falta de honestidad ante el Congreso en relación a su contacto con los rusos. Sessions no estaba al tanto de la investigación.
El abogado especial Robert Mueller luego absolvió a Sessions de todas las acusaciones.
En la mañana del 16 de mayo de 2017, Rosenstein habría sugerido a McCabe que grabara en secreto al presidente Trump. Este comentario fue reportado en un artículo del New York Times cuya fuente eran memos del despedido McCabe, junto con testimonios tomados del ex asesor general del FBI, James Baker, quien relató una conversación que tuvo con McCabe sobre dicho suceso. Rosenstein publicó una declaración negando las acusaciones.
Los presuntos comentarios de Rosenstein tuvieron lugar en una reunión donde McCabe estaba “presionando para que el Departamento de Justicia abriera una investigación sobre el presidente”.
Un participante anónimo de la reunión, al hablar con el Washington Post, contextualizó la conversación de una forma algo diferente, señalando que Rosenstein respondió sarcásticamente a McCabe diciendo: “¿Qué quieres hacer Andy? ¿Ponerle un micrófono al presidente?”
Luego, el mismo día en que Rosenstein tuvo sus reuniones con McCabe, el presidente Trump se reunió con Mueller por una entrevista para el puesto como director del FBI, según se informa.
El 17 de mayo de 2017, el día después de la reunión del presidente Trump con Mueller –y el día posterior a los encuentros de Rosenstein con McCabe– Rosenstein designó a Mueller como abogado especial.
En efecto, la designación de Mueller del 17 de mayo desplazó el control de la investigación sobre Rusia del FBI y McCabe a Mueller. Rosenstein tendría la autoridad máxima sobre la investigación y cualquier expansión de la investigación de Mueller requería de la autorización de Rosenstein.
Lo que es interesante es que sin las filtraciones de los memos de Comey, el abogado especial podría no haber sido designado –el FBI, y posiblemente McCabe, habrían permanecido a cargo de la investigación sobre Rusia. McCabe probablemente no iba a convertirse en director permanente del FBI pero, según se dice, estuvo bajo consideración para el puesto. De todas formas, sin la filtración de Comey, McCabe habría continuado involucrado directamente y el FBI habría mantenido el control.
El 28 de julio de 2017, McCabe mintió al inspector general Michael Horowitz bajo juramento sobre la autorización de la filtración al Wall Street Journal. Para entonces, Horowitz sabía que McCabe estaba mintiendo, pero no sabía de la entrevista del 9 de mayo que mantuvo McCabe con la INSD.
El 2 de agosto de 2017, Rosenstein envió en secreto un memo editado a Mueller sobre “los alcances de la investigación y la definición de autoridad”, el cual permanece muy tachado. El propósito final de este memo sigue siendo desconocido. Ese mismo día, Christopher Wray fue nombrado como nuevo director del FBI.
Dos días después, el 4 de agosto de 2017, Sessions anunció que el FBI había creado una nueva unidad de invesigación de filtraciones. Rosenstein y Wray quedaron a cargo de supervisar todas las investigaciones al respecto.
Es posible que ese memo del 2 de agosto de Rosenstein a Mueller haya sido diseñado específicamente para remover toda influencia residual del FBI –específicamente de McCabe– sobre la investigación sobre Rusia. La designación de Wray como director del FBI ayudó a cimentar esto. Finalmente, McCabe había sido completamente neutralizado.
El 16 de marzo de 2018, McCabe fue despedido por mentir bajo juramento en al menos tres ocasiones diferentes y actualmente es objeto de una investigación ante un gran jurado.
Departamento de Estado
El Departamento de Estado, con todos sus contactos con gobiernos extranjeros, se convirtió en un conducto para el flujo de información. Victoria Nuland, secretaria de Estado adjunta para asuntos europeos y euroasiáticos, facilitó personalmente la transferencia del primer memo del expediente de Christopher Steele. Nuland aprobó que el agente del FBI Michael Gaeta viajara a Londres para obtener el memo de manos de Steele. El memo podría haber pasado directamente de ella a la cúpula del FBI. El secretario de Estado, John Kerry, también recibió una copia.
Steele ya era conocido dentro del Departamento de Estado. Luego de estar involucrado en la investigación por el escándalo de la FIFA, Steele comenzó a presentar reportes al Departamento de Estado de manera informal. Los reportes estaban escritos para un “cliente privado” pero fueron “compartidos ampliamente dentro del Departamento de Estado, y enviados al secretario de Estado John Kerry y a la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland, quien estaba a cargo de la respuesta de EE. UU. a la anexión de Crimea por parte de Putin y de la invasión encubierta en el Este de Ucrania”, informó The Guardian.
En julio de 2016, cuando el FBI quiso enviar a Gaeta a visitar a Steele a Londres, el buró intentó procurar un permiso de la oficina de Nuland, la cual brindó esta versión de los hechos en una aparición en “Face the Nation” de la CBS el 4 de febrero de 2018:
“A mediados de julio, cuando [Steele] estaba haciendo este otro trabajo y se preocupó, nos pasó entre dos y cuatro páginas de puntos cortos sobre lo que estaba hallando y nuestra reacción inmediata fue: esto está fuera de nuestro ámbito. Esto debe ir al FBI si hay alguna preocupación de que un candidato o que la elección en sí podrían estar influenciados por la Federación Rusa. Eso es algo para que investigue el FBI”.
Steele también se reunió con Jonathan Winer, exsubsecretario adjunto de Estado para la implementación de la ley internacional y exenviado especial para Libia. Steele y Winer se conocían desde al menos 2010. En un artículo de opinión en The Washington Post, Winer escribió lo siguiente:
“En septiembre de 2016, Steele y yo nos reunimos en Washington y hablamos de la información ahora conocida como ‘expediente’. Las fuentes de Steele sugerían que el Kremlin no solo había estado detrás del hackeo al Comité Nacional Demócrata y a la campaña de Hillary Clinton, sino que también había afectado a Trump y establecido relaciones con sus asociados y su campaña”.
En un extraño giro, Winer también recibió otro expediente, muy similar al de Steele, de manos de Sidney Blumenthal, un hombre de confianza de Clinton. Este “segundo expediente” había sido compilado por otro agente de larga data de Clinton, el experiodista Cody Shearer, y repetía los alegatos del expediente de Steele. Winer se reunió con Steele a fines de septiembre de 2016 y le dio a Steele una copia del “segundo expediente”. Steele luego compartió este segundo expediente con el FBI, que podría haberlo utilizado para corroborar su expediente.
Otros funcionarios extranjeros también utilizaron conductos hacia el Departamento de Estado. Alexander Downer, el alto comisionado de Australia para el Reino Unido, habría transmitido su conversación con George Papadopoulos, el asesor de la campaña de Trump, directamente a la Embajada de EE. UU. en Londres. Esta conversación luego fue utilizada como una razón para abrir la investigación de contrainteligencia del FBI.
“Los detalles de Downer cayeron en manos de la entonces encargada de negocios Elizabeth Dibble, quien antes se había desempeñado como subsecretaria adjunta principal en el Departamento de Estado de la Sra. Clinton”, escribió Kimberley Strassel del Wall Street Journal en un artículo del 31 de mayo de 2018.
De ser así, esto significaría que ni la inteligencia australiana ni el gobierno australiano alertaron al FBI sobre la información sobre Papadopoulos. Todavía no se sabe qué ocurrió con los detalles de Downer ni quién recibió finalmente la información.
Es curioso que detalles sorprendentemente similares a la conversación Papadopoulos-Downer aparecieran en el primer memo que escribió Steele el 20 de junio de 2016:
“Los Servicios de Inteligencia Rusos han recopilado durante muchos años un expediente con información comprometedora sobre Hillary Clinton, y principalmente consta de conversaciones grabadas que ella tuvo en varias visitas a Rusia y llamadas telefónicas interceptadas. […] Aún no ha sido distribuido al extranjero, incluyendo a Trump”.
La campaña de Clinton y el CND
La campaña de Clinton y el Comité Nacional Demócrata ocupan una posición única. Son los que más tenían para ganar pero también los que más tenían para perder. Y estaban listos y dispuestos a hacer lo que fuera necesario para ganar. Se dice que el director de campaña de Hillary Clinton, Robby Mook, fue el primero en plantear el fantasma de que el candidato Donald Trump habría conspirado con Rusia.
Toda la campaña de Clinton estuvo dispuesta a promover el relato de la conspiración Rusia-Trump a pesar del incómodo hecho de que ellos eran los que habían contratado los servicios de Fusion GPS y de Christopher Steele mediante su firma de abogados, Perkins Coie. La información fluyó desde la campaña –a veces a través de Perkins Coie, otras veces a través de afiliados– para finalmente llegar a los medios de comunicación y a veces al FBI. La información de la campaña de Clinton también podría haber acabado en el expediente de Steele.
Jennifer Palmieri, directora de comunicaciones de la campaña de Clinton, junto con Jake Sullivan, consejero de política senior de la campaña, tomaron la delantera en informar a la prensa sobre la historia de la colusión Trump-Rusia.
Otro ejemplo de este comportamiento pudo verse en una ocasión cuando Michael Sussmann, abogado de Perkins Coie, filtró información de Steele y Fusion GPS a Franklin Foer, de la revista Slate. Este hecho está descrito en el informe final del Comité de Inteligencia de la Cámara sobre las medidas activas de Rusia, en la nota al pie 43 de la página 57. Foer luego publicó el artículo “¿Hubo un servidor de Trump en comunicación con Rusia?” el 31 de octubre de 2016. El artículo plantea los alegatos con respecto a un servidor en la Trump Tower.
El artículo de Slate logró captar la inmediata atención de Clinton, quien publicó un tuit el mismo día que fue publicado:
“Científicos informáticos aparentemente descubrieron un servidor encubierto que conecta la Organización Trump con un banco con sede en Rusia”.
Su tuit incluía una declaración de Sullivan:
“Esta podría ser la conexión más directa entre Donald Trump y Moscú. Científicos informáticos aparentemente descubrieron un servidor encubierto que conecta a la Organización Trump con un banco con sede en Rusia”.
“Esta línea directa secreta podría ser la clave para destrabar el misterio de los lazos de Trump con Rusia. Ciertamente pareciera que la Organización Trump sentía que tenía algo que ocultar, dado que aparentemente tomó medidas para ocultar la conexión cuando esta fue descubierta por periodistas”.
Estas afirmaciones, que luego se comprobó eran incorrectas, son aún más perturbadoras sabiendo que fue un abogado de Clinton/CND el que ayudó a plantar la historia. Y dada la declaración preparada por Sullivan, la campaña de Clinton sabía de esto.
Este tipo de comportamiento se repetiría en varias ocasiones: filtraciones de información condenatoria a la prensa, seguidas de ataques por parte de la campaña de Clinton.
Alexandra Chalupa es una agente ucraniana-americana que se desempeñaba como consultora para el Comité Nacional Demócrata. Chalupa se reunió con altos funcionarios en la Embajada de Ucrania en Washington con la intención de exponer los lazos entre Trump, Paul Manafort y Rusia. Chalupa comenzó a investigar a Manafort en 2014. A fines de 2015, amplió su investigación opositora sobre Manafort para incluir los lazos de Trump con Rusia. En enero de 2016, Chalupa compartió su información con un funcionario importante del CND.
Las reuniones de Chalupa con el CND y funcionarios ucranianos no se detuvieron. El 26 de abril de 2016, el periodista de investigación Michael Isikoff publicó una historia en Yahoo News sobre los negocios de Manafort con el oligarca ruso Oleg Deripaska. Luego se supo, gracias a un email del CND filtrado por Wikileaks, que Chalupa había estado trabajando con Isikoff –el mismo periodista a quien Christopher Steele filtró información en septiembre de 2016. Manafort luego sería imputado por violaciones a la Ley de Registro de Agentes Extranjeros ocurridas durante el gobierno de Obama.
Perkins Coie
La firma de abogados internacional Pekins Coie funcionaba como el brazo legal tanto de la campaña de Clinton como del CND. Los lazos con Perkins Coie se extendían más allá del CND y llegaban hasta Obama en la Casa Blanca.
Bob Bauer, socio de la firma de abogados y fundador de su despacho político, se desempeñó como abogado de la Casa Blanca para el presidente Barack Obama durante 2010 y 2011. Bauer también fue abogado general para la organización de campaña de Obama, Obama for America, en 2008 y 2012.
Marc Elias y Michael Sussmann, socios de Perkins Coie, tuvieron papeles principales y fueron quienes contrataron a Fusion GPS y a Steele. Sussmann se encargó personalmente del supuesto hackeo del servidor del CND. También transmitió información, probablemente de Steele y Fusion GPS, a James Baker, el entonces abogado en jefe del FBI, y a varios miembros de la prensa.
Según una carta con fecha del 24 de octubre de 2017 escrita por Matthew Gehringer, abogado general en Perkins Coie, el fundador de Fusion GPS, Glenn Simpson, contactó a la firma a principios de marzo de 2016 con respecto a la posibilidad de contratar a Fusion GPS para continuar con la investigación opositora sobre la campaña de Trump. La propuesta de Simpson tuvo éxito, y en abril de 2016, Perkins Coie contrató a Fusion GPS en representación del CND.
En algún momento entre abril y mayo de 2016, Fusion GPS contrató a Christopher Steele. En ese mismo periodo, Fusion también habría contratado a Nellie Ohr, esposa del fiscal general asociado adjunto Bruce Ohr. Steele completó su primer memo el 20 de junio de 2016 y lo envió a Fusion en un correo electrónico encriptado.
Pareciera que Perkins Coie también actuaba como conducto entre el CND y el FBI. Hay documentos que sugieren que Sussmann proveía información al abogado general del FBI James Baker y a al menos un periodista antes de la solicitud del FBI de una orden FISA sobre la campaña de Trump.
La información brindada por Sussmann podría haber sido utilizada por el FBI como “información corroboradora”.
Administración Obama
La administración Obama brindó una capa de protección y a la vez facilitó todo el esfuerzo. La Sección 2.3 de la Orden Ejecutiva 12333, también conocida como la orden de intercambio de datos de Obama, ofrece un ejemplo de ello. Luego de la emisión de la orden, agencias e individuos pudieron solicitar a la NSA acceso a vigilancia específica con solo declarar que lo interceptado contenía información relevante que era útil para una misión particular.
Se calculaba que la Sección 2.3 expiraría entre comienzos y mediados de 2016. En cambio, James Clapper, director de Inteligencia Nacional, no retiró la Sección 2.3 sino hasta el 15 de diciembre de 2016. La orden quedó sin efecto cuando la fiscal general Loretta Lynch firmó su finalización el 3 de enero de 2017.
La razón de esta demora podría estar relacionada con el hecho de que aunque la orden ejecutiva facilitaba el intercambio de inteligencia entre agencias, también limitaba que cierto tipo de información llegara a la Casa Blanca.
Un ejemplo de ello lo ofreció Evelyn Farkas en su entrevista del 2 de marzo de 2017 con MSNBC, donde detalló cómo la administración Obama reunía y difundía inteligencia sobre el equipo de Trump:
“Yo estaba exhortando a mis excolegas y, sinceramente, a la gente en Hill […]: ‘Consigan tanta información como puedan. Consigan tanta información como puedan antes de que el presidente Obama deje la administración’”.
“Los tipos de Trump, si ellos descubrían cómo es que sabíamos lo que sabíamos sobre las relaciones del equipo de Trump con los rusos, [ellos] intentarían afectar a esas fuentes y métodos, lo que significaría que ya no tendríamos acceso a esa inteligencia. […] Por eso es que tenemos las filtraciones”.
Muchos de los intentos de la administración Obama parecen estructurales, como establecer nuevos procedimientos o crear impedimentos a la supervisión, lo cual permitió que ocurriera gran parte del abuso de vigilancia.
El Inspector General del DOJ, Michael Horowitz, fue nombrado por Obama en 2011. Desde el mismo comienzo, descubrió que la oficina del fiscal general lo estaba estrangulando en sus deberes. Según el testimonio de Horowitz ante el Congreso:
“Tuvimos acceso a información de hasta 2010 en todas estas categorías. No cambió ninguna ley en 2010. No cambió ninguna política. […] Fue simplemente una decisión de 2010 de la Oficina del Abogado General de que ahora iban a considerar la ley de manera diferente. Y como resultado, no iban a darnos esa información”.
Fue el fiscal general Eric Holder junto con el fiscal general adjunto quienes establecieron estas nuevas restricciones.
El 5 de agosto de 2014, Horowitz y otros inspectores generales enviaron una carta al Congreso pidiendo el acceso irrestricto a todos los registros. La fiscal general adjunta Sally Yates respondió el 20 de julio de 2015 con un memorándum de 58 páginas. El memo negaba específicamente el acceso de un inspector general a toda información reunida bajo el Título III –incluyendo comunicaciones interceptadas y cartas de seguridad nacional.
El New York Times reveló recientemente que se utilizaron cartas de seguridad nacional para vigilar la campaña de Trump.
En otros momentos, los esfuerzos de la administración Obama fueron más directos. La evaluación de la Comunidad de Inteligencia fue publicada internamente el 5 de enero de 2017. Ese mismo día, Obama tuvo una reunión secreta en la Casa Blanca para hablar del expediente con Susan Rice, consejera de seguridad nacional, el director del FBI James Comey, y Yates. Rice luego se autoenvió un email documentando la reunión.
Al día siguiente, Brennan, Clapper y Comey adjuntaron un resumen escrito del expediente de Steele al informe clasificado que entregaron a Obama. Comey luego se reunió con el presidente electo Trump para informarle sobre el expediente. Esta reunión ocurrió pocas horas después de que Comey, Brennan y Clapper informaran formalmente a Obama sobre la evaluación de la Comunidad de Inteligencia y sobre el expediente Steele.
Comey solo informó a Trump sobre los detalles “escabrosos” que contenía el expediente. Luego, en una entrevista de abril de 2018 con la CNN, explicó por qué:
“Porque esa era la parte que los líderes de la Comunidad de Inteligencia acordaron que debía saber”.
Poco después de la reunión de Comey con Trump, tanto la reunión Trump-Comey como la existencia del expediente se filtraron a la CNN. El significado de la reunión era muy importante, como señaló Comey en un memo del 7 de enero:
“Medios de comunicación como la CNN lo tenían y estaban buscando un gancho para los artículos. Yo dije que era importante que no les diéramos una excusa para escribir que el FBI tenía el material”.
La prensa en general había descartado al expediente por considerarlo infundado y, por lo tanto, no podían reportar sobre él. Solo después de saber que Comey había informado a Trump sobre el expediente fue que la CNN informó sobre el mismo. Luego se reveló que James Clapper, de la Agencia de Inteligencia de Defensa, filtró personalmente la reunión de Comey con Trump a la CNN.
La administración Obama también participó directamente en una serie de desenmascaramientos de inteligencia, es decir, el proceso mediante el cual se revela la identidad de un ciudadano de EE. UU. a partir de la información reunida bajo vigilancia. La entonces embajadora de EE. UU. ante Naciones Unidas, Samantha Power, habría participado de cientos de solicitudes de desenmascaramiento. Rice admitió haber hecho lo mismo.
La administración Obama participó en el intento exitoso de expulsar al Gen. Michael Flynn, el consejero de seguridad nacional que había nombrado Trump. Yates, junto con Mary McCord, directora de la División de Seguridad Nacional del DOJ, fue quien encabezó el intento.
La orden ejecutiva 13762
El entonces presidente Barack Obama emitió una orden ejecutiva a último momento, el 13 de enero de 2017, que alteró la línea de sucesión dentro del DOJ. La acción no se consultó con la administración Trump entrante.
A poco de asumir, el 30 de enero de 2017, el presidente Trump despidió a la fiscal general interina Sally Yates por rehusarse a cumplir la orden ejecutiva del presidente para limitar la entrada de viajeros de ciertos países propensos al terrorismo. Inicialmente, Yates debía mantener su cargo hasta que Jeff Sessions fuera confirmado como fiscal general.
La orden ejecutiva de Obama colocó al fiscal de EE. UU. para el distrito de Columbia como siguiente en la línea de la cúpula del departamento. El fiscal en ese momento era Channing Phillips.
Phillips fue primero contratado por el ex fiscal general Eric Holder en 1994 para un puesto en la oficina del fiscal de EE. UU en DC. Después de desempeñarse como consejero senior de Holder, Phillips mantuvo su puesto cuando el fiscal general fue reemplazado por Loretta Lynch.
Pareciera que la administración Obama esperaba que la investigación sobre Rusia fuera asignada a Channing en caso de que Sessions tuviera que recusarse de la investigación. Sessions, cuyas audiencias de confirmación comenzaron tres días antes de la orden, ya estaba bajo un intenso escrutinio.
La implementación de la orden también estaría relacionada con los intentos de Yates por remover al Gen. Michael Flynn por su llamada con el embajador ruso.
Trump ignoró el orden sucesorio, algo permitido por la ley, y en cambio designó a Dana Boente, fiscal de EE. UU. para el distrito Este de Virginia, como fiscal general interino, el 30 de enero de 2017, el mismo día que despidió a Yates.
Trump emitió una nueva orden ejecutiva el 9 de febrero de 2017, el mismo día en que Sessions tomó juramento, revirtiendo así la orden anterior de Obama.
El 10 de marzo de 2017, Trump despidió a 46 fiscales de EE. UU. de la era Obama, incluyendo a Preet Bharara, fiscal de EE. UU. en Manhattan. Pareciera que estos despidos fueron inesperados.
Los medios de comunicación
En algunos aspectos, los medios de comunicación han jugado el papel más hipócrita. Ciertas áreas de investigación, que históricamente habrían sido irresistibles para los periodistas del pasado, fueron estrictamente ignoradas. Se han promovido relatos falsos de manera intencional y se han ignorado los hechos. Fusion GPS realizó una serie de pagos a varios periodistas hasta ahora no identificados.
La mayoría de los grandes medios de comunicación han representado las posiciones del CND y de la campaña de Clinton.
Steele se reunió con integrantes de ciertos medios de comunicación con relativa frecuencia. En septiembre de 2016, se reunió con varios periodistas estadounidenses de “New York Times, el Washington Post, Yahoo! News, el New Yorker y CNN”, de acuerdo con The Guardian. Fue en este periodo que Steele se reunió con Michael Isikoff de Yahoo News.
A mediados de octubre de 2016, Steele regresó a Nueva York y volvió a reunirse con periodistas. Hacia fines de octubre, Steele habló por Skype con David Corn, periodista de Mother Jones.
Las filtraciones, incluyendo filtraciones delictivas de información clasificada, eran generalizadas. La orden judicial FISA sobre Carter Page –probablemente la versión sin tachaduras– ha estado en manos del Washington Post y el New York Times desde marzo de 2017. Tradicionalmente, la comunidad de inteligencia filtraba al Washington Post mientras que el DOJ filtraba a fuentes del New York Times. Este era un patrón histórico que se mantuvo hasta estas elecciones. La filtración era tan generalizada que incluso esta tradición no fue respetada.
El 3 de abril de 2017, Ali Watkins, periodista de BuzzFeed, escribió el artículo “Exasesor de Trump se reunió con un espía ruso”. En el artículo, identificó al “Masculino 1”, en referencia a los documentos judiciales relacionados con el caso del espía ruso Evgeny Buryakov, como Carter Page, el asesor de campaña de Trump, el cual había asistido al FBI en el caso. Poco después, el 11 de abril de 2017, el artículo del Washington Post “El FBI obtuvo una orden FISA para monitorear al asesor de Trump, Carter Page” confirmó la existencia de la orden FISA sobre Page de octubre de 2016.
La información contenida en ambos artículos probablemente provino de filtraciones delictivas de James Wolfe, exdirector de seguridad para el Comité Especial de Inteligencia del Senado, arrestado el 7 de junio de 2018 e imputado por el delito de mentirle al FBI. La imputación de Wolfe alega que estuvo filtrando información clasificada a varios periodistas durante un extenso periodo. Pareciera que probablemente Wolfe filtró copias sin editar de la solicitud FISA contra Page.
De acuerdo con la imputación, el 17 de marzo de 2017 Wolfe intercambió 82 mensajes de texto con Watkins. Esa noche hablaron por teléfono durante 28 minutos.
La solicitud FISA original tiene 83 páginas, incluyendo una página final para los firmantes.
En la versión pública de la solicitud, hay 37 páginas totalmente tachadas. Además, varias otras páginas están completamente tachadas, excepto por el encabezado. Solo hay dos páginas en todo el documento que no contienen tachaduras.
¿Por qué Wolfe enviaría 37 páginas completamente tachadas? Pareciera más plausible que Wolfe haya tomado fotografías de la solicitud FISA original, sin tachar, y que se las enviara por mensaje de texto a Watkins.
Devin Nunes, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, ha declarado en varias ocasiones que la evidencia dentro de la solicitud FISA muestra que la administración Obama abusó de las agencias de contrainteligencia. La mayoría de los grandes medios de comunicación saben esto.
A pesar de ello, la mayoría de los grandes medios de comunicación han promovido el relato de la colusión con Rusa durante más de dos años. A pesar de la amplia evidencia que indica lo contrario, no han admitido estar equivocados, probablemente porque ello significaría tener que admitir su complicidad.
Inteligencia extranjera
Las agencias de inteligencia del Reino Unido y Australia también jugaron roles significativos durante las elecciones presidenciales de 2016.
El GCHQ del Reino Unido estuvo involucrado en la recolección de información y su transmisión a Estados Unidos sobre el entonces candidato Trump. En el verano de 2016, Robert Hannigan, director del GCHQ, voló desde Londres para reunirse personalmente con el entonces director de la CIA John Brennan, según informó The Guardian.
La reunión de Hannigan fue notable porque Brennan no era la contraparte de Hannigan. Esa posición pertenecía al director de la NSA, Mike Rogers. Al año siguiente, Hannigan anunció su renuncia abruptamente el 23 de enero de 2017, tres días después de la asunción de Trump.
Dado que GCHQ estaba reuniendo información de inteligencia, George Papadopoulos, un asesor de política exterior de la campaña de Trump en el nivel bajo, parece haber sido el blanco elegido luego de una serie de reuniones altamente coincidentes. El profesor maltés Josef Mifsud, el diplomático australiano Alexander Downer, el informante del FBI Stefan Halper, y funcionarios de la Oficina de Relaciones Exteriores y Mancomunidad de Naciones del Reino Unido (FCO) todos cruzaron sus caminos con Papadopoulos –algunos reiteradamente.
Christopher Steele, autor del dossier sobre Trump, fue agente del MI6 cuando la agencia era encabezada por Sir Richard Dearlove. Steele aún mantiene vínculos estrechos con Dearlove.
Dearlove tiene vínculos con la mayoría de las partes nombradas. Fue él quien aconsejó a Steele y a su socio Chris Burrows que trabajaran con un alto funcionario del gobierno británico para pasar información al FBI en otoño de 2016. También fue orador en el simposio de Cambridge de julio de 2016, al que Carter Page fue invitado por Halper.
Dearlove conoce a Halper a través de su asociación mutua en el Seminario de Inteligencia de Cambridge. Dearlove también conoce a Sir Lain Lobban, exdirector del GCHQ y miembro de la junta de consejeros de Hakluyt, una empresa británica de inteligencia y asesoría estratégica fundada por exmiembros del MI6 que conserva vínculos cercanos con los servicios de inteligencia del Reino Unido.
Halper tiene conexiones históricas con Hakluyt a través de Jonathan Clarke, con quien escribió dos libros.
Downer –que conoció a Papadopoulos en la reunión de mayo de 2016, acordada a través de una cadena de dos intermediarios– formó parte de la junta de consejeros de Hakluyt entre 2008 y 2014. Según se dice, aún mantiene contacto con agentes de Hakluyt. La información de su reunión con Papadopoulos fue luego usada por el FBI para establecer la investigación contrainteligencia sobre la colusión Trump-Rusia. Downer cambió su versión de los hechos múltiples veces.
El expediente Steele se transmitió a canales de EE. UU. a través de diferentes fuentes. Una fuente es Sir Andrew Wood, exembajador británico para Rusia, a quien Steele había informado sobre el expediente. Wood luego pasó la información sobre el expediente al senador John McCain, quien despachó a David Kramer, becario del Instituto McCain, a Londres para reunirse con Steele en noviembre de 2016. McCain luego admitiría en una declaración del 11 de enero de 2017 que había pasado el expediente personalmente al entonces director del FBI, James Comey.
Trump, luego de emitir una orden para desclasificar los documentos y los mensajes de texto relacionados con las investigaciones de la colusión con Rusia –incluidas partes de la solicitud de FISA contra Carter Page– recibió llamados telefónicos de dos aliados de EE. UU. diciendo: “Por favor, ¿podemos hablar?”. Esos “aliados” casi ciertamente son Reino Unido y Australia.
En un posteo de Twitter, Trump escribió que los “aliados clave llamaron para pedir que no se publiquen” los documentos.
Las preguntas a formular son: ¿por qué dos de nuestros aliados se opondrían tanto a la publicación de estos documentos clasificados como para efectuar una petición coordinada directamente al presidente? ¿Y por qué estos mismos aliados tienen incluso la más mínima idea de lo que contienen estos documentos clasificados de EE. UU.?
Gran Bretaña y Australia parecen saber muy bien lo que contienen estos documentos, y su intento de evitar su publicación parece deberse a que no quieren que se hagan públicos sus roles en torno a la elección presidencial de 2016.
Fusion FPS/Orbis/Christopher Steele
Glenn Simpson, experiodista del Wall Street Journal, es cofundador de Fusion GPS junto con Peter Frisch y Tom Catan. Fusion fue contratada por el CND y la campaña Clinton mediante la firma de abogados Perkins Coie para producir y diseminar el expediente Steele utilizado contra Trump. El expediente luego sería la evidencia principal utilizada para obtener una orden judicial FISA contra Carter Page, el 21 de octubre de 2016.
Christopher Steele, quien mantiene estrechos lazos con la inteligencia británica, trabajó para el MI6 desde 1987 hasta su retiro en 2009, cuando él y su compañero Chris Burrows fundaron Orbis Intelligence. Steele mantiene contacto con la inteligencia del Reino Unido, Sir Richard Dearlove y la firma de inteligencia británica Hakluyt.
Aparentemente Steele habría sido representado por el abogado Adam Waldman, quien también representó al oligarca ruso Oleg Deripaska. Esto lo sabemos por los mensajes de texto enviados por Waldman. El 10 de abril de 2017, Waldman envió esto al Senador Mark Warner:
“Hola Steele: quisiera una carta bipartidaria del comité; Assange: lo convencí de hacer concesiones serias e importantes y las estoy conversando con el DOJ; Deripaska: dispuesto a testificar ante el Congreso pero interesado en el estado del juego con Manafort. Estaré con él el próximo martes durante una semana”.
Pareciera que Steele también hizo lobby por Deripaska, del cual se habló en emails entre Bruce Ohr y Steele que recientemente fueron revelados por el Washington Examiner:
“Steele dijo que estaba ‘distribuyendo información reciente y sensible de Orbis’ sobre Deripaska que sugería que Deripaska no era una ‘herramienta’ del Kremlin. Steele dijo que enviaría el informe a un nombre que estaba tachado en el email”.
Fusion GPS fue también contratada por la abogada rusa Natalia Veselnitskaya en un caso anterior. Veselnitskaya estuvo involucrada en la demanda que enfrentó a la firma rusa Prevezon Holdings contra el financista británico-americano William Browder. Veselnitskaya contrató a la firma de abogados estadounidense BakerHostetler, quienes, a su vez, contrataron a Fusion GPS para investigar cosas sucias sobre Browder. Veselnitskaya fue una de las participantes de la reunión de junio de 2016 en la Trump Tower, en la cual conversó sobre la Ley Magnitsky.
El 9 de noviembre de 2017, Fox News informó que Simpson se reunió con Veselnitskaya inmediatamente antes y después de la reunión en la Trump Tower.
Un informe ultrasecreto desclasificado del Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera, publicado el 26 de abril de 2017, reveló que agencias gubernamentales, incluyendo el FBI, la CIA y la NSA, habían accedido de manera inapropiada a comunicaciones de estadounidenses. El FBI brindó a contratistas externos acceso a datos crudos de vigilancia de ciudadanos estadounidenses sin la debida supervisión.
También hubo este tipo de acceso a comunicaciones y otros datos de miembros de la campaña de Trump.
Bruce y Nellie Ohr conocían a Simpson desde al menos 2010 y conocían a Steele desde al menos 2006. Los Ohr trabajaron junto con Simpson en un informe de 2010 del DOJ. En ese informe, la biografía de Nellie Ohr la nombra trabajando para Open Source Works, que pertenece a la CIA. Simpson se reunió con Bruce Ohr antes y después de las elecciones de 2016.
Bruce Ohr estuvo varias veces en contacto con Steele durante la campaña presidencial de 2016, mientras Steele estaba armando su expediente. Ohr luego compartió activamente con el FBI información que recibió de Steele, luego de que la agencia ya no trabajaba con Steele como fuente. La interacción entre Ohr y Steele se mantuvo durante meses a lo largo del primer año de la presidencia de Trump y quedó documentada en varios FD-302, los memos que resumen sus entrevistas con el FBI.
Trampas de espías
En un intento por presentar evidencia de colusión entre la campaña de Trump y Rusia, pareciera que se armaron varias trampas de espías, con diferente éxito. Muchos de estos intentos parecieran girar en torno al asesor de la campaña de Trump George Papadopoulos e involucran al profesor Joseph Mifsud, radicado en Londres y con lazos con la inteligencia occidental, particularmente en el Reino Unido.
Papadopoulos y Mifsud trabajaron en el Centro de Práctica de la Ley Internacional en Londres (LCILP). Aparentemente Mifsud ingresó al LCILP alrededor de noviembre de 2015. Papadopoulos se habría unido al LCILP a fines de febrero de 2016, después de dejar la campaña presidencial de Ben Carson. Sin embargo, algunos informes indican que Papadopoulos ingresó al LCILP en noviembre o diciembre de 2015. Mifsud y Papadopoulos no habrían cruzado sus caminos sino hasta el 14 de marzo de 2016, en Italia.
Mifsud presentó a Papadopoulos a varios rusos, entre ellos Olga Polonskaya, a quien Mifsud presentó como la “sobrina de Putin”, e Iván Timofeev, funcionario del centro de estudios estatal llamado el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales. Tanto Papadopoulos como Mifsud fueron entrevistados por el FBI. Papadopoulos fue imputado por un delito de procedimiento y recientemente fue sentenciado a catorce días de prisión por mentir al FBI. Mifsud nunca fue imputado por el FBI.
Durante este periodo, Papadopoulos insistió constantemente con que funcionarios de la campaña de Trump se reunieran con contactos rusos pero no tuvo éxito en acordar ninguna reunión.
Papadopoulos se reunión con el diplomático australiano Alexander Downer el 10 de mayo de 2016. La reunión Papadopoulos–Downer ha sido descrita como un encuentro por casualidad en un bar. Ese no parece ser el caso.
A Papadopoulos le presentaron a Downer mediante una cadena de dos intermediarios que dijeron que Downer quería reunirse con Papadopoulos. Hubo otra persona que resultó estar en Londres exactamente al mismo momento: el director de contrainteligencia del FBI, Bill Priestap. Aún se desconoce el propósito de la visita de Priestap.
La reunión Papadopoulos–Downer luego fue utilizada para establecer la investigación de contrainteligencia del FBI sobre la colusión Trump-Rusia. Se ha reportado repetidas veces que Papadopoulos le dijo a Downer que Rusia tenía los emails de Hillary Clinton. Esto es incorrecto.
Según Downer, en algún momento Papadopoulos mencionó que los rusos tenían información perjudicial sobre Hillary Clinton.
“Durante esa conversación, él [Papadopoulos] mencionó que los rusos podrían usar material en su poder sobre Hillary Clinton en vísperas de las elecciones, lo cual sería perjudicial”, dijo Downer a The Australian sobre la reunión con Papadopoulos en un artículo de abril de 2018. “No dijo algo turbio, dijo material que podría ser perjudicial para ella. No, dijo que sería perjudicial. No dijo qué era”.
Durante su tiempo como ministro de relaciones exteriores de Australia, Downer fue responsable de una de las donaciones extranjeras más grandes a la Fundación Clinton: 25 millones de dólares del gobierno australiano.
Artículos de la prensa no confirmados, incluyendo un artículo de la BBC del 12 de enero de 2017, sugirieron que el FBI intentó obtener dos órdenes judiciales FISA en junio y julio de 2016, pero el tribunal FISA las negó. Es probable que Papadopoulos fuera el objetivo al que apuntaban estas FISA fallidas.
Es interesante que no haya menciones de Papadopoulos en el expediente Steele. Paul Manafort, Carter Pager, el exabogado de Trump Michael Cohen, el Gen. Michael Flynn y el exdirector de campaña de Trump Corey Lewandowski están mencionados en el expediente Steele.
Papadopoulos podría haber comenzado a asistir al FBI o la CIA y luego descubrió que se estaban preparando para vigilarlo a él.
Después de fallar en obtener una orden para espiar la campaña de Trump usando a Papadopoulos, el FBI puso en la mira al voluntario de la campaña Carter Page. Esta vez, la investigación de contrainteligencia estaba en proceso de ser establecida, y ahora se sabe que se formalizó sin ninguna inteligencia oficial. El FBI necesitaba algún tipo de cubierta legal. Necesitaban una orden judicial retroactiva. Y consiguieron una el 21 de octubre de 2016. La orden judicial FISA contra Page sería renovada tres veces y se mantendría en vigencia hasta septiembre de 2017.
Stefan Halper se reunió con Page por primera vez el 11 de julio de 2016 en un simposio de Cambridge, solo tres días antes del viaje de Page a Moscú de julio de 2016. Como se señaló anteriormente, el exdirector del MI6, Sir Richard Dearlove, fue uno de los oradores del simposio. Halper y Dearlove ya se conocían hace años y tenían varias conexiones mutuas.
Page ya era alguien conocido para el FBI. La solicitud de la orden judicial FISA contra Page hace referencia al caso de espionaje de Buryakov y a una entrevista del FBI con Page. Información actual sugiere que solo hubo una reunión entre el FBI y Page en 2016. Esta fue el 2 de marzo de 2016, en relación a Víctor Podobnyy, nombrado en el caso Buryakov.
Es casi seguro que Page, que cooperó con el FBI en el caso, haya brindado testimonio o detalles contra Podobnyy. Podobnyy había contactado a Page en 2013 y antes ya había brindado información al FBI. Buryakov se declaró culpable el 11 de marzo de 2016 –nueve días después de que Page se reuniera con el FBI sobre el caso– y fue sentenciado a treinta meses de prisión el 25 de mayo de 2016. El 5 de abril de 2017, se le otorgó la liberación anticipada y fue deportado a Rusia.
El presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, Devin Nunes, dijo en agosto que hay evidencia exculpatoria sobre Page que no fue incluida por el DOJ y el FBI en la solicitud FISA y en las subsiguientes renovaciones. La evidencia exculpatoria probablemente se relacione específicamente con el rol de Page en el caso Buryakov.
Si en la solicitud al tribunal FISA, el FBI no reveló la cooperación de Page con el buró o tergiversó materialmente su participación, eso significa que se violaron los procedimientos Woods del FBI, los cuales regulan las solicitudes FISA.
Page no ha sido arrestado ni imputado con ningún delito relacionado a la investigación.
Abuso de FISA
El almirante Mike Rogers, mientras era director de la NSA, fue personalmente responsable de destapar un nivel sin precedentes de abuso de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISA), que luego sería documentado en un fallo judicial FISA de 99 páginas, de acceso público. Como señaló el Tribunal FISA en el fallo del 26 de abril de 2017, los abusos habían estado ocurriendo desde al menos noviembre de 2015.
“El FBI había revelado información cruda de FISA, incluyendo, pero no limitado a, información adquirida de la Sección 702, […] a contratistas privados”.
“Los contratistas privados tuvieron acceso a información cruda de FISA en los sistemas de almacenamiento del FBI”.
“Los contratistas tuvieron acceso a información cruda de FISA que superaba el límite de lo necesario para responder a las solicitudes del FBI”.
El reporte del Tribunal FISA particularmente se enfoca en el FBI:
“Al Tribunal le preocupa la aparente indiferencia del FBI hacia las reglas de minimización y que el FBI pueda estar involucrado en divulgaciones similares de información cruda de la Sección 702 que no han sido reportadas”.
El Tribunal FISA reveló que las búsquedas ilegales en la base de datos de la NSA eran endémicas. Los contratistas privados, empleados por el FBI, tenían acceso completo a la base de datos de la NSA. Una vez en posesión de los contratistas, los datos ya no podían ser rastreados.
En abril de 2016, luego de que Rogers supiera del acceso inapropiado de los contratistas a la información cruda de FISA el 9 de marzo de ese año, dio directivas a la Oficina de Cumplimiento de la NSA para que realizara una “revisión fundamental estándar de cumplimiento asociado con 702”.
El 18 de abril de 2016, Rogers dio de baja todo acceso de contratistas externos a la información cruda de FISA –específicamente de contratistas externos que trabajaban para el FBI.
El director de la División de Seguridad Nacional (NSD) del DOJ, John Carlin, presentó las certificaciones de la Sección 702 de 2016 propuestas por el gobierno el 26 de septiembre de ese año. Carlin conocía en líneas generales el estado de la revisión de cumplimiento de Rogers. La NSD fue parte de la revisión. Carlin no reveló un informe crucial de la Oficina del Inspector General del 7 de enero de 2016, y abusos FISA vinculados con el Tribunal FISA en su certificación de 2016. Carlin tampoco reveló la revisión de cumplimiento de la Sección 702 que Rogers estaba llevando a cabo.
Al día siguiente, 27 de septiembre de 2016, Carlin anunció su renuncia, efectiva a partir del 15 de octubre de 2016.
Después de que el 20 de octubre de 2016 un oficial de cumplimiento de la NSA pasara información a Rogers sobre las numerosas violaciones “sobre consulta” de la auditoría de cumplimiento de la Sección 702 de la NSA, este puso fin a toda actividad “sobre consulta” al día siguiente y reportó sus hallazgos al DOJ. “Sobre consulta” son búsquedas basadas en comunicaciones que contienen la referencia “sobre” un objetivo de vigilancia pero no se dan “desde” o “hacia” el objetivo.
El 21 de octubre de 2016, el DOJ y el FBI solicitaron y recibieron del Tribunal FISA una orden judicial FISA Título I de causa probable que autorizaba la vigilancia electrónica de Carter Page.
En ese momento, el Tribunal FISA aún no estaba al tanto de las violaciones a la Sección 702.
El 24 de octubre de 2016, Roger informó oralmente sus hallazgos al Tribunal FISA. El 26 de octubre de 2016, Roger se presentó formalmente ante el Tribunal FISA y presentó por escrito los hallazgos de su auditoría. El Tribunal FISA no estuvo al tanto de las violaciones de consulta hasta que Roger no las presentó ante la corte.
Carlin no reveló su conocimiento sobre el abuso de FISA en la certificación anual de la Sección 702 a fin de evitar crear sospechas en el Tribunal FISA antes de recibir la orden judicial de FISA sobre Page. El FBI y la NSD estaban literalmente corriendo una carrera con la investigación de Rogers para poder obtener una orden judicial FISA sobre Carter Page.
Mientras ocurría todo esto, James Clapper del DNI y el secretario de Defensa, Ash Carter, presentaron una recomendación para que Rogers fuera removido de su cargo como director de la NSA.
La jugada para despedir a Rogers, que no tuvo éxito, comenzó a mediados de octubre de 2016 –exactamente cuando Rogers se estaba preparando para presentar sus hallazgos ante el Tribunal FISA.
La póliza de seguros
Desde la publicación de mensajes de texto del FBI que revelaron la existencia de una “póliza de seguros”, el término ha sido objeto de mucha especulación.
Algunos observadores han sugerido que la póliza de seguros era la orden judicial de espionaje FISA utilizada para monitorear al asesor de la campaña de Trump Carter Page y, por extensión, a otros miembros de la campaña de Trump. Esta interpretación es demasiado estrecha y no logra captar el significado subyacente del texto.
La póliza de seguros se refiere al proceso de establecer el relato sobre la colusión Trump-Rusia.
Este abarca acciones tomadas a fines de 2016 y comienzos de 2017, incluyendo la filtración del expediente Steele y las filtraciones de James Clapper sobre la información que James Comey brindó al presidente Trump. La intención detrás de estas acciones es simple. Legitimar la investigación contra la campaña de Trump.
La estrategia implicó la recusación de funcionarios de Trump con la intención de que Andrew McCabe acabara realizando la investigación.
El expediente Steele, pagado por la campaña presidencial de Clinton y el Comité Nacional Demócrata, fue la base para el relato de Rusia.
La comunidad de inteligencia, liderada por el director de la CIA, John Brennan, y del DNI, James Clapper, utilizó el expediente como plataforma para crear su evaluación de la Comunidad de Inteligencia.
Este informe, presentado a Obama en diciembre de 2016, a pesar de que el director de la NSA, Mike Rogers, tenía una confianza moderada en la evaluación, se convirtió en una de las piezas centrales del relato sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016.
Mediante filtraciones de la comunidad de inteligencia, en colusión con medios de comunicación, el relato de que Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones fue impuesto agresivamente durante 2017.
Spygate
Spygate representa el mayor escándalo político en la historia de nuestra nación. Una administración en funciones conspiró activamente con una campaña política para afectar el resultado de una elección presidencial de EE. UU. Agencias gubernamentales fueron utilizadas como armas y medios de comunicación cómplices difundieron filtraciones de la comunidad de inteligencia como si fueran hechos.
Pero la mayor pregunta aún permanece: ¿hace cuánto tiempo que Estados Unidos está sometido a la interferencia de la comunidad de inteligencia y a nuestras agencias políticas? ¿Acaso las elecciones presidenciales de 2016 fueron una aberración que solo se dio una vez, o este episodio es un síntoma de un patrón mayor que se remonta a décadas atrás?
La intensidad, la escala y la coordinación sugieren algo más grande que unas acciones desmedidas realizadas durante una sola elección. Representan una reacción unificada al establecimiento de una amenaza planteada por alguien que no pertenece al sistema –una reacción que ahora se conoce como Spygate.
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