Una investigación reciente descubrió que los cambios en la retina y el nervio óptico pueden mostrar los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer, en un momento en el que los tratamientos para frenar esta dolencia degenerativa podrían ser más eficaces.
Los ojos son ventanas al cerebro
«Hay estudios que sugieren que los cambios asociados al Alzheimer, como la formación de placas amiloides, comienzan una década o más antes de la aparición de síntomas como la pérdida de memoria», explica a The Epoch Times el Dr. Theodore Strange, catedrático de Medicina del Hospital Universitario de Staten Island, que forma parte de Northwell Health en Nueva York.
«Este periodo de tiempo suele denominarse ‘enfermedad de Alzheimer preclínica’ y es probable que comience entre 10 y 15 años antes de que los pacientes presenten síntomas», prosiguió, señalando que para cuando los síntomas se manifiestan, los pacientes ya presentan niveles moderados de la enfermedad, que puede tardar entre cuatro y ocho años en progresar hasta sus últimas fases.
Para descubrir hasta qué punto el Alzheimer puede detectarse precozmente a través de los ojos, los investigadores analizaron tejido donado de la retina y el cerebro de 86 personas con distintos grados de deterioro cognitivo. Compararon esas muestras con las de personas con una función cognitiva normal.
La retina es una fina capa de tejido situada en la parte posterior del ojo que contiene células llamadas fotorreceptores que detectan la luz y transmiten la información visual al cerebro. El nervio óptico transporta la información visual de la retina al cerebro.
Los investigadores descubrieron que las retinas de los pacientes con deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer presentaban:
-Una «sobreabundancia» de proteína beta-42 amiloide, que en los pacientes con enfermedad de Alzheimer se agrupa formando placas que alteran la función cerebral.
-Acumulación de proteína beta amiloide en las células ganglionares, que sirven de puente entre la retina y el nervio óptico.
-Aumento de la cantidad de astrocitos y células inmunitarias, células microgliales, que rodean estrechamente las placas de beta amiloide.
-Más de un 80 por ciento menos de células microgliales que eliminan las proteínas beta amiloides de la retina y el cerebro.
Los cambios también eran evidentes en personas que parecían mentalmente sanas, lo que hace de este un posible predictor precoz del deterioro cognitivo.
Estos cambios retinianos se correlacionaron con la fase patológica de la enfermedad de Alzheimer y el estado mental de los pacientes. También se correlacionaron con cambios en partes del cerebro responsables de la memoria, la navegación y la percepción del tiempo.
Pruebas oculares actuales que ayudan a detectar el Alzheimer
En la actualidad, no existe ninguna prueba que determine si un paciente padece la enfermedad de Alzheimer.
«La retina, una prolongación del desarrollo del cerebro, ofrece una oportunidad sin igual para la monitorización asequible y no invasiva del sistema nervioso central», afirma en un comunicado Yosef Koronyo, primer autor del estudio, máster en microbiología y biotecnología e investigador asociado del Departamento de Neurocirugía del Cedars-Sinai.
Actualmente existen pruebas oculares que los médicos pueden utilizar para detectar el riesgo de enfermedad de Alzheimer y que se basan en la reacción del ojo a un estímulo o en cambios en su estructura.
Tomografía de coherencia óptica (OCT)
La OCT es una técnica de imagen no invasiva que utiliza ondas de luz para captar imágenes de alta resolución de la retina. La OCT puede detectar cambios en el grosor de la capa de fibras nerviosas de la retina, que pueden ser indicativos de la enfermedad de Alzheimer.
«Los estudios demostraron que los enfermos de Alzheimer presentan una pérdida de células ganglionares de la retina que puede medirse en el ojo con la tomografía de coherencia óptica», afirma el Dr. Daniel Laroche, director de los Servicios de Glaucoma y presidente de Advanced Eyecare of New York.
Examen de glaucoma
Incluso un examen rutinario del glaucoma puede ofrecer pistas sobre nuestro riesgo de deterioro cognitivo.
Se descubrió que los pacientes con glaucoma de tensión normal tienen un riesgo un 52 por ciento mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
«Ambas enfermedades están asociadas al envejecimiento», afirma Laroche. «En ambas afecciones, la presencia de inflamación puede provocar daños autoinmunes en las células T y pérdida de células ganglionares de la retina».
Añadió que «una dieta sana, ejercicio y 15 minutos de meditación al día pueden retrasar el desarrollo de ambas afecciones.»
Fotografía de fondo de ojo de campo ultraamplio
La fotografía del fondo del ojo consiste en tomar una fotografía ampliada de la parte posterior del ojo, incluyendo la retina y el nervio óptico.
Según un estudio piloto publicado en Ophthalmic Research, esta técnica puede detectar alteraciones oculares asociadas a la enfermedad de Alzheimer.
Pupilometría
Mide los cambios en el tamaño de la pupila en respuesta a la luz. En un estudio publicado en la revista Scientific Reports, los investigadores descubrieron que las personas con Alzheimer tenían una respuesta pupilar más lenta a la luz que los individuos sanos. Esto puede deberse a cambios en el cerebro que afectan a la regulación de la pupila.
La Universidad de California está desarrollando una aplicación para teléfonos inteligentes que comprueba la respuesta de la pupila, lo que podría permitirnos comprobar en casa nuestra salud neurológica, incluido el riesgo de padecer Alzheimer.
«Aunque aún queda mucho trabajo por hacer, estoy entusiasmado con el potencial de esta tecnología para sacar la evaluación neurológica de los laboratorios clínicos y llevarla a los hogares», afirma en un comunicado Colin Barry, primer autor del estudio y doctorando en ingeniería eléctrica e informática de la Universidad de California en San Diego.
Es importante tener en cuenta que estos métodos aún se encuentran en las primeras fases de desarrollo y que se necesita más investigación para confirmar su eficacia en la detección de la enfermedad de Alzheimer.
Además, estos métodos no sustituyen al diagnóstico clínico de la enfermedad de Alzheimer, que suele consistir en una combinación de pruebas cognitivas e imágenes médicas.
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