Troy Pierini, estudiante de segundo año de preparatoria en el condado de Orange, no ha podido entrar a su salón de clases, han llamado a la policía, ha recibido una citación por violación de la propiedad y, finalmente, ha sido suspendido, todo porque se ha negado a llevar una mascarilla.
Pierini, de 16 años, dice que tiene un problema de aprendizaje, y que la tela que le tapa la boca —y la de su maestro— solo empeora las cosas. Dice que sus amigos sienten lo mismo.
«Es difícil oír al profesor cuando habla», dijo a The Epoch Times. «Es difícil concentrarse en clase y a los niños con lentes se les empañan y les cuesta ver la pizarra. Afecta a una gran variedad de personas, no solo a mí».
La última acción tomada contra Pierini —una suspensión de tres días por parte de los funcionarios de la escuela preparatoria Tesoro en Los Flores, que está en el sur del condado de Orange— es ilegal, según el abogado Ryan Heath, que ha sido contratado por la familia de Pierini y es el fundador del Proyecto Gavel, una firma de derechos civiles sin fines de lucro.
«[La escuela] no tiene autoridad legal para suspenderlo», dijo Heath a The Epoch Times. «Troy tiene derecho a estar [en la escuela]. Está realizando un acto de libertad de expresión».
El Distrito Escolar Unificado de Capistrano, que rige la escuela de Pierini, dijo que no podía comentar sobre su caso, sin embargo, afirmó que un estudiante que se presenta a la escuela después de haber sido suspendido se considera invasión.
«Adoptamos un enfoque gradual para trabajar con los estudiantes y sus familias en un esfuerzo por acomodar a nuestros estudiantes», dijo Ryan Burris, un portavoz del distrito, a The Epoch Times en un correo electrónico. «Sin embargo, si un estudiante desafía a la dirección y perturba el aprendizaje de los alumnos, puede ser suspendido. Si esto ocurre, no se permite que el estudiante entre en el campus. Al hacerlo, se les consideraría allanamiento de morada».
Burris dijo que el distrito «respeta profundamente» el derecho a la libertad de expresión y la diversidad de opiniones, pero que la lucha no tiene por qué producirse en las instalaciones escolares.
«Nuestros planteles escolares no hacen las reglas, pero deben cumplirlas», dijo. «Estos mandatos son creados por el estado y seguimos pidiendo a todas las familias que compartan sus opiniones con el gobernador y con el Departamento de Salud Pública de California».
A pesar de los derechos constitucionales de Pierini —estará fuera de la escuela hasta el 22 de febrero— otros dicen que su salud mental también está posiblemente en riesgo.
Los temas de los estudiantes que protestan contra los mandatos de las mascarillas en todo el país se han vuelto más comunes en las últimas semanas, a medida que la variante ómicron ha disminuido y los expertos han hablado, cada vez más, sobre las posibles consecuencias médicas, emocionales y psicológicas de los últimos dos años.
«Hay pruebas abrumadoras de que [el uso de mascarillas por parte de los niños] está causando un daño significativo», dijo el Dr. Mark McDonald, un psiquiatra infantil con sede en Los Ángeles y autor de United States of Fear, un libro publicado en noviembre de 2021, que analiza el impacto de que los niños usen mascarillas.
McDonald no ha tratado a Pierini, pero dice al respecto de su caso —y de otros niños que toman una decisión similar de no usar mascarilla— que pueden sufrir secuelas emocionales más adelante.
«Los niños que quieran levantarse y no llevar [mascarilla]… van a sentir una tremenda presión para conformarse hasta que todos los niños dejen de llevarlas», dijo McDonald a The Epoch Times. «Se sentirán excluidos. Probablemente se sentirán intimidados. Y ciertamente se sentirán condenados al ostracismo si no se ajustan al grupo».
McDonald dijo que también le preocupan los niños más jóvenes que Pierini.
La falta de posibilidad de socializar libremente y el hecho de llevar tanto tiempo las mascarillas, dijo McDonald, ha hecho que el coeficiente intelectual de los niños nacidos después de la pandemia disminuya.
McDonald citaba dos estudios recientes de la Universidad de Brown: uno que revela que los bebés nacidos después de la pandemia muestran un descenso de 22 puntos en su coeficiente intelectual y, el otro: que casi el 25% de los niños de entre 0 y 5 años han experimentado un descenso general de la función cerebral cuando se comparan los años de la pandemia, 2020 y 2021, con los de 2019.
Los niños enviados por problemas en el habla, dijo McDonald, también han aumentado hasta un 300 por ciento, ya que los niños están teniendo dificultades para aprender a hablar porque ya no pueden ver cómo los maestros enuncian sus palabras.
Por último, McDonald también dice que algunos niños han desarrollado una «obsesión similar a la de tener un chupón en la boca» con las mascarillas y pueden seguir usándolas, como una muleta, incluso cuando el mandato sea finalmente levantado.
«[Para los niños con fobias sociales,] están usando [las mascarillas] como una forma de escapar de enfrentarse a los desafíos sociales que enfrentan. Básicamente, está permitiendo una forma de enfermedad mental leve y de retraso en el desarrollo», dijo.
Dado que el mandato de las mascarillas sigue vigente para los estudiantes de California al menos hasta finales de febrero, algunos dicen que ha habido una tendencia, que puede continuar, de una cantidad sin precedentes de padres que retiran a sus hijos de la escuela pública, optando por otras opciones.
«Creo que se va a producir una enorme avalancha hacia las puertas de salida», dijo a The Epoch Times Lance Izumi, director principal del Centro de Educación del Instituto de Investigación del Pacífico, un think tank con sede en San Francisco que ofrece análisis políticos basados en los principios del libre mercado. «Muchos padres están hartos de las cosas».
Según Izumi, los padres «ya están optando por la educación en casa en masa ahora mismo», y la tasa de educación en casa en California se ha duplicado al menos desde el comienzo de la pandemia.
«Una de las cosas que enfurece a los padres es que sus funcionarios elegidos y los no elegidos, como los directores de salud, no parecen estar interesados en escucharlos», dijo Izumi. «Parecen totalmente desinteresados en mantener cualquier tipo de diálogo constructivo con los padres sobre los costes y beneficios de estas políticas».
Si un número suficiente de estudiantes decide no asistir a la escuela, y los distritos pierden suficiente financiación como resultado, Izumi dijo que cree que se iniciará el diálogo necesario entre los padres preocupados y los funcionarios de educación.
Pero los padres han liderado protestas y han hablado con rabia en las reuniones del consejo escolar.
Aunque sus esfuerzos, hasta ahora, no han tenido éxito, Sharon McKeeman, fundadora de «Let Them Breathe», dijo que no todo está perdido.
«Lo más importante que han conseguido los padres que se han manifestado es ayudar a formar este movimiento y ayudar a la comunidad a conectarse, y ayudar… a crear conciencia», dijo McKeeman a The Epoch Times.
Ahora que los estudiantes están asumiendo cada vez más la causa, como Pierini, la dinámica de empujar y tirar puede haber comenzado a cambiar.
«El Estado ha puesto [a las escuelas] en un ‘dilema sin salida'», dijo McKeeman. «El Estado ha dicho ‘haz que se cumpla este mandato ilegal’ pero … no ha dado [a las escuelas] ninguna forma legal de hacerlo cumplir que no viole los derechos de los estudiantes».
Los estudiantes en el campus «compartiendo pacíficamente sus sonrisas», dijo, «van a hacer que las escuelas le digan al estado que se han puesto en una situación insostenible y que el mandato tiene que terminar».
Los estudiantes, como Pierini y otros, dijo McKeeman, han creado un punto de inflexión.
«Está marcando una diferencia muy grande», dijo.
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