La tortuga charapa, también llamada tortuga arrau y tartaruga, por décadas fue sobreexplotada en la Amazonia brasileña y ahora está regresando donde hay vigilantes de la población local que las protegen noche y día, en vez de personal externo, destaca un estudio de la Universidad de East Anglia.
«Este estudio demuestra claramente la efectividad de potenciar la acción de gestión local por parte de los sectores interesados que tienen la mayor participación y una presencia 24/7 (24 horas los siete días a la semana) en los sitios clave de conservación”, dijo el profesor Carlos Peres de la Escuela de Ciencias Ambientales de la UEA, según el reporte de Eurekalert el 13 de noviembre.
El estudio titulado ‘Beneficios colaterales multiespecíficos de un programa de conservación basado en la comunidad amazónica’, se publicó en la revista Nature Sustainability. La tortuga charapa o podocnemis exansa, en su nombre científico, alcanza los 90 cm de largo.
«Confiar en un puñado de funcionarios del gobierno, que a menudo se basan en centros urbanos, para proteger cinco millones de kilómetros cuadrados de ríos y bosques amazónicos es, en el mejor de los casos, una batalla perdida que hasta ahora ha fracasado en gran medida», dijo el profesor Peres.
El equipo en colaboración con la Universidad Federal de Alagoas, la Universidad Anglia Ruskin y la Universidad Federal del Amazonas, propone al nuevo Gobierno apoyar la conservación local para lograr el éxito de los programas de restauración ecológica.
Los investigadores examinaron las especies de animales en las orillas de los ríos protegidos y desprotegidos a lo largo de 1000 km del río Amazonas.
“Ahora hay más de nueve veces más tortugas que nacen en estas playas, que en 1977, lo que equivale a un aumento anual de más de 70.000 crías”, dice el documento, según Eurekalert.
“De más de 2000 nidos de tortugas monitoreados en playas protegidas, solo el dos por ciento fueron atacados por cazadores furtivos. En contraste, en playas desprotegidas, los cazadores furtivos habían cosechado el 99 por ciento de los huevos de los 202 nidos encuestados”.
No solo se demostró que las tortugas se beneficiaron por el programa de apoyo local, sino también otras especies, como las aves migratorias, el Black Skimmer, el charrán de pico grande y el Nighthawk de color arena, así como el Caiman negro, los delfines de río, la iguana verde y los grandes bagres.
A lo largo del río Juruá, el programa de conservación comunitario de reducido presupuesto está manejado por la misma población, que realiza una vigilancia 24 horas del día durante los cinco meses de la temporada de cría de tortugas.
«Actualmente, seis millones de personas en la Amazonia brasileña dependen de la naturaleza salvaje. Al incluir a los habitantes locales en las prácticas de conservación, podemos aumentar la efectividad de los resultados de conservación y mejorar el bienestar local”, dijo el autor principal, el Dr. João Campos-Silva, investigador postdoctoral en la Universidad Federal de Alagoas, Brasil.
«Encontramos enormes diferencias entre los resultados ecológicos y sociales en este programa. Pero hay una insatisfacción generalizada expresada por los guardias de playa, que obtienen muy poco rendimiento por lo que puede ser un trabajo peligroso.
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