Esta semana, una importante compañía farmacéutica despidió a muchos empleados que se negaron a recibir la vacuna contra el COVID-19. Syneos Health es una empresa global de subcontratación farmacéutica con unos 28,000 empleados en más de 110 países. Tiene contratos con grandes compañías farmacéuticas, incluido Johnson & Johnson/Janssen, que fabrica vacunas anti-COVID.
Si bien J&J emplea representantes farmacéuticos, también contrata a Syneos Health para proporcionar representantes farmacéuticos adicionales. Cada representante de Syneos está emparejado con uno de J&J y trabajan juntos, vendiendo medicamentos a médicos y a otros proveedores de atención médica.
“Es exactamente el mismo trabajo, exactamente los mismos clientes, exactamente el mismo informe de gastos. Todo es igual, solo estamos empleados a través de diferentes empleadores. Y, sin embargo, nos obligan a vacunarnos y a ellos no. Nos dicen que es porque no podemos hacer nuestro trabajo, pero mi contraparte de Janssen puede no estar vacunada, tener una exención y seguir haciendo exactamente el mismo trabajo”, dijo un representante de ventas a The Epoch Times.
Dos representantes farmacéuticos de Syneos recientemente despedidos hablaron con The Epoch Times bajo condición de confidencialidad mientras finalizan sus prestaciones laborales y buscan un nuevo trabajo.
Dijeron que J&J está otorgando exenciones médicas y religiosas permanentes para sus empleados, lo que les permite mantener sus trabajos, pero las exenciones de Syneos eran temporales y su tiempo de aplicación se acabó.
Los empleados que solicitaron exenciones a las vacunas recibieron una carta de «buenas/malas noticias» de parte de Syneos el 9 de diciembre. La buena noticia: La empresa estaba otorgando una exención temporal. La mala noticia: La exención finalizó el 31 de enero, junto con sus trabajos. Hasta entonces, a los empleados no se les permitía ingresar a ningún edificio de Syneos en EE.UU.
Los empleados de Florida recibieron una carta diferente, otorgándoles una exención temporal a la vacuna. La carta les permite ingresar a los edificios de Syneos en Florida, pero los edificios de la compañía fuera del estado están prohibidos. Sus exenciones serán reevaluadas en 30 días, decía la carta. Los que están en Florida están protegidos por una ley estatal que hace que sea más complicado para las empresas exigir vacunas contra el COVID-19.
Syneos no respondió a una solicitud de comentarios y no mencionó la cantidad de empleados que se vieron afectados a causa de la problemática sobre las exenciones. Los exempleados dijeron que el despido masivo fue en toda la empresa.
Los trabajadores farmacéuticos dicen no
Los representantes de ventas farmacéuticas de Syneos, muchos de ellos con formación en ciencias o salud, asisten a una escuela farmacéutica de dos meses cuando son contratados. Aquí, se les enseña la ciencia detrás de los medicamentos que venden. No estaban vendiendo vacunas contra el COVID, pero tienen un conocimiento práctico de los productos farmacéuticos.
“Muchos de nosotros cuestionábamos las vacunas porque no pasaron por los estudios de seguridad y eficacia adecuados que tradicionalmente se requieren para todos los medicamentos. Y al estar en la industria médica, parte de nuestro trabajo es discutir la seguridad y la eficacia de nuestros productos y de los productos de nuestros competidores con médicos, asistentes médicos y enfermeras practicantes. Ya que no había datos de seguridad y eficacia de estas vacunas contra el COVID, muchos de nosotros queríamos esperar”, dijo un exempleado de Syneos.
Estos empleados no consideraron las vacunas como «malas». Solo querían más datos antes de tomar una decisión. Mucha gente accedió a aplicarse las vacunas sin cuestionarlo.
«El gobierno dijo que hicieran esto; es lo mejor para ustedes y pueden volver a la normalidad», dijo un exempleado. «A medida que ha pasado el tiempo, hemos visto, obviamente, que estas no son vacunas reales que te inoculan y te dan inmunidad. Y hay muchos informes -y personas que conocemos personalmente- que se han lesionado a causa de estas vacunas, por lo que hay un buen porcentaje de nosotros que nunca las recibió. A medida que iban llegando los datos, empezamos a rechazarlas».
Algunos ya tenían COVID-19 y confían en su sistema inmunológico, algunos tenían objeciones religiosas.
“Dios nos dio un sistema inmunitario y ya ha demostrado que nuestro sistema inmunitario natural funciona, por lo que no hay razón para tomar un medicamento experimental”, dijo un exempleado.
El otro exempleado dice que es cuestión de no vivir con miedo.
“Sé que el COVID se ha cobrado la vida de personas al igual que la gripe, la neumonía y otros virus. Pero no voy a inyectarme algo que no tiene datos a largo plazo. No me siento cómodo siendo un experimento para estas compañías farmacéuticas, y el COVID tiene un porcentaje tan alto de supervivencia que no hay necesidad de que lo haga”.
«Mucha gente vive con miedo, y vive a través de lo que le dicen los medios de comunicación, y es lamentable que no haya más gente que investigue. La tasa de supervivencia es tan alta y yo estoy tan sano que no tengo motivos para tener miedo».
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