Si has leído nuestro artículo «Un día en la vida de un emperador chino«, te habrás sorprendido el poco trabajo total que el Emperador Kangxi de la dinastía Qing hacía a diario para ser efectivo.
En su día, las reuniones eran de sólo 1.5 horas. Todos los demás negocios los hacía durante el desayuno y el almuerzo. El resto del tiempo se pasaba en su biblioteca leyendo, entretenido con el canto y la danza, o en la reflexión religiosa. Y sin embargo, logró expandir y proteger los territorios chinos, fomentar el comercio con Occidente, compilar un compendio de la poesía de la Dinastía Tang y clasificar cada palabra en el idioma chino.
Por supuesto, tenía todo un ejército de asistentes personales, pero a juzgar por la investigación, el Emperador Kangxi aparentemente sabía algo acerca de cómo aprovechar al máximo su tiempo y energía. A continuación se presentan algunos consejos para ayudarte a hacer crecer tu imperio sin agotarte.
Conoce tus mejores horas
Kangxi comenzaba y terminaba su día en meditación y adoración, dos horas al despertar, cuatro antes de acostarse. Además de ayudar al emperador a tener una mente limpia y centrarse en sus prioridades, estas horas actuaban como sesiones de calentamiento y relajación. Como saben los viajeros, comenzar a correr tan pronto como uno se despierta no es el mejor comienzo para ningún día.
Los expertos en productividad recomiendan evitar el inicio de la jornada de trabajo revisando los correos electrónicos, ya que permite que las exigencias innumerables de otros determinen tus actividades. Mientras tanto, habrás desperdiciado las horas más frescas de tu cerebro para ponerte al día, en lugar de algo proactivo.
En cambio, recomiendan hacer lo que hizo Kangxi: comenzar cada día planificando lo que intentas lograr. Su primera orden de trabajo era revisar los escritos que traían noticias de todo el imperio, lo que le ayudaba a decidir con cuáles oficiales tendría que reunirse a las 9:30 a.m., una hora privilegiada para el pensamiento creativo y la toma de decisiones.
Kangxi cortaba ese sentimiento de necesitar un café o desmayarse a las 3 p.m. evitando hacer cualquier trabajo a esa hora. A media tarde, lo habrías encontrado relajado con alguna poesía o viendo una actuación. En lugar de leer un informe más o revisando correos electrónicos, lo mejor es obtener algo de variedad en la tarde.
Los chinos tienen el antiguo concepto de las horas-órgano, es decir, que existen ciertos procesos biológicos y tareas se adaptan mejor a las diferentes horas del día según los sistemas de funcionamiento de los órganos más activos en ese momento. De manera similar, los investigadores modernos han llegado a comprender el impacto de los ciclos circadianos sobre la productividad.
Trabaja menos, juega más
Parece tan contradictorio que para trabajar mejor debemos jugar más, pero es verdad.
Stewart D. Friedman, Profesor de Práctica de Gestión de la Escuela Wharton, descubrió en un experimento que cuando las personas se centran más en sus familias, comunidades o desarrollo personal en lugar de solo su trabajo, su desempeño en el trabajo realmente aumenta junto con la satisfacción general de vida.
El Emperador Kangxi puso su tiempo donde estaban sus prioridades. Siendo un hombre profundamente espiritual y culto, pasaba la mayor parte de su día en la oración budista y participaba en las artes. Estas actividades le ayudaron a conectarse culturalmente con sus súbditos chinos, la mayor parte de los cuales no eran del mismo origen étnico que la familia real de manchuria.
La clave es elegir actividades de ocio que reflejen lo que es importante para nosotros. Pasar tiempo haciendo actividades de ocio que no tienen nada que ver con nuestros valores (por ejemplo, ver Netflix en exceso) no servirá para nada. La idea es que centrarse aquello que es nuestra pasión alimenta nuestro trabajo diarios y nos ayuda a filtrar las tareas verdaderamente sin importancia, lo que nos lleva a nuestro próximo punto.
Trabajar selectivamente
Tu jefe, colegas, clientes, padres, vecinos, niños e incluso tus mascotas siempre están listos para entregarte una lista de demandas para mantenerte ocupado desde el amanecer hasta el anochecer. Y solo eres tú, un ser normal, no un emperador. Si Kangxi hubiera hecho lo que la mayoría de nosotros hacemos (todo, para complacer a todos), su imperio habría estado en un caos total.
Por eso es inteligente que diseñara una escasez artificial en su agenda. Ten en cuenta que él solo tenía reuniones de 1,5 horas al día, no más, porque eso habría cortado su hora del almuerzo real.
Puedes hacer lo mismo. Oblígate a ti y a todos los demás a elegir sólo las tareas que hacen la mayor diferencia.
Leer con hambre
William C. Taylor, cofundador de la revista Fast Company, escribió:
Herminia Ibarra, autora de «Actúa como un líder, piensa como un líder», ciertamente respaldaría eso.
Ambos autores postulan que una tarea esencial de liderazgo es exponerse constantemente a nuevas personas, actividades y ambientes, rompiendo así conceptos rígidos de uno mismo. ¿Con qué frecuencia es que nos seguimos golpeando la cabeza en la pared tratando de resolver nuevos problemas con viejas herramientas y viejas formas de pensar? Esa no es forma de salir adelante.
En su continua educación autodidacta, Kangxi leía constantemente temas de filosofía, historia, literatura, arte, agricultura, estrategia militar y gobernabilidad. Se reunía regularmente con sabios de diversas tradiciones, incluyendo misioneros cristianos del extranjero.
Descansa bien
Por último, Kangxi tenía sus ocho horas de sueño recomendadas, además de una siesta en la tarde. El sueño es esencial para mantener la memoria, el buen juicio, la concentración, el estado de ánimo, así como una gran cantidad de funciones biológicas como la regulación hormonal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los EE. UU. llaman a la privación del sueño una «epidemia de salud pública». Para las personas modernas, el sueño no debe ser negociable, más allá de si tenemos imperios para recorrer o no.
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