Más de tres años después del primer brote de COVID-19 en Wuhan, China –la ciudad que se convirtió en la zona cero de la pandemia mundial– el virus está resurgiendo en el país comunista.
A medida que la variante de ómicron apodada Eris, nombre de la diosa griega de la lucha y la discordia, se propaga por China, el país ha vuelto a registrar un aumento de muertes entre las altas esferas del régimen. Esto ocurre pese a que la elite goza de atención médica y medicamentos a los que ciudadanos comunes no tienen acceso.
Entre los fallecidos en la última oleada del virus hay docenas de funcionarios, altos ejecutivos, destacados académicos y científicos, algunos de entre 20 y 30 años de edad. El repunte de muertes se asemeja al que se produjo a finales de diciembre, cuando el país tuvo que hacer frente a otro enorme aumento de casos que puso a hospitales y crematorios al límite de su capacidad.
Recientes obituarios de figuras prominentes, publicados por medios de comunicación chinos, entidades estatales y universidades chinas, han destacado sus afiliaciones al PCCh, con títulos como «destacado miembro del Partido Comunista».
El Sr. Li Hongzhi, fundador de la práctica espiritual Falun Gong, declaró a The Epoch Times el 26 de agosto que el virus está apuntando al Partido Comunista Chino (PCCh) y a quienes siguen ciegamente al partido, lo defienden y le entregan sus vidas.
En enero, el Sr. Li afirmó que más de 400 millones de personas habían muerto por COVID-19 en China, y que el Partido ha estado encubriendo la verdadera situación de la pandemia desde que comenzó hace más de tres años.
Al inicio de la pandemia, en marzo de 2020, el Sr. Li describió a las plagas como algo inevitable, que ocurren cuando los valores morales se deterioran.
«Cuando el corazón humano ya no es bueno, entonces crea ye (karma), se enferma y sufre calamidades», escribió el Sr. Li en un artículo titulado «Raciocinio«.
«Pero el actual “virus del PCCh” (neumonía de Wuhan) este tipo de epidemia tiene un propósito, tiene un objetivo y por eso viene. Ese ha venido para eliminar a los elementos del partido perverso y a la gente que va junto con el perverso partido comunista chino».
El consejo del Sr. Li es «mantenerse alejado del perverso partido comunista chino, no ponerse en fila para el partido perverso, porque detrás de su espalda está el demonio rojo, su comportamiento superficial es el de un matón y es capaz de cometer los peores crímenes».
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina arraigada en las creencias tradicionales chinas sobre el desarrollo moral y espiritual. Está compuesta por ejercicios de meditación y un conjunto de enseñanzas morales centradas en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Se practica en más de 100 países de todo el mundo.
Se calcula que en 1999, Falun Gong contaba con 100 millones de practicantes en China. El régimen comunista, temeroso de esta popularidad, inició una violenta persecución en contra de esta fe, lo que ha causado la muerte de un número incalculable de practicantes.
Perspectiva histórica
En los últimos tres años y medio, el mundo ha aprendido a convivir con el virus, mientras el régimen gobernante de China proseguía agresivamente con su draconiana campaña de «Cero COVID» con el objetivo de eliminar todos los casos potenciales.
Eris, la variante dominante que está aumentando las tasas de contagio en Estados Unidos y otros países, no parece ser más peligrosa que las anteriores, según expertos de la salud.
Aunque las autoridades chinas han restado importancia al riesgo para la salud pública y el 28 de agosto eliminaron el requisito de presentar una prueba de COVID-19 para los viajeros internacionales, algunos observadores han interpretado las muertes de las élites chinas como una señal de que la situación en el país podría no ser tan optimista como las autoridades quieren aparentar.
El número de muertos en China supera ampliamente el de cualquier otro país durante la pandemia, señaló Heng He, analista de asuntos políticos chinos radicado en Estados Unidos.
Según las observaciones del Sr. Heng, a lo largo de la historia, los desastres naturales en China han surgido cuando hay un cambio de dinastías.
“En la cultura tradicional china, prevalece la creencia de que los desastres son un reflejo del estado moral”, dijo a The Epoch Times.
Un ejemplo que citó es el de la peste bubónica durante la última fase de la dinastía Ming. Durante la década de 1640, esa epidemia mortal acabó con cientos de miles de personas y contribuyó al colapso de la dinastía. La plaga desapareció cuando China entró en la siguiente dinastía Qing, su última era imperial.
Lo que está sucediendo hoy parece reflejar esto, dijo. “El régimen del PCCh, por lo que veo, se acerca a su fin”.
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