El presidente Donald Trump anunció una hoja de ruta de dos años valorizada en USD 53 millones, para prevenir un número persistentemente alto de suicidios entre veteranos de guerra de EE.UU.
«El suicidio de veteranos es una tragedia que este país comenzó a dimensionar en las décadas posteriores a la Guerra Civil, pero que tristemente quedó sin ser abordada durante generaciones», dijo Trump durante una conferencia en la Casa Blanca el 17 de junio.
Trump firmó una orden ejecutiva en marzo de 2019 que aprueba la Hoja de Ruta del Presidente para Empoderar a los Veteranos y Poner Fin a una Tragedia Nacional de Suicidio (PREVENTS). Luego se creó un grupo de trabajo a nivel de gabinete para diseñar la hoja de ruta finalmente lanzada el miércoles.
«Hoy, mi administración está tomando medidas para asegurar que los hombres y mujeres que valientemente lucharon por nosotros cuando fueron requeridos, reciban el cuidado y la atención que necesitan durante algunas de sus horas más oscuras», dijo Trump.
Los veteranos de guerra son 1.5 veces más vulnerables al suicidio que los no veteranos, y alrededor de 6000 veteranos se suicidan cada año, de acuerdo con la declaración pasada de un alto funcionario de la administración en una llamada de prensa de fondo, mientras que las mujeres veteranas tienen 2.2 veces más probabilidades de suicidarse que la población general.
La mayoría de los veteranos no van al Departamento de Asuntos Veteranos para recibir atención médica, dijo el funcionario.
«Aproximadamente 20 veteranos y guardias se suicidan cada día. Y, desafortunadamente, solo—alrededor del 30 por ciento, 6 de esos 20, tienen alguna conexión con VA», añadió el funcionario.
Según el Informe Anual sobre la Prevención de Suicidios para Veteranos del año pasado, el número de suicidios de veteranos aumentó de 15.9 por día en 2005 a 16.8 en 2017. Las armas de fuego se utilizaron en el 70.7 por ciento de los suicidios de veteranos varones y en el 43.2 por ciento de los suicidios de veteranas mujeres en 2017.
Resultados claves
La PREVENTS se basa en tres entregas clave: la hoja de ruta, el cual es un documento de 60 páginas basado en 10 recomendaciones y nueve prioridades, y es un aspecto clave del programa. Las recomendaciones incluyen la vigilancia de los suicidios y una campaña de salud pública.
Otro objetivo es la Estrategia Nacional de Investigación que tiene por objeto comprender el contexto, mejorar la forma de acceder a los datos sobre el suicidio y comprender cómo intervenir de manera efectiva.
El tercer objetivo, según los funcionarios de la Casa Blanca, será una propuesta legislativa. La administración federal estudiará durante el próximo año lo que ya está sucediendo y estudiará los fondos disponibles en varias agencias gubernamentales.
«Pero también hemos estado rastreando, buscando, reuniéndonos y hablando con los legisladores y defensores que están trabajando para que podamos ver: ¿Cuáles son las brechas y qué hay que añadir a lo que ya existe?», dijo el alto funcionario de la administración.
Para garantizar el tercer objetivo, el gobierno federal también estudiará lo que está disponible a nivel de la comunidad, cómo coordinar y apoyar lo que ya se está cumpliendo.
«La PREVENTS tiene como objetivo reunir a las partes interesadas de todos los niveles del gobierno y del sector privado para trabajar de la mano con el fin de proporcionar a nuestros veteranos los servicios de salud mental y de prevención del suicidio que necesitan», dijo el secretario de Asuntos de Veteranos, Robert Wilkie.
La administración Trump también lanzará en las próximas semanas una Campaña Nacional de Activación para la Prevención del Suicidio, el cual tiene por objetivo crear conciencia sobre el suicidio y la salud mental.
La campaña, que incluirá mensajes coordinados de diversos colaboradores gubernamentales, no gubernamentales y mensajes en los medios nacionales de radio, televisión, y digital, se centrará en los estados con una mayor concentración de veteranos.
La campaña involucrará a embajadores de alto perfil como Karen Pence, esposa del vicepresidente Mike Pence, y el director de salud pública de Estados Unidos, Jerome Adams.
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