En su muy esperado anuncio el 15 de noviembre de su entrada en las elecciones presidenciales de 2024, el expresidente Donald Trump describió una rivalidad económica entre Estados Unidos y China que se ha intensificado constantemente antes, durante y después de su victoria en las elecciones de 2016, y argumentó que sus políticas son las únicas que pueden mantener la competitividad de Estados Unidos y evitar que el régimen chino se convierta en la primera potencia mundial.
«Recuerden que la seguridad económica es la seguridad nacional. Y eso es lo que necesitamos la seguridad económica. Por eso lanzaremos una campaña total para eliminar la dependencia de Estados Unidos de China, llevaremos nuestras cadenas de suministro, que ahora mismo son un desastre», dijo Trump ante una multitud en su residencia de Mar-a-Lago.
Antes de ser elegido en 2016, el régimen comunista se estaba moviendo agresivamente para tratar de superar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo, dijo Trump, citando la política industrial «Made in China 2025» de Beijing que buscaba transformar a China en una potencia manufacturera de alta tecnología para el año 2025.
Sin embargo, Trump señaló que tomó medidas contra el régimen por sus prácticas comerciales desleales al imponer aranceles durante la guerra comercial entre Estados Unidos y China, lo que permitió a las industrias estadounidenses funcionar a toda máquina.
En agosto de 2017, Trump ordenó al Representante de Comercio de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) que iniciara un proceso invocando la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, que autoriza acciones económicas contra una potencia extranjera que se considere que ha incurrido en prácticas comerciales desleales. A la administración le preocupaba especialmente la larga pauta de transferencia forzada de tecnología y robo de propiedad intelectual de China.
El USTR concluyó su investigación en julio de 2018, que encontró que «China ha estado participando en la política industrial que ha resultado en la transferencia y el robo de propiedad intelectual y tecnología en detrimento de nuestra economía y el futuro de los trabajadores y las empresas», dijo entonces el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer.
El resultado fue la guerra comercial entre Estados Unidos y China, durante la cual la Administración Trump abofeteó con aranceles de hasta el 25% a más de 300,000 millones de dólares en importaciones chinas. Gran parte de estos aranceles siguen vigentes hoy en día, y la Administración Biden sopesa actualmente si eliminarlos o reducirlos.
En su anuncio del 15 de noviembre, Trump describió el dramático impacto de sus políticas comerciales en China y la competencia entre las potencias.
«Por primera vez en la memoria, China se tambaleó y retrocedió, nunca se había visto eso antes», dijo el expresidente.
«Porque Estados Unidos les estaba superando en todos los frentes, y China estaba pagando miles y miles de millones de dólares en impuestos y aranceles. Los agricultores lo sabían porque recibían 28,000 millones de dólares».
Una nueva dirección
Trump calificó este enfoque de «América primero» como una fuerte ruptura con todas las administraciones anteriores de Estados Unidos.
«Ningún presidente había buscado o recibido un solo dólar de China para nuestro país hasta que yo llegué. Y estábamos recibiendo cientos de miles de millones de dólares», dijo.
«Mucha gente piensa que, debido a esto, China jugó un papel muy activo en las elecciones de 2020 —solo lo digo», añadió Trump.
«En lugar de que los puestos de trabajo y las fábricas salgan de Estados Unidos hacia China, trabajaron por primera vez, saliendo de China hacia Estados Unidos».
En el análisis de Trump, la ventaja que Estados Unidos ganó como consecuencia de sus políticas sufrió un revés como resultado del coronavirus que, no casualmente, se originó en China y se extendió rápidamente por todo el mundo.
«Y entonces empezó a llegar el COVID desde China. Lo llamamos el virus de China. Algunos lo llaman de otra manera. Pero fue devastador», dijo Trump.
El expresidente alabó la muestra de unidad entre los estadounidenses de distintos partidos ante el reto de superar el COVID-19, e hizo un llamamiento a adoptar una postura patriótica ante la continua amenaza que supone China.
Seguir siendo competitivos frente a China es imposible con las políticas energéticas del presidente Joe Biden en marcha, argumentó Trump. Tras una hipotética toma de posesión en enero de 2025, Trump revertiría esas políticas, prometió.
«El primer día, pondremos fin a la guerra de Joe Biden contra la energía estadounidense y verán, cuando eso ocurra, que los costes de la energía bajan y, como la energía es tan grande y tan importante, verán que la inflación baja», dijo.
Las políticas de energía verde de los demócratas no conducen al éxito en la lucha con una potencia que no tiene escrúpulos cuando se trata de energía, argumentó Trump.
«China está construyendo una planta de carbón cada semana. Cada semana abren otra y luego hablan de todas las cosas que hacen a nivel medioambiental, nos están viendo morir con un Nuevo Pacto Verde, con nuestros molinos de viento y con nuestra energía solar que no tiene el poder de encender nuestras grandes fábricas y nuestras grandes plantas», dijo Trump.
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