Un tribunal de Turquía ha decretado hoy la puesta en libertad del misionero estadounidense Andrew Brunson, que llevaba dos años en prisión preventiva, y le otorgó el permiso para salir del país, aunque simultáneamente lo condenó a una pena de tres años de prisión por «colaboración con grupos terroristas».
Se espera que la liberación rebaje el enfrentamiento diplomático entre Estados Unidos y Turquía, que se había extremado por el caso de Brunson, si bien persisten otros puntos de conflicto.
El misionero protestante llevaba 23 años en Turquía y dirigía una pequeña iglesia en la provincia de Esmirna, en la costa occidental de Turquía, cuando fue detenido el 7 de octubre de 2016, durante las redadas posteriores al fallido golpe de Estado de julio de aquel año.
Su esposa Norine, arrestada junto a él, fue liberada 13 días después, pero Brunson pasó a prisión preventiva bajo los cargos de espionaje y vínculos con grupos terroristas.
La Fiscalía turca le acusaba de haber colaborado con la cofradía islamista del predicador turco exiliado Fethullah Gülen, a la que Ankara achaca la asonada de 2016, y con el marxista Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda de Turquía, archienemiga de los gülenistas.
Pero en la vista judicial de hoy, la cuarta desde que se abrió el juicio, los testigos de cargo se contradecían y se atribuían mutuamente las informaciones supuestamente recibidas.
Ante ello, la Fiscalía rebajó su petición de 35 años de cárcel a 5-10 años, por «colaboración con grupos terroristas, sin ser miembro», a la vez que recomendó su puesta en libertad sin restricciones.
Los jueces rebajaron el veredicto hasta los 3 años, 1 mes y 15 días, y decretaron su liberación inmediata, visto que Brunson ya ha cumplido dos tercios de la condena en prisión preventiva, los últimos tres meses bajo forma de arresto domiciliario.
El abogado de Brunson, Ismail Cem Halavurt, que había pedido la absolución, declaró a la prensa que no aceptaba la sentencia inculpatoria y que iba a recurrir al Tribunal Supremo para limpiar el nombre del pastor.
«Escuchando los testimonios de hoy podríamos decir que el monte parió un ratón», dijo el letrado en referencia a la enorme rebaja de cargos.
«No hizo ninguna falta ni que mi cliente sufriera tanto, ni que Turquía sufriera tanto, ni que las relaciones (con EE.UU.) se tensaran tanto. Ojalá se le hubiera juzgado en libertad condicional; no habríamos vivido esta crisis», dijo Halavurt a la cadena NTV.
El caso de Brunson exacerbó las tensiones entre Washington y Ankara desde julio pasado, cuando Estados Unidos convirtió su liberación en una causa diplomática, mientras que Turquía se escudó en la independencia de sus tribunales.
El manifiesto empeoramiento de las relaciones contribuyó a un desplome de la lira turca, que en la segunda semana de agosto perdió un 25 % de su valor, si bien en el último mes y medio ha recuperado la mitad de lo perdido.
El presidente de EEUU, Donald Trump, se atribuyó hoy parte del mérito de la liberación del misionero y en un mensaje en Twitter señaló: «Trabajando muy duro en el pastor Brunson».
«Mis pensamientos y oraciones están con el pastor Brunson, ¡y esperamos tenerlo pronto en casa a salvo!», escribió antes de lanzar un tercer mensaje con el anuncio: «Pastor Brunson liberado. ¡Estará pronto de vuelta en casa!»
El abogado del misionero ha confirmado que Brunson volará pronto a Estados Unidos, aunque primero volvería a su casa en Esmirna.
La presidencia turca, en cambio, respondió con un comunicado que califica el veredicto de «demostración de la independencia judicial» y pidió «recordar a Trump que Turquía es un Estado de derecho».
Si bien se espera que la liberación suavice la tensión y aligere la crisis económica turca, persisten numerosos puntos en liza que complican la normalización de los lazos de estos dos países que son aliados en la OTAN.
Turquía reclama la extradición de Fethullah Gülen, exiliado en el estado de Pensilvania, para juzgarlo por golpismo, y pide la liberación del banquero turco Hakan Atilla, juzgado en EEUU por supuestas maquinaciones para evitar las sanciones contra Irán.
Exige además el fin del apoyo militar estadounidense a las milicias kurdas de Siria, que considera terroristas por sus vínculos con el PKK.
Washington, por su parte, critica que hay trabajadores turcos de la embajada estadounidense en Turquía juzgados bajo cargos similares a los de Brunson, al igual que un científico turco-estadounidense de la NASA, Serkan Gölge.
Por otro lado, la economía turca, si bien perjudicada por las tensiones con EEUU, padece numerosas debilidades estructurales, por lo que una mejora en las relaciones bilaterales no supondrá automáticamente una clara recuperación de la moneda ni de la valoración de los bonos turcos en los mercados financieros internacionales.
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