Un rostro destruido: la historia de la foto que muestra al mundo la brutalidad del régimen chino

Por Joan Delaney - La Gran Época
26 de abril de 2019 4:45 PM Actualizado: 26 de abril de 2019 11:56 PM

No pasó mucho tiempo antes de que la tez blanca de Gao Rongrong se redujera a un desastre carbonizado.

Siete horas después de que los guardias de la prisión la esposaron a un radiador y comenzaron a darle descargas en la cara con picanas eléctricas de alto voltaje, su rostro estaba severamente hinchado y cubierto de ampollas hasta el cuello, y la sangre y el cabello se le pegaban a la piel quemada.

Esa fue solo una pequeña parte de la cruel tortura infligida a Gao después de que fuera detenida por practicar Falun Dafa, una práctica de meditación tradicional cuyos practicantes son objeto de una implacable campaña de persecución en China desde 1999.

Aunque la tortura y el abuso que sufrió Gao mientras estaba encarcelada por sus creencias es una historia sombría, tiene sus aspectos positivos.

Fotos de Gao Rongrong tomadas el 7 de mayo de 2004, 10 días después de que su cara fuera electrocutada repetidamente con picanas eléctricas durante más de siete horas por los guardias del campo de trabajos forzados de Longshan. (Minghui.org)

Las fotografías que circulaban de su rostro quemado y brutalizado conmocionaron al mundo y demostraron la crueldad de la represión del Partido Comunista Chino (PCCh) contra Falun Dafa. Las fotos llamaron la atención de la comunidad internacional y Gao se convirtió en un ejemplo muy conocido de la campaña del régimen contra los practicantes de Falun Dafa.

Intento de escape desesperado

Después de que el PCCh comenzara su campaña de persecución en julio de 1999, Gao, que trabajaba como contable en la Academia Luxun de Bellas Artes de la ciudad de Shenyang, fue a Beijing para apelar por el derecho a practicar Falun Dafa. Por eso fue arrestada, detenida y enviada a campos de trabajo forzado varias veces, al igual que muchos de sus compañeros practicantes.

En junio de 2003 fue enviada al campo de trabajos de Longshan por tres años, donde fue sometida a trabajos forzados, privación del sueño, palizas brutales y descargas con picanas eléctricas.

Fue en Longshan, el 7 de mayo de 2004, cuando se produjo el ataque a su rostro. Poco después, incapaz de aguantar más la tortura, intentó escapar saltando desde la ventana de un segundo piso (era una ventana de oficina, sin barrotes).

Pero no pudo conseguirlo: sufrió dos fracturas de cadera, una pierna izquierda rota y un talón fracturado por la caída.

Después de eso, fue trasladada al Hospital de Seguridad Pública de Shenyang, donde fue mantenida bajo vigilancia. Cuando a sus dos hermanas, Gao Weiwei y Gao Lili finalmente se les permitió visitarla, se pusieron a llorar al ver su rostro. Gao también lloró.

En voz débil, Gao contó a sus hermanas cómo dos guardias la habían golpeado repetidamente en la cara, las manos, los pies y las piernas durante más de siete horas. La única razón por la que se detuvieron fue porque otro recluso que estaba en estado de shock sufrió un paro cardíaco. Pero uno de ellos amenazó a Gao con que volvería a electrocutarla.

«Cuando vimos a Rongrong el 14 de mayo, tenía mucho dolor», escribieron las hermanas en un artículo publicado en Minghui.org, un sitio web que recopila información sobre la persecución a Falun Dafa.

«Tenía un catéter insertado, y las heridas en sus manos y pies aún eran severas. No podíamos ni siquiera imaginar el dolor causado por las quemaduras en su rostro; todavía había muchas ampollas y pústulas alrededor de la carne quemada, incluso después de una semana. También tenía fracturas en la pierna y en los huesos pélvicos».

Los guardias de la prisión afirmaron que las quemaduras en la cara de Gao fueron causadas por su salto desde la ventana.

Lo que fue una familia feliz: Gao Rongrong (izq.) con sus padres y hermanas. (Minghui.org)

Gao quiere que su rostro maltratado sea mostrado al mundo

Gao dijo a sus hermanas que quería que tomaran fotos de su cara y que las usaran para que el mundo supiera de la persecución.

«Los practicantes de Falun Dafa suelen ser torturados en oscuros rincones de los campos de trabajo forzados, ocultos por las autoridades», dijo. «Cuando decidí saltar por la ventana, pensé que debía seguir viva. Necesitaba escapar y mostrarle al público mis quemaduras y heridas, y exponer sus malvadas acciones al mundo».

A la mañana siguiente, Weiwei logró traer una cámara y rápidamente tomó algunas fotos sin que los guardias se dieran cuenta.

La familia de Gao y algunos otros practicantes de Falun Dafa temían que la publicación de fotos de su rostro desfigurado la pusiera en mayor peligro, pero ella no dudó.

«Deberíamos exponer la persecución», dijo. «Durante años, muchos practicantes han estado sufriendo horrendas torturas, pero es difícil exponer la persecución. Muchos practicantes están creando conciencia en la ciudad de Nueva York. Por favor, denles las fotos».

El 7 de julio de 2004, se publicaron fotos del rostro quemado de Gao en el sitio web Minghui. A partir de ahí, los practicantes que viven en occidente las exhibieron en actos y manifestaciones para crear conciencia sobre la persecución a sus semejantes en China.

Además, su caso se convirtió en el primer estudio de caso en el Informe de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 2004 sobre la persecución a Falun Dafa por parte de China.

También se grabó un vídeo de Gao hablando de su terrible experiencia. Describió algunas de las torturas y abusos que ella y otros practicantes sufrieron en el campo de trabajo.

«No nos tratan como a seres humanos. Los practicantes de Falun Dafa son gente buena, gente que practica Verdad, Benevolencia y Tolerancia, pero los perseguidores nos tratan tan horriblemente que es como si no tuvieran conciencia. Nos lastiman cruelmente y nos torturan sin ningún remordimiento», dijo.

«Estoy aquí, y espero que podamos ganar la libertad. Espero que la gente de buen corazón en el mundo pueda prestar atención a esta persecución a Falun Dafa».

Gao Rongrong antes de la persecución. (Minghui.org)

«Rongrong era valiente»

Más tarde, Gao fue trasladada a otro hospital como resultado de repetidas peticiones de su familia, pero siguió siendo objeto de un estrecho seguimiento. A pesar de ello, el 5 de octubre de 2004, algunos de sus compañeros practicantes realizaron un rescate y de alguna manera lograron sacarla del hospital ante las narices de la policía. Posteriormente se escondió.

Las autoridades, ya furiosas por la aparición en la comunidad internacional de la foto del rostro desfigurado de Gao, hicieron todo lo posible para localizarla. Incluso Luo Gan, entonces jefe del Comité Permanente del Politburó del Partido y el hombre responsable de supervisar la campaña de persecución, se involucró.

No solo Gao, sino también los practicantes que la ayudaron estaban siendo cazados. Toda su familia también fue vigilada y acosada.

Seis meses más tarde, Gao fue recapturada y enviada al centro de lavado de cerebro del campo de trabajos forzados de Zhangshi, y de allí al famoso campo de trabajos forzados de Masanjia, conocido entre los practicantes de Falun Dafa como una «oscura guarida del mal» debido a la brutalidad de los guardias.

Poco se sabe de lo que le sucedió allí, pero el 6 de junio de 2005 fue enviada al departamento de urgencias del Hospital Médico Universitario de China en Shenyang.

El 12 de junio, se notificó a sus padres que podían visitarla. Se apresuraron a ir al hospital solo para descubrir que estaba inconsciente y respirando a través de una máquina. «Llegó en estado grave», les dijo un médico, según Minghui.

Tres días después, a la edad de 37 años, Gao dejó este mundo para siempre. Pero las fotos de su rostro destrozado que ella quería que viera la comunidad internacional, seguirán poniendo al descubierto el salvajismo y la insensatez de la persecución.

«Rongrong fue valiente. Usó su propia vida para mostrar al mundo la brutal y horrible verdad detrás del régimen comunista en China», escribieron sus hermanas.

«Tal vez estos perpetradores nunca entenderán por qué Rongrong era tan persistente en sus creencias. Pero pocas cosas pueden quebrantar a una persona una vez que encuentra su verdadera fe».

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