En respuesta a la pandemia de COVID-19 se han desarrollado y administrado rápidamente diversas vacunas. Sin embargo, junto con los esfuerzos de vacunación generalizada, se ha producido un notable aumento de la aparición de efectos secundarios y adversos relacionados con las vacunas contra el COVID-19. La investigación ha revelado una posible asociación entre las vacunas contra el COVID-19 y la cardiomiopatía de Takotsubo, con dos muertes entre 16 pacientes.
La manifestación clínica de la miocardiopatía de Takotsubo se asemeja a la de un infarto agudo de miocardio, con síntomas comunes como dolor torácico agudo y disnea. Su característica distintiva es el deterioro de la función ventricular izquierda, que suele producirse tras factores de estrés emocional o físico intensos, como la muerte de un ser querido, acontecimientos traumáticos o una enfermedad grave. Esta enfermedad, identificada por primera vez por el médico japonés Dr. Hikaru Sato en 1990, recibe el nombre de «Takotsubo» por el abombamiento en forma de globo del ventrículo izquierdo, parecido a la olla para atrapar pulpos que se utiliza en Japón.
Fuera de Japón, la miocardiopatía de Takotsubo también se conoce como miocardiopatía de estrés, síndrome del globo apical o síndrome del corazón roto.
Un estudio de caso
En agosto se publicó un caso en la revista Cureus en el que se detallaba la experiencia de una mujer de 59 años que desarrolló una cardiomiopatía de Takotsubo tras recibir una dosis de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19. La paciente experimentó disnea persistente durante seis horas, lo que motivó su visita al servicio de urgencias. Según el relato de la paciente, había estado experimentando dolor torácico intermitente durante los dos últimos días, descrito como una sensación punzante que se intensificaba progresivamente con cada episodio, pero que no se irradiaba a otras zonas. El esfuerzo empeoraba el dolor, y no había ningún método de alivio. La paciente había recibido la dosis de refuerzo de la vacuna Moderna tres días antes.
La paciente no tenía fiebre y permanecía consciente, con una saturación de oxígeno en sangre del 89% y una tensión arterial de 150/90 mmHg. Se detectaron sonidos crepitantes en sus pulmones. La prueba de reacción en cadena de la polimerasa por COVID-19 dio un resultado negativo. El electrocardiograma de urgencia mostró elevación del segmento ST, una radiografía de tórax reveló edema pulmonar y una ecografía indicó una función sistólica ventricular izquierda reducida, con una fracción de eyección estimada del 30%. Además, había hipocinesia moderada (actividad motora anormalmente disminuida) en el ápex y la pared anterior del corazón.
La paciente siguió experimentando taquicardia y fluctuaciones de la presión arterial, lo que provocó inestabilidad hemodinámica debido a la sobrecarga de líquidos y, en última instancia, un shock cardíaco. El equipo médico administró inyecciones intravenosas de norepinefrina y dobutamina para su tratamiento. Como no se identificaron otras etiologías, se le diagnosticó miocardiopatía de Takotsubo.
La paciente mostró mejoría y fue dada de alta al sexto día, pero siguió experimentando taquicardia persistente, lo que requirió tratamiento con metoprolol, un medicamento para el tratamiento de la hipertensión arterial.
Antes de recibir la vacuna, la paciente tenía antecedentes de hiperlipidemia, hipotiroidismo y celiaquía. Además, había fumado durante cinco años, pero dejó de hacerlo hace 15, y no tenía antecedentes de consumo de alcohol ni de abuso de drogas.
Los investigadores afirmaron que la fisiopatología de la cardiomiopatía de Takotsubo inducida por la vacuna contra el COVID-19 aún no está clara, pero que «se han propuesto varias teorías». La respuesta inmunitaria desencadenada por las vacunas contra el COVID-19 puede, en algunos individuos, «dar lugar a una cascada inflamatoria exagerada, que provoque disfunción endotelial, disfunción microvascular y lesión miocárdica». La vacunación también puede estimular la liberación de factores proinflamatorios como la interleucina-6. Además, la respuesta al estrés inducida por la vacunación contra el COVID-19 podría potencialmente «desregular el sistema nervioso autónomo, contribuyendo al desarrollo de disfunción cardiaca».
La miocardiopatía de Takotsubo supone un riesgo mortal
La asociación entre las vacunas contra el COVID-19 y la cardiomiopatía de Takotsubo no es muy conocida, y sólo se han notificado unos pocos casos. El 11 de diciembre, un estudio revisado por expertos y publicado en la revista Cureus consolidó y analizó las pruebas relativas a la cardiomiopatía de Takotsubo inducida por la vacuna contra el COVID-19.
Los investigadores realizaron una búsqueda bibliográfica e incluyeron 15 informes de casos que afectaban a un total de 16 pacientes. Entre ellos, 14 individuos recibieron vacunas de ARNm (Pfizer, Moderna), mientras que dos recibieron vacunas de vectores virales (AstraZeneca). Siete pacientes desarrollaron miocardiopatía de Takotsubo tras la primera dosis y siete tras la segunda.
Todos los pacientes presentaban niveles elevados de troponina cardiaca, electrocardiogramas anormales y una fracción de eyección ventricular izquierda reducida en los ecocardiogramas. El síntoma más predominante entre los pacientes fue el dolor torácico, seguido de disnea y náuseas. Finalmente, 14 pacientes se recuperaron y fueron dados de alta, mientras que dos de ellos fallecieron.
Los investigadores observaron que el 87.5% de los pacientes se recuperaron y fueron dados de alta, lo que indica que la miocardiopatía de Takotsubo que se produce tras la vacunación es en su mayoría «transitoria y reversible». Sin embargo, la muerte de 2 de los pacientes pone de relieve la «naturaleza potencialmente mortal de este acontecimiento adverso relacionado con la vacuna».
Los autores del artículo instan a los médicos a considerar la posibilidad de una cardiomiopatía de Takotsubo, especialmente entre los receptores de vacunas de ARNm, cuando se les presenten pacientes con dolor torácico o síntomas de disnea tras la vacunación.
El estudio también menciona que las vacunas desarrolladas contra el COVID-19 tienen diversos efectos secundarios, como dolor e hinchazón en el lugar de la inyección, fiebre, dolor de cabeza, mialgia (dolor muscular), fatiga y náuseas.
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