Vaticano sopesa el trato con China aumentando preocupación de estar de parte del sistema comunista

Por Ella Kietlinska
14 de octubre de 2020 2:11 PM Actualizado: 14 de octubre de 2020 2:11 PM

El Vaticano está en el proceso de renovar su acuerdo firmado hace dos años con el Partido Comunista Chino (PCCh), en el que reconoce a los obispos nombrados por el PCCh como legítimos, sin embargo el convenio alentó al régimen a perseguir a los católicos más que antes.

El acuerdo entre la Santa Sede y China, que expira en octubre, permite al régimen chino nombrar a los obispos de China y otorga al Papa solo el poder de veto.

«En los dos años desde que se implementó el acuerdo del Vaticano con la China comunista, los católicos y los cristianos sufrieron más persecución que nunca», dijo James Bascom, director asistente en la oficina de Washington de la organización católica Sociedad Estadounidense para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad, en una entrevista con The Epoch Times.

El Vaticano esperaba que los acercamientos con los regímenes comunistas como con la Unión Soviética y Cuba, que tuvieron lugar a mediados del siglo XX, hubieran llevado en estos países a «una mayor libertad de religión para los católicos», dijo Bascom en el programa Crossroads de The Epoch Times.

Sin embargo, tal avance en las relaciones en los últimos 60 años llevó a «un mayor control, una mayor persecución de los católicos y cristianos en esos países», explicó.

El Partido Comunista Chino no solo derriba los santuarios católicos sino que obliga a que «las imágenes de Mao Zedong estén dentro de las iglesias católicas», añadió.

El régimen chino instaló cámaras de vigilancia en las iglesias católicas para monitorear quiénes asisten, dijo. Además a los chinos menores de 18 años se les prohíbe entrar a las iglesias, se les prohíbe ser bautizados o recibir sacramentos, agregó.

El fundador de la organización Bascom, el profesor Plinio Corrêa de Oliveira escribió un libro en 1963 titulado «La iglesia y el estado comunista. La coexistencia imposible».

«Un régimen comunista solo da una libertad limitada de religión a un grupo religioso», escribió Oliveira para dar una apariencia de una libertad que hace que los anticomunistas bajen la guardia y permite que el régimen se infiltre, penetre y tome el control de la religión y finalmente la destruya, según Bascom.

Esto se ha visto en China. Durante la Guerra Fría también ocurrió en Hungría y Cuba. Además se intentó en Polonia y Vietnam, añadió.

El cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, criticó el acuerdo con China desde su inicio llamándolo una «traición».

En septiembre, Zen, de 88 años de edad, viajó al Vaticano con la esperanza de reunirse con el Pontífice para ponerlo al día sobre la situación en Hong Kong y la Iglesia Católica en China, informó Daily Compass.

«La idea de llegar a acuerdos con Beijing es una locura. Es como tratar de hacer un pacto con el diablo», dijo Zen a Daily Compass sobre el acuerdo entre el Vaticano y China.

Zen no pudo conseguir una audiencia con el Papa Francisco y tuvo que regresar después de cuatro días, reportó Daily Compass.

Cómo cambió la actitud de la Iglesia Católica hacia el comunismo

Los devotos cristianos asisten a una misa en la Catedral del Sur de Beijing el 22 de septiembre de 2018. El Vaticano anunció el 22 de septiembre un acuerdo en que el Papa Francisco reconocía a siete obispos nombrados por el régimen comunista de China. (NICOLAS ASFOURI/AFP vía Getty Images)

La política del Papa Francisco es «muy similar a lo que la mayoría de sus predecesores han hecho, remontándose al Papa Juan XXIII», quien inició el Segundo Concilio Vaticano en 1962, dijo Bascom.

Los Papas del pasado, desde el siglo XIX hasta el Concilio Vaticano II, percibieron el comunismo como ateo, materialista y darwinista, y creyeron que su objetivo final era el derrocamiento de la civilización y de todas las religiones, dijo. Era considerada «una religión totalitaria y política».

El comunismo buscaba «el control completo de la sociedad» y «derribar y reconstruir al hombre en una imagen completamente nueva, como el hombre soviético. Por lo tanto, fue visto por la Iglesia Católica como una amenaza a la civilización y lo condenó fuertemente».

Durante el Segundo Concilio Vaticano esto se convirtió en «una cuestión candente», añadió. Los participantes querían que el Papa Pablo VI, quien dirigió el Concilio después del fallecimiento del Papa Juan XXIII, condenara el comunismo porque busca destruir la familia tradicional, el matrimonio tradicional, las tradiciones de la sociedad y abolir la propiedad privada.

Bascom explicó que según el Manifiesto Comunista de Karl Marx, «el comunismo puede ser reducido a una sola frase, la abolición de la propiedad privada», pero los Diez Mandamientos defienden la propiedad privada.

«Los católicos siempre han estado a la vanguardia de la resistencia al comunismo, dondequiera que se haya extendido, ya sea en Polonia, o Hungría, o China, Vietnam, Cuba», dijo Bascom, «y por eso los propios comunistas siempre han buscado neutralizar esa amenaza haciendo tratos con los líderes católicos, algunos de los cuales, desafortunadamente, han sido más suaves y maleables».

El Concilio Vaticano II fue llamado a dirigirse al mundo moderno. Concluyó en 1965, y reformó la Iglesia Católica, pero no condenó el comunismo.

Con información de Joshua Philipp.


Apoye nuestro periodismo independiente donando un «café» para el equipo.


A continuación

Cristianos se unen a otras creencias contra la persecución religiosa en China

Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.