Vendimia heroica para la uva Moscatel de la Axarquía malagueña

Por NOTICIA DE AGENCIA
22 de agosto de 2024 11:09 AM Actualizado: 22 de agosto de 2024 11:09 AM

En las escarpadas laderas de los viñedos de la comarca malagueña de la Axarquía comienza cada año, en la época estival, la vendimia de la uva Moscatel, que se recoge a mano y se transporta a lomos de mulos, siguiendo una tradición ancestral considerada una de las más artesanales de Europa.

Bernardo Villalba carga con mimo las cajas sobre Cubero, el mulo con el que recorre la viña cargado de racimos de uvas recién cortadas por los vendimiadores. Arriero desde que tenía 11 años, sabe que el preciado fruto debe llegar lo antes posible a la bodega para que no merme su calidad.

Aquí todo sucede a un ritmo acompasado, a pesar de que su jornada comenzó con la noche aún cerrada aparejando la bestia, con la que recorre de forma paciente varios kilómetros solo para llegar hasta la viña situada en Moclinejo, que acoge un manto verde de cepas que rondan los 60 años de vida y parecen desafiar a la gravedad.

El calor no da tregua en estas latitudes, por lo que la cuadrilla comienza la jornada a las siete de la mañana trabajando en una parcela que recibe la brisa húmeda del Mediterráneo al estar orientada al sur, «lo que está presente en el vino», según comenta a EFE Juan Muñoz, uno de los responsables de la bodega Antonio Muñoz Cabrera.

Tercera generación de viticultores, sabe bien que las uvas maduran de forma diferente dependiendo de la orientación y de la altitud a la que se encuentren, que oscila entre los 400 y los 900 metros en la zona.

Todo ello, unido a las fuertes pendientes que pueden llegar hasta al 70 por ciento, marca el carácter heroico de esta viticultura, que ha de hacerse completamente a mano con la única ayuda de las bestias.

Variedades de uvas y vino

Aunque la Moscatel de Alejandría es la más predominante, la Doradilla, Romé, Pedro Ximénez o Garnacha son algunas de las otras variedades de uva que maduran bajo el sol de la comarca, con las que Juan Muñoz intenta «elaborar vino que exprese las distintas zonas de la Axarquía», dejando atrás los tiempos en que elaboraban solo tres tipos de caldos a granel y que tenían como destino principal las tabernas de la provincia.

Para Vicente Inat, enólogo valenciano y uno de los responsables de la bodega Viñedos Verticales, su llegada a Moclinejo hace casi diez años se debe al valor añadido que encontró en esta «viticultura pasera en la que tienen un respeto máximo a la uva».

Durante este tiempo han puesto en el mercado vinos tan señeros como Filitas y Lutitas, un blanco mezcla de Moscatel y Pedro Ximénez con crianza de diez meses en barrica de roble en la que se envejecía brandy. O Noctiluca, un Moscatel puro procedente de una viña con más de 130 años de antigüedad.

Unos vinos parcelarios, de mucha concentración y alta salinidad, que parten de una de las pocas variedades de uva, la Moscatel, que nunca ha sido modificada genéticamente, y que consiguen devolver al terruño el reconocimiento perdido por la plaga de la filoxera que asoló los campos malagueños a finales del siglo XIX.

Reconocimiento a la uva pasa

Un vistazo al territorio desde cualquier punto elevado deja patente el desarrollo de la zona unido a la vid. Los paseros, estructuras rectangulares para asolear las uvas Moscatel y protegerlas con un toldo, y los lagares, donde picar, clasificar y empaquetar la uva ya hecha pasa, se adivinan fácilmente aún hoy en el paisaje.

La actividad estaba «tradicionalmente ligada a minifundios trabajados por familias, representando un importante suplemento económico a los jornales del campo», como aclara el profesor de Historia Álvaro Amaya.

Por todo ello, tan delicado proceso de producción fue el primero en Europa en recibir un reconocimiento de nivel internacional al considerarse Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en 2018.

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