Análisis
A tan solo 73 días de que Kamala Harris se enfrente a Donald Trump el 5 de noviembre, y con un presidente en su periodo lame-duck (denominación dada tras estar próxima su finalización en el cargo) como Joe Biden, el asediado presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, podría ser perdonado por pensar que el tiempo está de su lado.
Maduro insiste en que ganó las elecciones celebradas el 28 de julio —a pesar de las pruebas que demuestran que las perdió— pero forzar la salida del poder del dictador socialista no parece estar entre las prioridades de ningún político estadounidense, a pesar de que Venezuela genera oleadas de migrantes, muchos de los cuales tienen los ojos puestos en Estados Unidos.
Victoria Coates, vicepresidenta de Seguridad Nacional y Política Exterior de la Fundación Heritage, dijo que existía el peligro de que Venezuela «cayera en el olvido» debido al ciclo electoral.
Maduro afirmó que obtuvo el 51 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales del mes pasado, a pesar de las pruebas presentadas por la oposición mostraron que su candidato Edmundo González había obtenido el 73 por ciento de los votos accesibles, el doble que el actual mandatario.
Tres líderes latinoamericanos de izquierda, apodados los «tres amigos», el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el colombiano Gustavo Petro, sugirieron la convocatoria de nuevas elecciones en Venezuela.
Biden dijo recientemente que Estados Unidos quería ver nuevas elecciones en Venezuela, lo que contradecía la propia posición de la administración, expuesta en una declaración el 2 de agosto, de que «Edmundo González Urrutia ganó la mayoría de los votos en las elecciones presidenciales», y los «deseos del pueblo venezolano» deben ser respetados, dijo la Sra. Coates.
«Fue realmente un desastre, y creo que eso habla más del tipo de desorden que se tiene en la política estadounidense en este momento, donde el presidente esencialmente respaldaba lo que se llama el plan de los ‘tres amigos’, de realizar nuevas elecciones, y luego su Consejo de Seguridad Nacional salió y dijo: ‘No, no, no, no queremos hacer eso’», declaró Coates a The Epoch Times.
«Así que (…) parece haber mucha confusión sobre quién está realmente haciendo política en la Casa Blanca», añadió.
«La vicepresidenta, que ahora es la candidata a la presidencia, no ha expuesto literalmente ninguna posición política, incluyendo de Venezuela».
«Así que entonces, algo como Venezuela puede caer realmente en el olvido porque ellos estarán lidiando con todo tipo de desastres incendiarios».
También indicó que la situación en Venezuela es «en realidad un gran problema para Estados Unidos».
«Es un gran país de nuestro hemisferio, uno de los mayores productores de energía de nuestro hemisferio. Históricamente ha sido amigo de Estados Unidos y podría volver a serlo».
«Por lo que creo que estamos desperdiciando una gran oportunidad de influir en la situación», añadió Coates.
Las oleadas de inmigrantes ilegales venezolanos que se dirigen al norte también son un factor.
En septiembre de 2023, el gobierno de Biden anunció que casi medio millón de venezolanos en Estados Unidos, entre ellos muchos que entraron ilegalmente, recibirían el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), lo que les permite trabajar y estar protegidos de las deportaciones.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas, declaró que se debía a las «condiciones extraordinarias y temporales» en Venezuela.
Pero, ¿hasta qué punto es temporal la crisis venezolana?
El partido gobernante, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue creado por el excomandante del ejército Hugo Chávez, que fue elegido presidente en 1998.
Tras su muerte en 2013, Maduro se convirtió en presidente y, desde entonces, la economía de Venezuela ha decaído notablemente, lo que se ha traducido en una fuerte devaluación de su moneda, la falta de divisas, la escasez de alimentos y el aumento de los niveles de pobreza.
Pero Don Batlle, experto en América Latina y miembro adjunto del Instituto Hudson, dijo que Maduro había pensado que sería capaz de engañar a la gente haciéndole creer que había ganado las elecciones.
«No esperaba una victoria aplastante», indicó el Sr. Batlle a The Epoch Times.
Después de que la oposición reclamó la victoria, el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, flanqueado por los altos mandos de las fuerzas armadas y la policía, apareció en la televisión estatal y dijo: «Nosotros ratificamos nuestra absoluta lealtad al ciudadano Nicolás Maduro Moros».
«Los militares se han mantenido leales. Muchos de los altos mandos en el ejército tienen mucho que perder si Maduro pierde el poder, por lo que se necesitará mucho para que cualquiera de ellos tenga un cambio de corazón», dijo Batlle a The Epoch Times.
«En los niveles inferiores, es más plausible que se puedan ver algunas deserciones. Pero aún no hemos visto nada», añadió.
En las últimas semanas, el régimen ha promocionado a los soldados heridos en las protestas, lanzó una campaña en las redes sociales que elogiaba a la Guardia Nacional venezolana y utilizó el lema «Dudar es traición».
El papel de los militares va a ser crítico
«El papel de los militares va a ser crítico porque son su aparato de seguridad, y hoy, hasta la fecha, han estado muy a su lado. Pero hay cosas que Estados Unidos podría hacer para cambiar eso», dijo la Sra. Coates.
También sugirió la necesidad de imponer sanciones a los altos mandos del ejército venezolano a título individual.
«Lo que uno quiere hacer es que se preocupen de que no van a poder ir a Miami, que es adonde van», añadió.
A principios de este mes, el ejército intervino para derrocar al primer ministro de Bangladesh, tras semanas de protestas cada vez más violentas.
«De momento no hay indicios de que eso ocurra [en Venezuela] en un futuro próximo», destacó Batlle.
Francois Cavard, un activista de derechos humanos que se especializa en el seguimiento de los regímenes de izquierda en América Latina, declaró que la única manera de hacer frente al régimen de Maduro era imponer un «bloqueo militar».
Las sanciones comerciales y diplomáticas han fracasado todas y Maduro y sus amigos «se reían de ellas».
«Simplemente se ajustan y cooperan dentro de ellas», añadió el Sr. Cavard.
A la vez afirmó que el régimen de Maduro necesitaba sentir «físicamente» un bloqueo. «La gente dentro del país diría entonces, está bien, estamos respaldados por alguien».
El Sr. Cavard cree que Maduro ha manipulado a Occidente.
En octubre de 2023, Maduro firmó el llamado acuerdo de Barbados con la principal oposición, tras unas negociaciones en las que medió Noruega. Caracas prometió elecciones libres y justas en Venezuela, a cambio de que Occidente suavizara las sanciones.
Estados Unidos no formó parte del acuerdo, pero al día siguiente de su firma el Departamento de Estado emitió un comunicado en el que lo celebraba y se comprometía a suavizar las sanciones energéticas impuestas a Venezuela.
Según Cavard, el acuerdo de Barbados fue un ejemplo «humillante» de Estados Unidos y otras naciones que se están «arrodillándo ante los regímenes cubano y venezolano».
Como parte del acuerdo, agregó que Estados Unidos aceptó un canje de prisioneros que llevó a la liberación de Alex Saab, un empresario colombiano, acusado de ayudar al régimen de Maduro a desviar 350 millones de dólares de un programa de alimentos diseñado para aliviar la pobreza y el hambre en Venezuela.
Saab recibió una amnistía presidencial, «porque los regímenes venezolano y cubano iban a ser lo suficientemente generosos para dar elecciones libres y transparentes en Venezuela y garantizar que la oposición tendrá igualdad de oportunidades. Vamos», dijo Cavard.
Negociar con «terroristas»
«No se puede negociar con terroristas», añadió el activista.
«Estos no son unos tipos que están blanqueando dinero porque no declaran algo que venden, o hacen algún tipo de truco con los impuestos. No, no, no», dijo Cavard.
«Se trata de una maquinaria criminal multinacional que no solo comete crímenes contra la ecología y los recursos naturales de sus naciones, sino que viola constante, sistemática e intencionalmente los derechos humanos».
El régimen de Maduro ha encerrado a cientos, o miles, de manifestantes desde las elecciones y hay evidencias de otras formas de represión.
Los sindicatos informaron esta semana de que más de 100 empleados de la petrolera estatal venezolana PDVSA habían sido obligados a dimitir por sus opiniones políticas desde el 29 de julio.
Al parecer, los directivos de PDVSA ordenaron a los trabajadores que asistan a concentraciones de apoyo a Maduro y han supervisado sus cuentas en las redes sociales.
Pero Coates cree que pueden estar apareciendo grietas en el régimen de Maduro, y dice que la filtración de los recuentos de votos a la oposición debe haber sido un «trabajo interno».
Entonces, ¿cuál es la postura del candidato republicano a la Casa Blanca?
En 2020 Trump cuestionó el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses. Coates dijo que él hizo un par de declaraciones sobre las elecciones «fraudulentas» en Venezuela.
También impuso sanciones más duras a Venezuela cuando estaba en el poder.
«Creo que él presta mucha atención a los mercados energéticos y también es muy consciente de, ya saben, las vulnerabilidades que tenemos en materia de inmigración».
En el pasado, los presidentes estadounidenses actuaron con rapidez para destituir a dictadores y expulsar a malos actores, especialmente en el hemisferio occidental.
Estados Unidos invadió Granada y Panamá, en 1983 y 1989 respectivamente, para deponer a regímenes indeseables, mientras que el presidente John F. Kennedy respaldó la nefasta invasión de Bahía de Cochinos en Cuba en 1961.
Pero ninguno de esos acontecimientos tuvo lugar en años electorales.
Esto podría salvar la piel de Maduro.
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