Venezuela sin agua: “Es como si fuéramos una sociedad de mendigos”

Por Voa
31 de marzo de 2021 9:53 PM Actualizado: 31 de marzo de 2021 9:53 PM

Un hombre arrastra con desazón una carrucha por las calles de un barrio de Maracay. Carga agua y se va, enseguida llega otro y así durante todo el día.

Es una sinfonía de rueditas rechinantes: carretillas cargadas con botellones que van y vienen de un pozo de agua público, que para muchas personas es la única alternativa ante un abastecimiento deficiente que por años azota a toda Venezuela.

Son meses repitiendo la misma faena, varias veces, todos los días.

“Es como si fuéramos una sociedad de mendigos”, dice hastiado Martín Ceballos, de 67 años, que acude al “Pozo Mano de Dios” en Las Acacias, un barrio de clase trabajadora en esta ciudad en el estado Aragua, a dos horas en carro de Caracas.

“Vengo a llenar con agua tobos (cubetas) grandes, para poder bajar la poceta (inodoro) y cocinar”.

La gente espera su turno para recoger agua de una tubería en la calle de la barriada de Catia durante el final del segundo mes de cuarentena por el virus del PCCh y la grave escasez de combustible el 27 de mayo de 2020 en Caracas, Venezuela. (Leonardo Fernández Viloria/Getty Images)

Venezuela es uno de los 15 países más ricos en agua dulce del mundo, pero solamente el 25% de sus ciudadanos tiene servicio del líquido elemento de forma continua “a pesar de que 89.7% está conectado al sistema de tuberías en su hogar”, dice una encuesta del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP), realizada en enero en 12 ciudades del país.

Y un 47.7% de los casi 29 millones de habitantes del país se ven obligados a almacenar agua en pipotes.

La deficiencia en el abastecimiento de agua en Venezuela afecta no solo a la provincia, por lo general mucho más golpeada, sino también a la capital Caracas, donde tanto en barriadas como zonas acomodadas falla el servicio.

La gente usa máscaras faciales como medida preventiva contra la pandemia global del virus del PCCh mientras hacen cola para recoger agua de una tubería de la calle en Caracas, Venezuela, el 21 de marzo de 2020. (Cristian Hernandez/AFP vía Getty Images)

En los barrios más ricos de la capital, por ejemplo, la gente ha optado por perforar pozos hasta el manto acuífero subterráneo para así romper la dependencia de la empresa pública responsable del servicio.

En Maracay, el suministro directo de agua es irregular o inexistente desde hace por lo menos dos años.

Las fallas pesan ahora más en medio de la pandemia del COVID-19, que azota a Venezuela con una segunda ola que las autoridades han calificado de “más virulenta”.

Gente usando máscaras faciales como medida preventiva contra la pandemia global del virus del PCCh mientras recogen agua de una tubería de la calle en Caracas, el 21 de marzo de 2020. (Cristian Hernandez/AFP vía Getty Images)

“Es difícil cumplir con las normas de higiene que son tan estrictas ahora por el COVID porque el agua es indispensable y no la tenemos”, lamenta Ana Ramos al llegar al pozo público en Las Acacias.

“Salí a cargar agua, es esto o pagar una cisterna, para más o menos defenderme en los quehaceres de la casa”, añade mientras abre la puerta trasera de su carro y muestra sus botellones aún vacíos.

Martín, que vive solo con su esposa, tiene año y medio sin recibir agua en su casa: “Es triste que luego de haber tenido agua en abundancia estemos padeciendo por la carencia del servicio (…) por falta de mantenimiento”, cuestiona.

“Si no fuera por este pocito, mire, esto fuera candela”, zanja Carlos Soza, mientras abre y cierra la llave de un gigante tubo, donde se controla el llenado en el “Mano de Dios”,  al que muchos agradecen como si se tratase de un milagro, “le damos gracias a Dios y a este pozo que estamos acá pudiendo venir aunque sea viniendo día a día acá a buscar (agua)”.

Fotografía del 26 de mayo de 2020 donde se observa a un grupo de personas recolectando agua en un riachuelo, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

Una reja endeble separa el llenadero de una cancha deportiva. Desde allí, dos niños pegados al alambre observan, sin sorpresa, el movimiento de gente, una actividad que para ellos parece habitual, pero que no deja de distraerlos del juego.

Pero no todos tienen la fuerza en su cuerpo para cargar bidones de unos 20 litros y Jesús, de 25 años, lo sabe: construyó una carrucha “con los tubos de una cama litera, partes de una bicicleta, unos cauchos y unos rines”,  y ahora de eso trabaja, de lunes a sábado.

Cobra un dólar por cada 10 garrafas que busca, llena y devuelve a las casas. “Es rudo porque hay personas que están solas”, muchas por la migración, que la ONU estimó en unos 5 millones de venezolanos. “Abuelos, abuelas de ciertas edades que no pueden levantar ni un botellón, por eso me mandan a buscar el agua”.

El régimen de Nicolás Maduro, que ha importado grandes camiones cisterna desde China para abastecer a las poblaciones, culpa a las sanciones impuestas desde Estados Unidos de la falta de agua en su país.

Pero los expertos coinciden que las fallas en el suministro de agua recaen en la falta de inversión y de mantenimiento en la infraestructura.


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