Peladito, de porte pequeño, color café o gris jaspeado, el xoloitzcuintle es una raza canina bien mexicana. Sus orígenes son milenarios y cumplían una función de relevancia en las tradiciones prehispánicas. Este perro era el guía espiritual hacia el Mictlán, el inframundo, pero ante todo, siempre ha sido un guardián nativo.
“Los hallazgos más antiguos son del siglo VII de nuestra era. Ahí los perros pelones, junto con otras razas, se asocian a contextos funerarios o como guardianes de espacios considerados sagrados”, dijo Raúl Valadez Azúa, investigador en el Laboratorio de Paleozoología del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), para un artículo de la UNAM.
Lo asombroso es que estos perros —que siguen siendo una mascota predilecta—, en sus genes cargan la herencia de sus antepasados, siendo verdaderos supervivientes del tiempo y ejemplos vivos de la fauna ancestral.
“Los datos más antiguos de huesos descubiertos datan de hace unos 1500 años”, detalló Valadez Azúa, pero se han encontrado piezas de cerámica con figuras que los representaban anteriores a estos hallazgos, de más de 2000 años de antigüedad. Sus usos eran tanto cotidianos y utilitarios como para ritos fúnebres y sagrados. Es decir, el xoloitzcuintle estaba presente en todos lados.
Cabe aclarar que las tradiciones eran muy diferentes en aquel entonces. Los sacrificios eran moneda corriente y comer la carne de aquellos seres que habían sido sacrificados también. Así lo detalló el profesor Valadez:
“Se dice que en Tlaxcala, durante el siglo XVI, cuando faltaba lluvia, los sacerdotes movilizaban a las comunidades diciéndoles que llevaran perros pelones hasta un templo llamado Xoloteupan, donde eran sacrificados. Después se cocía la carne y se compartía entre la población en una especie de acto de comunión para pedir ayuda a los dioses”.
Los tiempos han cambiado. Las costumbres y los valores también. Estos perros ya no corren el riesgo de muerte si hay sequía, pero sí conservan un lugar privilegiado entre los humanos como compañeros de vida. “Son perritos muy cercanos y apegados a sus dueños”, contó Valadez Azúa, que tiene dos xolos de mascotas.
Los hábitos carroñeros también los mantienen. Tal vez de ahí su vinculación con la muerte y su aparición en los códices mesoamericanos como un “elemento valioso e indispensable en el ciclo de la vida y la muerte”, amplió el artículo de la UNAM.
Cuenta la leyenda…
La veneración de los xoloitzcuintle se remonta a tiempos ancestrales. Compañeros, guardianes y guías tracendentales, estos perros estaban asociados al dios Xolotl de la muerte y la transformación.
En la creencia de los mexicas o aztecas, estos canes no solo eran grandes compañeros del día sino que tenían la misión de guiar a las almas difuntas hacia el Mictlán, la dimensión de los muertos.
El recorrido para llegar a destino no era fácil, había que atravesar un río con profundidades turbulentas y caudalosas. Ante todo, los xoloitzcuintle eran guardianes del espíritu en cuyo lomo se montaría el alma para acercarla hacia la otra orilla.
Eso sí, había que tratarlos bien en la vida. Sino al momento de atravesar el umbral hacia el más allá, los xolos no iban a colaborar. Al contrario, faltarles el respeto podría llevar a que esa ánima desconsiderada quedase arrebatada entre sus dientes para al fin desaparecer.
Cuidados de los xoloitzcuintles
¿Le gustaría que su perro le ayude al momento de partir? Aquí algunos tips para cuidar al xolo si decide tenerlo como mascota:
También llamado “perro azteca”, esta raza se caracteriza por la falta de pelo y algunos dientes debido a una mutación genética, lo cual hace que lo tengamos que proteger del sol y mantenerlo siempre limpio para evitar infecciones, especialmente de cachorro.
También deben hacer ejercicio y considerar que de pequeños suelen ser inquietos. Lo bueno es que su alimentación no presenta ningún tipo de particularidad. Sus genes carroñeros tal vez le hayan facilitado un estómago poderoso y poco delicado.
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