Una profesora que emprendió un proceso de adelgazamiento, se deshizo de la nada insignificante cantidad de 252 libras después de sentirse como una «hipócrita» por decir a sus alumnos que llevaran una vida sana.
Kelly Barker, de 43 años, que vive con su hijo Josh, de 15, en St Helens (Reino Unido), llegó a pesar 392 libras.
«Siempre me ha gustado mi trabajo de maestra, pero a menudo me sentía hipócrita, sobre todo cuando enseñaba a los niños a comer sano y a mantenerse activos», explica. «Me dolían las articulaciones y la espalda después de un día de clase y, aunque sonreía, me sentía como un fraude».
Reflexionando sobre su infancia, la Sra. Barker admite que su peso ha sido algo con lo que ha luchado toda su vida.
«De niña me ponían una dieta especial y me pesaban en el colegio», cuenta. «Mientras los demás niños comían pescado y patatas fritas, yo tenía que comer una comida aparte, normalmente algo insípido como pescado hervido con patatas».
Sin embargo, eso no hizo más que empeorar las cosas para ella.
«Me hicieron creer que perder peso era miserable, vergonzoso, bochornoso, y eso no funcionó para mi: gané peso todos los años hasta la edad adulta», dijo.
La Sra. Barker admite que, cuando estaba en la universidad, siguió engordando y se vio inmersa en un círculo vicioso de alimentación cómoda que se prolongó durante años.
Sin embargo, cuando su médico de cabecera le recomendó que se operara, recibió un gran llamado de atención que puso en marcha su viaje hacia la pérdida de peso.
«Investigué la intervención y supe que mi peso me convertía en un gran riesgo anestésico», explica. «No podía quitarme la sensación de que moriría en la mesa de operaciones».
Entonces se puso en contacto con su prima, que trabaja como asesora de Slimming World, y decidió unirse al programa.
Se sintió «rodeada de calidez, amabilidad y compasión» desde el momento en que se unió al grupo. A pesar de que el nuevo proceso le daba un poco de miedo, era el apoyo que necesitaba.
«No puedo mentir, subirme a la báscula por primera vez fue desalentador, sobre todo porque me aterrorizaba que pesara demasiado para que me pesaran (por suerte, pudieron)», dijo. «Aunque ese número era aterrador — también me sentí como si fuera el comienzo de algo».
La Sra. Barker agradece el apoyo que recibió de su prima y del grupo a lo largo de su viaje.
Empezó a cocinar y a crear hábitos alimentarios saludables. Sus comidas cambiaron drásticamente, de algo para picar sobre la marcha como un pastel para llevar, a preparar avena de un día para otro con yogur natural desnatado y mucha fruta para desayunar.
Para alimentarse, pasó de sándwiches, patatas fritas y pasteles de panadería a sopa casera, ensaladas de pasta o quiche sin corteza.
En lugar de optar por una pizza de llevar para la cena, la Sra. Barker comenzó a preparar curry desde cero con arroz o un kebab casero de Slimming World con papas fritas hechas en la freidora de aire».
Sus tentempiés también parecían mucho más sanos, ya que se había alejado de las patatas fritas, los chocolates, las galletas, los pasteles y las tartas. La Sra. Barker dice que ahora se siente orgullosa de mostrar a los demás la comida fresca de la que disfruta, ya que le ha dado más confianza e incluso ha mejorado la relación con su hijo.
«Ya no siento que le avergüence y él me dice que está orgulloso de lo que he conseguido», afirmó. «Es un nadador de nivel regional y del condado, así que estar más en sintonía con mis propios niveles de actividad y nutrición nos ha unido mucho más».
También ha notado que sus niveles de energía han mejorado drásticamente.
«A medida que avanzaba mi viaje, me di cuenta de que tenía mucha más energía, así que cuando Josh me propone hacer senderismo, escalada o piragüismo, no me preocupa sobrepasar los límites de peso», afirma.
En un viaje reciente al Distrito de los Lagos, se emocionó hasta las lágrimas ante la belleza del lago y se dio cuenta de cuántas experiencias y vistas hermosas se había perdido debido a sus problemas de peso.
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