¿Qué factores decidirán la victoria en la guerra comercial entre China y Estados Unidos?

Al concepto de China como fábrica del mundo ya le queda poco tiempo bajo el sol

Por Cheng Xiaonong
01 de octubre de 2018 5:46 PM Actualizado: 01 de octubre de 2018 5:46 PM

En medio de la creciente guerra comercial entre China y Estados Unidos, los aranceles impuestos por Estados Unidos sobre las importaciones chinas pueden considerarse un «semáforo en rojo» sobre los productos hechos en China. Esto desviará las cadenas de abastecimiento y demanda hacia otros lugares. A medida que una porción de las importaciones de EE. UU. deje de venir de China, habrá un cambio en la cadena industrial mundial sinocéntrica que emergió a comienzos del siglo.

El 18 de septiembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que implementaría aranceles por USD 200.000 millones a China en dos fases. El Ministerio de Comercio de China anunció inmediatamente que contrarrestaría la movida de Trump con iguales aranceles sobre productos estadounidenses. La Casa Blanca respondió que cuando China aplique las contramedidas, impondría aranceles a los productos chinos por otros USD 267.000 millones.

Ahora que la guerra comercial ha comenzado en serio, ¿quién saldrá victorioso? No podemos determinar una victoria o derrota simplemente por la cantidad de aranceles impuestos, sino por cómo impactan en el flujo del comercio internacional.

Al poner la luz roja a los aranceles, Estados Unidos puede desviar el flujo de productos hacia otros países, y China perdería la condición de «fábrica del mundo» que ha disfrutado desde comienzos del siglo XXI.

La prensa estatal china está luchando la batalla equivocada

Desde que comenzó la guerra comercial, la prensa china ha descrito la confrontación en términos militares, refiriéndose a los aranceles de EE. UU. y a los contraaranceles chinos como «balas», como si el que impusiera más aranceles sobre la otra parte ganase la guerra comercial. Pero esta comparación es engañosa.

Los aranceles impuestos por Estados Unidos no eliminan a los importadores, son en cambio una advertencia—por eso el término «semáforo en rojo»—hacia los importadores, de que los precios de los productos importados de China van a aumentar. Una solución es pasar el aumento del costo al consumidor, pero si el precio de los productos importados aumenta mucho, los consumidores no querrán comprarlos. Otra solución es que los importadores paguen el costo, lo cual conlleva el riesgo de una pérdida de ganancias.

La prensa de China continental y las compañías de EE. UU. que testificaron y se opusieron a las políticas de Washington en audiencias del gobierno, creen que el aumento de los aranceles forzará a los consumidores estadounidenses a comprar productos con precios altos. En otras palabras, las «balas» que Trump «dispara a China» rebotarán hacia los consumidores de EE. UU. Pero en realidad, los importadores no pueden forzar a los consumidores estadounidenses a comprar productos chinos, ya que los productos chinos no son los únicos disponibles.

Los productos chinos se pueden reemplazar

Los importadores de Estados Unidos, como los que tienen grandes cadenas de tiendas, han estado comprando grandes cantidades de productos baratos de primera necesidad de China durante años, como ropa, calzado, juguetes, electrodomésticos, artículos de oficina y demás. Estos son los principales productos afectados por los aranceles. Sin embargo, el temor de que los consumidores sufran debido al aumento del costo de los productos de China no tiene fundamento.

Tomemos la vestimenta y ropa de cama por ejemplo. Hace más de una década, las tiendas de ropa estadounidenses estaban llenas de productos chinos. Era difícil encontrar algo que no estuviera hecho en China. Pero a medida que los costos de la vestimenta y ropa de cama de China comenzaron a aumentar en EE. UU., los importadores vieron disminuir sus ganancias y comenzaron gradualmente a transferir su suministro al sudeste asiático. La vestimenta y ropa de cama comenzó a venir cada vez más de países como India, Sri Lanka, Indonesia, Bangladesh, Vietnam o Malasia.

De este ejemplo se ve que los fabricantes chinos que exportan bienes de consumo, electrodomésticos, artículos de oficina y herramientas, no son algo irremplazable. De hecho, la industria manufacturera de baja gama de China tiene ahora competencia de muchos países por todo el mundo. No es difícil establecer compañías similares en el sur o sudeste de Asia, o entrenar empleados allí, como lo demuestra la exitosa transferencia de las cadenas de abastecimiento de vestimenta y ropa de cama de China a esos lugares.

Detenidos en el semáforo

En la audiencia por el aumento de aranceles sobre productos chinos que se realizó en la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, muchas empresas estadounidenses expresaron una fuerte oposición, ya que los productos importados de China tienen el balance ideal entre precio y calidad, y el aumento del arancel las forzaría a pasar la carga al consumidor. En la audiencia, el gobierno les preguntó a las empresas si podían comprar de productores en otros países, pero los representantes de la industria negaron esa posibilidad.

¿Pero tiene esto sentido? La industria de la vestimenta y ropa de cama estadounidense ya ha completado su transferencia de la cadena de abastecimiento, ¿p0r qué no pueden hacer lo mismo otras industrias? El problema no es que la cadena de abastecimiento no se pueda transferir, sino que hacerlo es una inconveniencia para los importadores, aunque no lo quieran reconocer. Las compañías han confiado por mucho tiempo en la fabricación china y están familiarizados con sus proveedores, lo cual les ahorra muchos problemas al hacer negocios.

No obstante, ningún importador en Estados Unidos tiene el monopolio. Si algunas de estas empresas comienzan a buscar fabricantes que ofrezcan cadenas de abastecimiento estables en otros países además de China, estas empresas pronto dominarán el mercado estadounidense con precios más bajos. Los importadores perezosos se verán forzados a hacer lo mismo, o quebrar.

Si algunas empresas de EE. UU. insisten en usar productos hechos en China, no solo tendrán que competir con otras empresas estadounidenses que tienen sus cadenas de abastecimiento en otros países, sino también deberán competir con las empresas chinas. Para mantener el mercado de EE. UU. y evitar los aranceles de Washington, algunas empresas chinas han comenzado a transferir su producción al sudeste asiático y otros lugares. La doble presión obligará a los importadores estadounidenses a mudar sus compras y ajustar sus cadenas de abastecimiento.

Productos básicos como artículos de oficina y herramientas ni siquiera tienen que ser fabricados en el extranjero. A medida que se cierra la brecha de precios entre la manufactura de China y de Estados Unidos, el arancel agregado del 25% le da a las fábricas estadounidenses una oportunidad de competir. Esto ayudará a revitalizar la industria de Estados Unidos y disminuir el desempleo, una de las razones por la cual Trump comenzó la guerra comercial.

A medida que las tarifas que Washington impuso a China prenden una luz roja a los importadores, el flujo de productos importados se «desviará» de China a otros países. En unos años, a medida que parte de los productos importados de Estados Unidos se vaya de China, parte de la cadena industrial sinocéntrica que se formó durante la globalización económica en este siglo será también transferida a otros países.

El concepto de China como la fábrica del mundo ha tenido poco tiempo bajo el sol, y pronto será reemplazado por otras naciones de Asia. Una consecuencia es que a medida que las reservas chinas en moneda extranjera declinen junto con la caída en las exportaciones, se puede esperar que el régimen chino aumente los controles sobre los intercambios extranjeros.

El Dr. Cheng Xiaonong es un académico en política y economía China radicado en Nueva Jersey. Cheng fue investigador de política y asistente del exlíder del Partido Comunista Chino Zhao Ziyang, cuando Zhao fue primer ministro. También fue editor en jefe de la revista Estudios Modernos de China.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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