Régimen chino endurece la censura sobre el entretenimiento y la literatura con la mira puesta en el contenido espiritual

Por Li Jing - La Gran Época
14 de junio de 2019 7:18 PM Actualizado: 14 de junio de 2019 7:18 PM

La reciente prohibición por parte del régimen chino de una popular ficción televisiva basada en una novela clásica, parece haber tenido como objetivo erradicar todo contenido espiritual, lo cual desencadenó una ola de críticas en las redes sociales chinas.

Aunque poco conocida en Occidente, la novela Investidura de los Dioses, o Feng Shen Yanyi en idioma chino, es tan importante para la cultura china como lo son los himnos homéricos para la cultura occidental. Escrita en el siglo XVI, la novela es un relato épico de la guerra entre dioses y demonios durante el declive de la dinastía Shang (1600-1046 a.C.) y el ascenso de la dinastía Zhou (1046-256 a.C.).

El rey Zhou, el último gobernante de la dinastía Shang, fue hechizado por su concubina poseída por un demonio y llevó una vida de libertinaje y lujo. Los dos explotaban cruelmente al pueblo y ejecutaban a quienes se atrevían a oponerse, incluyendo a sus leales funcionarios, generales e incluso a su reina e hijo.

El rey Ji Fa comenzó una guerra contra Zhou para acabar con la tiranía, y ambos bandos reclutaron seres mágicos: deidades, inmortales, demonios y humanos con poderes sobrenaturales. La historia terminó con el derrocamiento del rey Zhou y la muerte del demonio zorro.

Una serie de 50 episodios basada en la novela fue un éxito en Hunan Satellite TV, el segundo canal más grande de China, hasta que el canal anunció el 3 de junio que comprimiría los últimos 12 episodios en dos, y luego canceló el programa por completo sin previo aviso. No se dio ninguna explicación oficial, y sigue siendo un misterio si los dos episodios finales se televisarán más tarde.

La mayoría de los chinos que comentaron en las redes sociales pensaron que la prohibición se debió sobre todo al temor de las autoridades de que el programa reavivara las creencias espirituales en China. Algunos pensaron que dado que la prohibición ocurrió el día antes del 30 aniversario de la masacre de la plaza de Tiananmen el 4 de junio, el rey corrupto y los funcionarios de la serie televisiva le recordarían a la gente a los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh), y que el cruel asesinato de personas inocentes despertaría recuerdos de la masacre ocurrida en 1989.

Otros temas tabúes

Este es solo un ejemplo de la última ronda de censura en la industria del entretenimiento y las redes sociales de China. A mediados de mayo, Baidu, la versión china de Google, causó un gran revuelo en las redes sociales después de borrar todos los posteos anteriores a 2017 en Tieba, su comunidad online con 1500 millones de usuarios.

“Son 15 años de historia de los internautas chinos”, se lamentó un usuario.

A finales de mayo, la Administración del Ciberespacio de Shanghai cerró Qidian.com, una plataforma de lectura china para escritores independientes con una aparente acumulación de más de un millón de obras literarias. Algunos escritores dijeron que las autoridades prohibieron el contenido que incluía política, gángsters y pornografía. La sola mención de besos, sexo o incluso abrazos también puede llevar a la eliminación de contenido. Además, los personajes en ocupaciones especiales –como la policía, el ejército, los agentes especiales y los bomberos– pueden no estar asociados con la actividad sexual en la literatura.

Los rumores que circulan en Internet dicen que otras prohibiciones incluyen escenas de lucha, deidades, monjes budistas y taoístas, fantasmas o espíritus en el género de la fantasía, “crítica del nihilismo del poder imperial” (lo que sea que eso signifique), escenas de asesinatos, soldados con poderes sobrenaturales, magia, religión, y descripciones del cuerpo humano por debajo del cuello.

Aunque tales rumores no fueron verificados ni negados, los internautas chinos estuvieron lamentando la pérdida de su ya bastante patética “libertad” de expresión.

“¿Por qué no lo prohibes todo y nos dejas solo memorizar las citas de los líderes comunistas?”, se quejó un internauta en un posteo. “No se nos permite preocuparnos sobre política o las noticias. Ahora ni siquiera podemos entretenernos leyendo una novela. ¿Cómo puede sobrevivir el pueblo chino?”.

Espiritualidad: El objetivo número uno

Aunque la violencia y la pornografía se suelen presentar como las razones para la censura, el objetivo principal de Beijing es la espiritualidad, porque la gente de fe es más difícil de corromper y de controlar. Desde su establecimiento, el régimen comunista estableció como prioridad desarraigar las milenarias creencias espirituales de la sociedad china para dar paso a la ideología comunista.

Después de décadas de implacable represión de las religiones tradicionales, incluyendo el budismo, el taoísmo y el cristianismo, el régimen comenzó una guerra total contra la práctica de meditación espiritual Falun Dafa, la práctica de qigong más popular del país. En las dos décadas transcurridas desde la prohibición, Beijing tomó todas las medidas posibles para bloquear cualquier mención de la disciplina severamente perseguida, permitiendo solo la retórica oficial.

Ahora la guerra contra la espiritualidad está yendo todavía más amplia y profundamente. Un ejemplo reciente es que el régimen editó extractos de obras maestras del mundo que se incluyen en los libros de texto escolares chinos. Todas las palabras y frases que contienen implicaciones espirituales –por ejemplo, Dios, la Biblia, la creencia, rezar, descanso en paz– fueron eliminadas.

Por ejemplo, en la historia de “La pequeña vendedora de cerillos”, la frase, “…su vieja abuela (…) le había dicho que cuando una estrella cae, un alma se eleva hacia Dios”. Ahora dice: “….cuando una estrella cae, una persona se va”.

Los informes de que un millón o más de musulmanes uigures están recluidos en campos de reeducación secretos y obligados a renunciar a su fe y sus tradiciones también fueron noticia en todo el mundo, alarmando a la comunidad internacional.

La hiperparanoia de Beijing sobre la seguridad pública y el control del discurso, especialmente desde la guerra comercial entre Estados Unidos y China, refleja un sentido extremo de inseguridad ideológica por parte del régimen comunista, dicen los expertos.

“Las reacciones del PCCh muestran que China y Estados Unidos están en una guerra real”, dice Liao Shiming, columnista y comentarista financiero. “Es una guerra entre ideologías. Y es hora de descubrir quién es el ganador”.

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