Se agrava la crisis en el Sudeste Asiático, con miles de inmigrantes a la deriva en el mar

15 de mayo de 2015 7:25 AM Actualizado: 15 de mayo de 2015 7:32 AM

Alrededor de 800 inmigrantes bengalíes y rohingyas arribaron hoy a las costas de Indonesia tras su rescate en alta mar, mientras organizaciones humanitarias acusaron a gobiernos del sudeste asiático de estar «jugando al ping pong» con miles de otros refugiados que son rechazados y devueltos mar adentro.

El grueso de los rescatados, provenientes de Bangladesh y Myanmar, se encuentra en la localidad de Langsa a la que llegaron ayudados por pescadores locales después de que la embarcación en la que viajaban naufragara cerca de la costa.

En tanto, al menos otros dos barcos fueron devueltos al mar por navíos de la marina indonesia.

Según declaró Jaurul Nova, integrante de los servicios rescate de la provincia de Aceh, en la isla de Sumatra, «alrededor de 794 personas fueron encontradas en medio del mar y llevadas a tierra por pescadores», informó la cadena CNN.

«En este momento, de manera temporal, están alojados en un almacén en el puerto», agregó.

Más de 2.400 inmigrantes bengalíes y rohingyas han desembarcado en Myanmar e Indonesia desde el domingo pasado, pero varios miles más a bordo de embarcaciones fletadas por traficantes de personas derivan en alta mar luego de ser devueltos a aguas internacionales.

Tanto la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) como la ONG Human Rights Watch (HRW) reiteraron en las últimas horas un llamamiento a Tailandia, Malasia e Indonesia para que rescaten a los inmigrantes y frenen sus devoluciones al mar, que calificaron como «la estrategia del ping-pong humano».

«Tailandia, Malasia e Indonesia deberían dejar de jugar al juego a tres bandas de ping-pong humano y, en su lugar, deberían trabajar juntos para rescatar estos barcos aciagos», aseveró el subdirector de HRW en Asia, Phil Robertson, citó la agencia de noticias EFE.

En este marco, alrededor de 6.000 inmigrantes bangladeshíes y rohingyas continúan a la deriva en distintas embarcaciones y en condiciones muy precarias, según informó Naciones Unidas (ONU), que criticó que Malasia, Indonesia y Tailandia hayan puesto en marcha «una política de devolución» de naves al mar.

Ayer, un barco pesquero de madera cargado con cientos de roghingyas procedentes de Myanmar fue visto a la deriva en el mar de Andamán. Los pasajeros contaron a medios que está a la deriva desde hace tres meses, que Malasia les negó la entrada y que el capitán del barco los abandonó hace una semana.

El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Husein, pidió a los gobiernos de esos tres países que «actúen rápidamente para proteger las vidas» de los inmigrantes.

Aunque felicitó a Indonesia por haber permitido hace cinco días el desembarque de 582 inmigrantes y a Malasia por haber hecho lo mismo al día siguiente con 1.018, les advirtió de que impedir ahora la llegada o negarse a rescatar embarcaciones repletas de personas es igual a poner en peligro sus vidas.

Muchos de los inmigrantes pertenecen a la minoría musulmana rohingya, una de las más perseguidas del mundo, según la ONU.

Al Hussein responsabilizó a Myanmar de la situación.
«Hasta que el gobierno de Myanmar no solucione la discriminación institucional contra la población rohingya, incluyendo el acceso igualitario a la ciudadanía, esta migración precaria continuará», declaró.

Tailandia, por su parte, insistió hoy en que no aceptarán barcos con inmigrantes, después de que una embarcación con al menos 300 indocumentados, incluidos mujeres y niños hambrientos, llegase al sur del país y partiese de nuevo ayer hacia Malasia tras proveerse de agua, alimentos y medicinas.

Panitan Wattanayagorn, consejero del gobierno tailandés, indicó que seguirán esta política al menos hasta la reunión que han convocado el 29 de mayo con representantes de otros países de la región para abordar la crisis, según el diario Bangkok Post.
A la reunión concurrirán representantes de Australia, Indonesia, Malasia, Myanmar,

Bangladesh y Vietnam, así como de organizaciones internacionales.
Por su parte, el primer ministro de Malasia, Najib Razak, dijo hoy que su país «no tolerará ningún tipo de tráfico de seres humanos», en relación a la crisis de miles de inmigrantes ilegales registrada en el Sudeste Asiático en los últimos días.

«Cualquier persona que sea hallada cometiendo esta injusticia (el tráfico de personas) y violando nuestras leyes será llevada ante la justicia», prometió el gobernante en un comunicado que reproduce el diario local New Straits Times.

 

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