Suspensión de elecciones en Hong Kong, por Beijing, prolonga lo inevitable y será contraproducente

Por Jack Hazlewood
30 de julio de 2020 3:43 PM Actualizado: 31 de julio de 2020 6:23 PM

Opinión

Los medios de comunicación pro-Beijing dieron la noticia de otra decisión explosiva contra Hong Kong, la cual fue transmitida por las autoridades centrales de China en Beijing el 28 de julio.

Sing Tao y HK01 (medio que publicó una primicia sobre la legislatura títere de Beijing acerca de su cronograma para la Ley de Seguridad Nacional), afirman, citando fuentes oficiales, que el gobierno de Hong Kong solicitará al Congreso Nacional del Pueblo (APN) un aplazamiento sin precedentes de las elecciones al Consejo Legislativo (LegCo), programadas para septiembre.

Si bien el reciente y rápido aumento en los casos de coronavirus en Hong Kong se cita como la razón del aplazamiento, las semanas en las que figuras pro-Beijing piden que las elecciones sean canceladas revelan el hecho de que se trata de una decisión abiertamente política. Todas las señales apuntaban a una humillante derrota de los partidos progubernamentales, con una escala aún mayor que en las elecciones locales de 2019, particularmente después del reciente e impresionante éxito de las primarias del campo prodemocrático.

De lo que las autoridades no se dan cuenta es que si, como se espera, Beijing procede con el aplazamiento de las elecciones, es probable que tal movimiento resulte en un error histórico.

La noticia llega cuando los partidarios de la democracia se enteraron que podrían aparecer en la boleta electoral, después de semanas de especulaciones sobre la posible descalificación automática de Beijing a todos los candidatos antigubernamentales. En la práctica, la demora es tan larga que significa que las elecciones han sido canceladas.

En esencia, las autoridades apuestan a que el año entrante caigan los líderes prodemocráticos y el movimiento que los respalda se agote, en lugar de simplemente dar pie a lo inevitable, la derrota aplastante para los partidos pro-Beijing.

El reflujo de las protestas en los últimos meses, algo que muchos esperaban que se intensificara después de la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional, parece haber llegado a la cabeza de Beijing. Las autoridades parecen ignorar cómo, en gran parte, esto se debe al consenso que se forma entre los demócratas de que las elecciones, que se celebran solo una vez cada cuatro años, constituyeron su mejor oportunidad para asestar más golpes a las autoridades, ya golpeadas, que cualquier reanudación inmediata de las protestas.

Los temores generalizados de ser arrestados bajo la nueva ley son muy reales, pero los manifestantes de primera línea en particular, que pasaron la segunda mitad del año pasado involucrados en batallas cada vez más feroces con la policía, no serán disuadidos a largo plazo por el paso de cualquier ley, no importa lo draconiana que se manifieste.

Por lo tanto, ver la calma actual en las calles de Hong Kong como algo más que una tregua temporal es una ilusión. La suspensión de las elecciones, probablemente, solo expondrá de manera espectacular el inevitable regreso de los enfrentamientos del año pasado.

Es probable que haya un período prolongado de calma mientras la pandemia continúa interrumpiendo la vida cotidiana en la ciudad, pero se disipará a medida que se encuentre y distribuya una vacuna. El aplazamiento de las elecciones, como con la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional, solo servirán para enfurecer aún más a los demócratas y exacerbar las feroces corrientes subterráneas y la división entre la sociedad de Hong Kong, que está a punto de explotar una vez más.

Una vez que se haga el anuncio formal, todos los ojos estarán puestos en la respuesta del mundo libre. Después de la presentación de la Ley de Seguridad Nacional, muchos países, incluido Estados Unidos, pusieron un énfasis sorprendente en la importancia de que las elecciones se desarrollen según lo planeado, como referente para las discusiones sobre una respuesta ante la represión a Hong Kong. El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, comentó en la Cumbre de la Democracia de Copenhague que la forma en que se llevarán a cabo las elecciones «nos dirá todo lo que necesitamos saber sobre las intenciones del Partido Comunista Chino con respecto a la libertad en Hong Kong«.

Ahora que las elecciones han sido casi canceladas, funcionarios de la administración Trump, incluido el director de la Oficina de Política Comercial y de Fabricación, Peter Navarro, tendrán municiones reales para presionar por repercusiones inmediatas y punitivas contra Beijing.

El antiguo estratega en jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, y el analista Gordon Chang han dirigido los llamados para que China sea excluida inmediatamente de Swift, el sistema de pago en dólares ampliamente utilizado en el comercio internacional, y de los acuerdos de inversión, en una medida que se estima que le cueste a China más de USD 300,000 millones cada año.

Otras medidas también podrían incluir sanciones selectivas contra personas en Hong Kong y Beijing, consideradas responsables del aplazamiento de las elecciones y de los abusos contra los derechos humanos en Hong Kong en general, en virtud de la Ley Global Magnitsky de Responsabilidad de los Derechos Humanos. En cualquier caso, es imprevisible en el clima actual la medida se lleve a cabo sin la colaboración de Washington.

Pero si bien la suspensión de las elecciones solo inflamará las tensiones en la sociedad viciosamente dividida de Hong Kong, también debe tenerse en cuenta que el próximo año, antes de las elecciones, probablemente se verá una represión sin precedentes.

Es probable que se realicen arrestos masivos bajo la Ley de Seguridad Nacional y se extradite a los activistas de más alto perfil a la parte continental, así como la implementación en Hong Kong de otras medidas autoritarias utilizadas en la parte continental para frenar la disidencia.

Sin ninguna señal de que la determinación del movimiento prodemocrático o su abrumador apoyo entre el público de Hong Kong esté disminuyendo, parece que Beijing ha agregado otro error histórico en su catálogo del mal manejo a un movimiento de resistencia en su periferia.

Jack Hazlewood es un estudiante y activista con sede en Londres. Anteriormente trabajó para un partido político localista en Hong Kong, y se desempeñó como productor de campo para el documental «Add Oil» del popular Frente de Periodismo de conflicto que siguió a los manifestantes de primera línea en Hong Kong, en el período previo al Día Nacional de China en 2019.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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