Trump cierra un oscuro capítulo para Flynn

Por Lee Smith
29 de noviembre de 2020 1:02 PM Actualizado: 29 de noviembre de 2020 1:02 PM

Opinión

El perdón del presidente Donald Trump al general (ret) Michael Flynn cierra un capítulo oscuro que pocos podrían haber esperado que ocurriera en la democracia más antigua y grande del mundo. El relato completo de la historia de Flynn parece más bien haber salido de la historia de un régimen totalitario que se da cuenta por primera vez de su apetito por el poder absoluto. Al menos ahora hay claridad. Después de ver cómo el destino del primer asesor de seguridad nacional de Trump fue golpeado por las instituciones diseñadas para asegurar el Estado de derecho, los estadounidenses ya no pueden darse el lujo de ignorar las fuerzas que se alinean contra ellos.

Flynn merecía ser absuelto por el sistema de justicia. Pero esa ruta fue bloqueada por los extraordinarios e inconstitucionales esfuerzos del juez que presidía su caso, Emmet Sullivan, para prolongar el procesamiento después de que el Departamento de Justicia presentara una moción para retirar su falso caso contra Flynn por mentir al FBI. Los documentos del gobierno publicados en la primavera mostraron que había sido incriminado por altos funcionarios del Departamento de Justicia y del FBI bajo la dirección del presidente Barack Obama y del vicepresidente Joe Biden. Con el resultado de las elecciones de 2020 incierto y un potencial gobierno de Biden que de seguro utilizará cualquier medio a su alcance para atacar el círculo de Trump, la opción más segura era perdonar a un hombre inocente.

Para la mitad del país cuyo flujo de información está controlado por oligarcas de la tecnología, ni siquiera un acto de Dios habría limpiado el nombre de Flynn. Fueron los medios de comunicación, después de todo, los que sirvieron de plataforma para que los funcionarios de Obama impulsaran la teoría de la conspiración del Russiagate y calumniaran al general de tres estrellas retirado como un «activo» del Kremlin.

El 12 de enero de 2017, el columnista del Washington Post David Ignatius publicó la filtración de la intercepción clasificada de una llamada entre el asesor de seguridad nacional entrante de Trump y el embajador ruso en Estados Unidos. Un mes más tarde, otro artículo del Washington Post también mencionó la interceptación como fuente. La filtración de intercepciones de inteligencia extranjera es un delito grave. Debido a que solo un número limitado de funcionarios tiene acceso a documentos clasificados de ese nivel, la identificación de los delincuentes no debería ser difícil. Pero después de casi cuatro años, nadie fue acusado del delito.

Los delegados de Obama de la anterior administración tenían sus cuchillos apuntados contra Flynn incluso antes de que Trump fuera investido en el cargo. El FBI sabía que el exdirector de la Agencia de Inteligencia de la Defensa sería capaz de encontrar pruebas de su operación de espionaje ilegal contra la campaña de Trump. A los altos funcionarios de la CIA les preocupaba que las reformas propuestas por Flynn para la burocracia de inteligencia redujeran sus presupuestos y su prestigio. Documentos desclasificados en la primavera mostraron que al menos 40 tenientes de Obama tenían a Flynn bajo vigilancia, evidencia de que el expresidente había promovido una cultura de espionaje contra estadounidenses con fines políticos.

El propio Obama tenía sus razones para ir tras Flynn. Estaba obsesionado con Flynn. Le pidió a Trump que no lo contratara. Flynn se oponía abiertamente al acuerdo nuclear con Irán, la gran iniciativa de política exterior de Obama. Para proteger el legado de Obama, Flynn tenía que irse. Después de dejar la Casa Blanca en febrero de 2017, abogados especiales amenazaron con imputar a su hijo a menos que se declarara culpable. Los agentes del FBI que entrevistaron a Flynn dijeron que no había mentido. Cuando el Departamento de Justicia retiró su caso en mayo, Obama dijo públicamente que Flynn debía ser acusado de perjurio. Sullivan nombró a un exjuez para armar el caso de Obama contra Flynn. Con cada moción que presentó la abogada de Flynn, Sidney Powell, los procedimientos judiciales atrajeron más seguidores, que vieron y escucharon en tiempo real cómo el sistema de justicia era manipulado para satisfacer los caprichos vengativos del cuadragésimo cuarto presidente.

Amigos del general retirado dicen que ahora se sentirá libre de hablar más abiertamente. En los últimos meses escribió una serie de artículos que no solo confirman sus compromisos políticos —su apoyo al presidente y al plan “Estados Unidos Primero”— sino que también definen un enfoque espiritual ante la crisis que afecta a la república.

«A todos los estadounidenses, lo que elegimos hacer en esta vida nunca debe ser detenido por el miedo», escribió Flynn después de que se emitiera el perdón. «En su lugar, necesitamos aceptar la incertidumbre y el riesgo que viene con el sacrificio y luego trabajar para superar la enorme magnitud de los desafíos de la vida, especialmente durante esta prueba en la historia de nuestra nación. Nuestra supervivencia como nación está en juego».

El caso de Flynn subraya la nueva realidad: las instituciones que fueron diseñadas para servir al pueblo estadounidense, desde el FBI y el Departamento de Justicia hasta la prensa y el poder judicial, ahora se han vuelto en su contra. Pareciera que la energía requerida para el verdadero ajuste de cuentas y reparación de nuestro estado actual obtendrá su fuerza, como sugieren las declaraciones de Flynn, no solo de fuentes políticas sino también de las convicciones morales y religiosas sobre las que se fundó el país.

Y así, mientras este capítulo se cierra, uno nuevo comienza. Este involucrará la lucha esencial contra la campaña de profanación cada vez más ambiciosa y cabal que apunta al espíritu y al cuerpo humano, a nuestros símbolos e historia, y a todos los estadounidenses que, como Michael Flynn, valoran más la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Lee Smith es el autor del libro recientemente publicado, «The Permanent Coup: How Enemies Foreign and Domestic Targeted the American President» (El Golpe Permanente: Cómo enemigos extranjeros y nacionales apuntaron al presidente estadounidense»).

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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