Estimado vicepresidente Pence,
Mi nombre es Jennifer Zeng. Soy periodista, escritora y practicante de Falun Dafa, y vivo en Washington.
El 4 de octubre miré su histórico discurso sobre la relación entre Estados Unidos y China y me impresionó mucho cuando dijo: “Más periodistas informan la verdad sin temor ni favoritismo, y están investigando a fondo para encontrar dónde está interfiriendo China en nuestra sociedad, y por qué”.
Si me lo permite, puedo decirle que orgullosamente soy uno de los periodistas a los que Ud. se refirió. Desde 2001, cuando escapé de China después de ser torturada casi hasta la muerte en el Campo de Trabajo Forzado para Mujeres de Beijing por practicar Falun Dafa, seguí escribiendo libros, historias personales, artículos de opinión e informes de noticias para exponer los crímenes contra la humanidad del Partido Comunista Chino (PCCh), así como su infiltración en los Estados Unidos y otros países occidentales.
Sin embargo, no estoy escribiendo esta carta para presumir de lo que estuve haciendo. Le escribo para llamar su atención sobre el precio que he tenido que pagar por escribir y exponer los hechos, y para pedir su ayuda.
Detenida en la aduana
Hace unos días, el 1 de octubre, mi madre de 76 años viajó desde la ciudad de Mianyang, en la provincia de Sichuan, China, a la ciudad de Chengdu, y luego de Chengdu a Shanghai –un viaje de más de 1600 km– para luego tomar un avión desde allí hacia Estados Unidos para poder visitarme, en un viaje de 11.700 km.
Para ella, venir a Estados Unidos es un viaje muy largo y agotador, y mi madre se resistía a hacerlo, ya que la han operado hace poco y su salud no es buena. Ella no habla nada de inglés y viajar sola a Estados Unidos sería un gran desafío.
Sin embargo, valientemente aceptó el reto, ya que, de manera amarga y dulce a la vez, consideró que esta era la última oportunidad que tenía para verme en esta vida. Me dijo que no tenía intención de volver después de esta visita, ya que sería demasiado vieja e incapaz de viajar, y nunca se atrevió a tener esperanzas de que yo pudiera viajar de vuelta a China para visitarla.
¿Por qué no puedo volver a China? Porque como practicante de Falun Dafa, y como escritora y periodista franca y abierta, nunca, desde que escapé de China en 2001, pude obtener una visa para regresar.
Durante más de 17 años, no he podido visitar a mi familia en China, ni siquiera cuando mi padre se estaba muriendo en el hospital, antes de que falleciera en 2014, sin haberme visto durante más de 13 años.
Así que para mi madre, la única manera de verme era volar a través del océano hacia los Estados Unidos.
Estaba llena de sentimientos mezclados de emoción, anhelo, dulzura y amargura, y la expectativa de verme en tan solo 15 horas. Pero ¡ay!, para su sorpresa, fue detenida en la aduana del Aeropuerto Internacional Pudong de Shanghai, donde le dijeron que su pasaporte había sido revocado por el Buró de Seguridad Pública de la ciudad de Mianyang; además un oficial destruyó el documento cortando dos esquinas de la página principal.
Amargas separaciones
No ofrecieron ninguna explicación. Mi madre, una anciana conmocionada, asustada, desesperada, indefensa y llorando, tuvo que descubrir, en medio de la noche, en un lugar extraño para ella, cómo avisarme que no podía viajar, cómo hacer para que su equipaje no volara sin ella a Estados Unidos, cómo conseguir un boleto para regresar a Chengdu, y cómo regresar por sí misma a Mianyang desde Chengdu con su gran equipaje.
Desde entonces ya pasaron varios días, y mi madre sigue llorando sola en su casa, con demasiada angustia y vergüenza para salir y contarle a los demás que no se le permitió viajar.
Mi corazón casi se rompe cuando me enteré de todo eso. ¿Por qué mi madre, una señora mayor inocente e inofensiva, tuvo que sufrir este tipo de trato inhumano?
Desde que comenzó la persecución de Falun Dafa en 1999, hace más de 19 años, ella tuvo que sufrir repetidamente separaciones amargas, innecesarias e infundadas que se sintieron como la muerte, cuando tanto mi hermana como yo fuimos arrojadas a los campos de trabajo, cuando tuve que huir de China para evitar que me siguieran persiguiendo, y cuando mi padre murió en la miseria después de sufrir persecución durante más de una década.
Mi querida madre tuvo que soportar todas estas cosas durante más de 19 años. Durante más de 19 años, el PCCh nunca dejó de acosarla y de obligarla a presionarme en un intento de silenciarme.
Y ahora, su última esperanza de ver a su querida hija por última vez en su vida le fue arrebatada tan cruelmente.
Libertad de religión
Estoy llorando mientras le escribo esta carta. Por favor, ayude a mi madre a conseguir un nuevo pasaporte para que pueda venir a visitarme. Por favor, ayude a poner fin a esta implacable persecución contra Falun Dafa que lleva 19 años en China, la mayor catástrofe de derechos humanos de este siglo.
Me alegré mucho que mencionara la libertad religiosa en China en su discurso, pero me decepcionó que no mencionara nada respecto a Falun Dafa.
Cuando fui encarcelada y torturada en el Campo de Trabajo Forzado para Mujeres de Beijing desde 2000 al 2001, el 95 por ciento de las detenidas eran practicantes de Falun Dafa. El Departamento de Estado de Estados Unidos y la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China citan estimaciones de que la mitad de la población de los campos de reeducación a través del trabajo forzado en China son practicantes de Falun Dafa.
El número total de practicantes de Falun Dafa encarcelados, y la escala y extensión de la persecución, no es la peor parte de la historia. El hecho más inhumano y perverso de la persecución es que el PCCh quiere privar a las personas de la dignidad y los derechos humanos que Dios les concedió para que tuvieran sus propios pensamientos, libre albedrío y creencias.
A fin de obligar a los practicantes de Falun Dafa a abandonar e incluso atacar su fe en Verdad, Benevolencia y Tolerancia –los principios fundamentales que los practicantes aplican en su vida diaria–, el PCCh no se detiene ante ninguna maldad para destruir mental y espiritualmente a la gente.
Además de apuntar a la esencia misma que define al ser humano como tal, el PCCh llega al punto de tratar a los seres humanos como bancos de órganos y partes del cuerpo “comercializables”, con el fin de ganar grandes cantidades de dinero.
Desde 2000 al 2015, se estima que el régimen del PCCh realizó entre 60.000 y 100.000 trasplantes cada año, y que la mayor parte de los órganos sustraídos proceden de practicantes de Falun Dafa, según un informe de 700 páginas publicado en 2016, en el que se expone en detalle la lucrativa práctica china de la sustracción de órganos de los prisioneros de conciencia.
Nadie sabe exactamente cuántas vidas se perdieron para satisfacer la demanda de trasplantes de órganos en todos estos años.
Pero una cosa es segura: después de acumular “experiencia” durante los 19 años de persecución a los practicantes de Falun Dafa, el PCCh está “expandiendo” lo que aprendió a la sociedad en general. Por eso estamos viendo cómo se establecen campos de reeducación en Xinjiang y se establece un sistema de supervisión y control de tipo orwelliano en toda la sociedad china, como usted mencionó en su discurso.
Haciéndole frente
Estoy muy contenta de ver que bajo el liderazgo del presidente Donald Trump y de usted, Estados Unidos está listo para hacerle frente y defender los intereses y valores de Estados Unidos contra el régimen del PCCh. Y espero que los 100 millones de practicantes de Falun Dafa y sus familias en China también puedan obtener apoyo moral y ayuda de Estados Unidos.
Por último, si puede, por favor investigue a Wang Minghua, vicealcalde de la ciudad de Mianyang, secretario del Partido del PCCh y director del Buró de Seguridad Pública en la ciudad de Mianyang, para ver si forma parte de la lista de funcionarios del PCCh sancionados por Estados Unidos por violar los derechos humanos. Creo que él es el responsable de privar ilegalmente a mi madre del derecho legal a tener un pasaporte y es culpable de muchos crímenes contra los practicantes de Falun Dafa.
Esta petición en realidad fue sugerida tras la decisión del presidente Trump de imponer sanciones al Departamento de Desarrollo de Equipo del ejército chino y a su director, Li Shangfu, por la compra de armas rusas.
Puedo ver que la conmoción causada por tal decisión entre la comunidad china fue enorme. Creo que responsabilizar a los individuos por lo que hicieron es una manera muy efectiva de detener las malas acciones en China y de enviar un mensaje a aquellos que quieran tomar una decisión diferente, porque las acciones tienen sus consecuencias.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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¿Sabías?
Desde el 20 de julio de 1999 el comunismo chino lucha por eliminar 100 millones de personas
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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