Una mujer china de 86 años fue sentenciada a tres años de prisión por difundir información sobre su creencia en la disciplina milenaria Falun Dafa, también conocida como Falun Gong, que está siendo brutalmente perseguida por el régimen comunista desde 1999.
Junto a los tres años en libertad condicional, Qu Shuyun, de Daxinganling en la provincia de Heilongjiang, también recibió una multa de 3000 yuanes (435 dólares).
En julio de 2016, Qu y otra mujer fueron arrestadas mientras distribuían folletos sobre la persecución generalizada contra Falun Dafa. Qu, aparentemente, entregó un folleto a un funcionario local del Partido Comunista Chino (PCCh), quien ordenó su arresto.
«Tres días después, las dos mujeres fueron arrestadas y llevadas a la estación de policía de Weidong», según un informe de Minghui.org, un centro de intercambio de información sobre la actualidad de Falun Dafa.
Falun Dafa es un una disciplina espiritual que se basa en los principios de Verdad, Benevolencia, Tolerancia, y cuenta con ejercicios suaves y meditación.
Esta práctica tradicional era practicada aproximadamente por 100 millones de chinos durante la década de 1990, según el propio régimen chino.
En ese marco de popularidad, en julio de 1999, el ex líder chino Jiang Zemin ordenó la brutal e ilegal campaña contra la práctica, lo que resultó en el asesinato de un número desconocido de practicantes.
Más de 4000 casos fueron documentados de practicantes asesinados por torturas y abusos, mientras que cientos de miles de personas siguen en detención, reporta Minghui.
Este número, sin embargo, está lejos de ser exhaustivo y la cifra probablemente sea mucho, mucho mayor.
Investigadores dicen que los practicantes de Falun Dafa son asesinados por sus órganos bajo el sistema de hospitales estatales. Un informe publicado el año pasado señaló que entre 65.000 y 100.000 trasplantes se están realizando cada año.
Mientras estaba bajo custodia, Qu aparentemente «se derrumbó y entró en convulsiones», señaló Minghui, La policía la ignoró, así que su hija tuvo que llamar a una ambulancia para llevarla a un hospital.
Tras recibir el alta del hospital, un funcionario chino local apareció en su hogar y le dijo que pusiera su huella dactilar en el documento de veredicto para cerrar su caso. También le ordenó que pusiera su huella dactilar en un documento que resultó ser una declaración que decía que ella estaba de acuerdo en dejar de practicar Falun Gong. Ella hizo lo que se le dijo pero no entendió las implicaciones de sus acciones.
Luego la llevaron a un tribunal y la juzgaron en secreto con la Sra. Yu. Cuando el juez y la policía le preguntaron si dejaría de practicar Falun Gong, dijo que no lo haría.
Ambas mujeres fueron condenadas a tres años de prisión y puestas en libertad condicional. La Sra. Qu se llevó los documentos del veredicto a casa sin siquiera entender que había sido sentenciada.
El caso de Qu no es único en China.
En un informe reciente de Freedom House, el registro del régimen chino sobre derechos humanos sigue siendo atroz. Más de un tercio de los aproximadamente 350 millones de creyentes religiosos en China -incluyendo a practicantes de Falun Gong, cristianos y otros cinco grupos- enfrentan severas persecuciones, que incluyen «duras penas, largas penas de prisión y violencia letal».
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