La exposición de seis días de duración en la que se mostraban las obras del reconocido calígrafo Liu Xitong fue un éxito, con una gran respuesta del público. Miles de personas visitaron la exposición, que se celebró en la Sala de Arte Editorial en la ciudad de Qingdao, y los medios de comunicación informaron ampliamente sobre la muestra.
Pero Liu hizo una inquietante observación: a lo largo de la exposición, varios policías vestidos de civil estaban merodeando, mezclándose entre la multitud.
Unos días después de que terminara la exposición, Liu fue arrestado. La casa que compartía con su esposa fue saqueada y muchas de sus obras de caligrafía fueron confiscadas.
Esta fue solo una de las más de 20 veces durante un lapso de 16 años que Liu fue arrestado y detenido por practicar Falun Dafa, una práctica de meditación transmitida desde la antigua China que enseña a vivir siguiendo los principios universales de ‘Verdad, Benevolencia y Tolerancia’. El Partido Comunista Chino inició en 1999 una persecución contra esta disciplina que continúa hasta el día de hoy y ha provocado el encarcelamiento ilegal generalizado, la tortura y la muerte de muchos practicantes.
Liu fue sentenciado a tres años de prisión en un campo de trabajo forzado en 2003, y a cuatro años en la Prisión Provincial N° 1 de Shandong en 2008, según Minghui.org.
Lo que pasó en esos años desafía la imaginación.
Horror en la prisión de Shandong
En el campo de trabajo, la tortura infligida a Liu incluía ser atado con una cuerda durante 80 días y ser privado de sueño durante más de 10 días. Perdió el conocimiento más de 50 veces por los golpes y las descargas eléctricas.
Pero eso palidece en comparación con cómo lo trataron en la prisión de Shandong.
Las autoridades de la prisión alentaban a los reclusos a torturar a los practicantes de Falun Dafa detenidos en la prisión con el fin de “transformarlos”, es decir, obligarlos a renunciar a sus creencias y a dejar de practicar. Los reclusos eran recompensados con sentencias reducidas si lograban forzar a los practicantes a escribir declaraciones renunciando a Falun Dafa, así que ponían mucho esfuerzo en ello.
Por una denuncia penal que Liu presentó en 2015 contra el excabecilla chino Jiang Zemin por ordenar la campaña de persecución, un recluso le dijo a Liu: “Somos un equipo dedicado entrenado para ‘transformar’ a los practicantes de Falun Gong. (…) Más te vale que escribas la declaración, de lo contrario tenemos suficientes métodos de tortura para atormentarte hasta la muerte. Y no tendremos que pagar por ello”.
En su primer día en la prisión, los reclusos le rasparon las axilas con un cepillo áspero, lo golpearon con una zapatilla de plástico o con sus manos, abusaron verbalmente de él, lo golpearon en las articulaciones con un palo de madera y pasaron un cepillo de dientes una y otra vez entre sus dedos.
Los reclusos utilizaron una gran variedad de métodos para torturar a Liu, incluyendo verter agua salada en sus heridas y luego frotarlas con un cepillo, meterle un cigarrillo encendido por la nariz, quemar su piel con un encendedor, pinchar los dedos de sus manos y pies con una aguja, meterle productos químicos en los ojos, o alimentarlo a la fuerza con agua sucia del baño.
“Me pellizcaban la piel y me la retorcían de un lado a otro, como si apretaran y aflojaran un tornillo. Usaron todas sus fuerzas para torturarme así. Cuando grité por el dolor, se rieron de mí y continuaron la tortura. Mi piel se ulceró al día siguiente”, escribió Liu en su denuncia, según Minghui.
“Los presos no me dejaban dormir. Me obligaban a ponerme en cuclillas, con las manos sobre las rodillas. Estaba tan débil que me desmayé varias veces. Pero los presos me despertaban golpeándome y agrediéndome verbalmente”.
‘Tortura de atado’
Los reclusos ataron una vez a Liu con la cabeza enterrada entre las piernas y las manos tocando sus pies. La sangre se le drenó de la cara y su corazón latía violentamente. Casi pierde el conocimiento.
En otra ocasión, lo ataron con los brazos y piernas extendidos y le colocaron una bombilla brillante delante de su rostro las 24 horas del día. Esta tortura duró 20 días. Las muñecas y tobillos de Liu se lesionaron por estar atados tan fuerte. Su cuerpo tembló incontrolablemente y sus extremidades se entumecieron.
En otra variante de la “tortura de atado”, los reclusos pusieron una cuerda alrededor del cuello de Liu y la apretaron hasta que apenas podía respirar. Luego le pusieron un cubo de metal en la cabeza y lo golpearon repetidamente, el ruido resultante sonaba insoportablemente fuerte para Liu.
Los presos no le permitían comer a Liu y a veces lo atormentaban suspendiendo un bollo al vapor delante de él y obligando a agarrarlo con la boca.
Abusaron sexualmente de él con un palo y lo humillaron aún más obligándolo a llevárselo a la boca.
Ambas piernas estaban rotas. Los golpes lo dejaron sordo del oído izquierdo y todos sus dientes se aflojaron; una conmoción cerebral le provocó vértigo.
En un momento, Liu desarrolló una infección en sus pulmones y estuvo al borde de la muerte.
“Me hirieron gravemente. El trauma mental es aún más difícil de superar”, escribió Liu en su denuncia. “A los internos se les dio el poder de torturarme como quisieran. Es muy difícil para la mayoría de la gente imaginar la crueldad de la tortura, si no la presenciaron ellos mismos”.
La familia de Liu también sufrió.
“La persecución también fue un desastre para mi familia”, escribió. “Cuando estaba en prisión, la policía venía constantemente a nuestra casa para acosar a mi esposa y a mis dos hijas. La salud de mi esposa se deterioró; casi muere el año pasado. Mi cuñado estaba tan traumatizado por la persecución que falleció durante el segundo año de mi arresto. Mi anciana madre también falleció, deseando ver a su hijo encarcelado”.
Según Minghui, Jiang Zemin es directamente responsable de planear y mantener la campaña de persecución. Entre finales de mayo y el 23 de julio de 2015, más de 103.000 personas presentaron denuncias penales contra el excabecilla del Partido Comunista Chino.
Las denuncias acusan a Jiang de encarcelamiento ilegal, de privar a los ciudadanos de su derecho constitucional a la libertad de creencias, abuso de poder y muchos otros crímenes, e instan a que sea llevado ante la justicia.
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