Esta es la historia notable de mi amiga de la infancia Nguyet y su transformación de una adolescente con una enfermedad terminal que vivía con un permanente miedo a la muerte, a la de una mujer joven y vibrante llena de vida.
La primera vez que vi a Nguyet sufrir una convulsión fue como si una catástrofe hubiera caído del cielo y la hubiera tirado al suelo. Apenas teníamos 18 años, era nuestro último año de secundaria y estábamos llenas de entusiasmo de cara al futuro.
Nguyet era una de las más inteligentes de nuestra clase, siempre sirviendo como guía con su ejemplo para todos los grados en la escuela.
Ese invierno, toda la clase estaba muy ocupada preparando los exámenes de graduación y las solicitudes universitarias, y el ambiente parecía estar repleto de una energía excitante. En ese tiempo, los momentos más relajados para nosotras eran cuando escapábamos al balcón ubicado en el tercer piso de la escuela durante nuestros descansos para ver caer las hojas.
Un día, mientras estábamos todos parados en el balcón durante el recreo, Nguyet de repente se agarró del brazo y corrió hacia el aula pidiendo ayuda. De repente, se desplomó en el suelo y comenzó a convulsionar violentamente antes de caer inconsciente. Los adultos llamaron rápidamente la ambulancia, y nosotras apenas tuvimos tiempo de reaccionar. Después que la conmoción se aquietó, todas temblamos al recordar su cuerpo casi sin vida yaciendo en el suelo.
Debido a eso, Nguyet tuvo una larga ausencia en la escuela. Aunque nadie lo dijo en voz alta, sabíamos que no había mucha esperanza para su regreso.
Al principio nos costó mucho aceptar la ausencia de nuestra amable y brillante amiga. Era difícil reconciliar nuestros sentimientos de juventud indomables con la escena que habíamos presenciado. Todos éramos tan jóvenes y estábamos llenos de sueños, pero ahora nos veíamos obligados a enfrentarnos con la verdad de la mortalidad. Nguyet ni siquiera tuvo la oportunidad de terminar su solicitud universitaria, y tampoco se graduaría en la escuela secundaria; sus sueños habían terminado antes de comenzar.
Seis años de lucha
Visitando a Nguyet en el hospital me enteré de sus múltiples enfermedades: un tumor cerebral masivo junto con una rara deformidad cardíaca del ventrículo izquierdo extremadamente arriesgada de operar. Sus convulsiones periódicas eran producto del tumor que ejercía presión sobre los nervios de su cerebro.
El tumor cerebral de Nguyet era congénito; había permanecido acechando allí desde que ella nació, desarrollándose gradualmente a lo largo de los años. Es por eso que de vez en cuando la veía quejarse de dolores de cabeza, mareos y manos entumecidas. A veces, vi a Nguyen aguantar en silencio porque no quería que nos preocupáramos o sintiéramos lástima por ella.
A pesar de las circunstancias, Nguyet siempre tenía la esperanza de que sus enfermedades se curarían y que podría volver a la escuela con sus amigos. Desafortunadamente, sus esperanzas desaparecieron cuando escuchó el diagnóstico de su médico. Le comunicó que la cirugía era tan arriesgada que ninguno de los médicos se atrevía a hacerla: el riesgo de morir o de quedar en estado vegetativo era demasiado alto y peligroso.
Después Nguyet me comentó que no podía detener sus lágrimas mientras el médico le explicaba su diagnóstico, ya que el repentino peso de la desesperanza era inimaginable. Incluso los mejores especialistas estaban de acuerdo con el diagnóstico. Lo único que ella podía hacer era ir a su casa, quedarse en la cama y tomar píldoras para tratar de evitar las convulsiones, lo que muy probablemente ocurriría de todos modos.
Cuando llegó a su casa, entró en una especie de crisis espiritual. ¡La peor parte era el miedo! Tenía pánico de todo, especialmente de las convulsiones. Así que no se atrevió a hacer nada y nunca salió de la casa, ni siquiera para ir al patio trasero. Uno de sus padres siempre tenía que estar cerca en caso de que se manifestaran los síntomas.
Cuando tenía un ataque, ella entraba en un estado de terror total. Sus padres rápidamente le metían una toalla en la boca para que no se mordiera la lengua. Durante las convulsiones, en los primeros minutos, ella sentía que se estaba muriendo, en un estado de total desamparo. Entonces perdía el conocimiento por unas pocas horas, y cuando despertaba, siempre se sentía decepcionada de continuar con vida. Después de un ataque, todo el cuerpo le dolía y necesitaba dormir mucho tiempo.
Poco a poco, vi a Nguyet pasar de ser una persona joven, confiada y enérgica a convertirse en una especie de niña de edad avanzada deprimida y temerosa, y que no tiene ya nada por lo qué vivir.
Intentos para curar enfermedades
A lo largo de los años, Nguyet viajó a muchos lugares con sus padres para tratar de encontrar una cura. Cuando los médicos de la medicina occidental no pudieron curarla, fue a ver a los médicos de la medicina china. En cada lugar, tenían que quedarse unos meses. Ella probó muchos métodos, tales como masaje, acupresión, acupuntura y todo tipo de medicina china. Aunque antes no era religiosa, la madre de Nguyet comenzó a rezar todos los días. Al final, nada funcionó.
Debido a que Nguyet tenía que tomar anticonvulsivos todos los días, se convirtió en adicta a las drogas y entraba en pánico cada vez que se le terminaban. Cada vez que recibía su receta para los anticonvulsivos, venía acompañada con un frasco de pastillas para dormir. Nguyet comenzó a ahorrar estas pastillas para dormir mientras fantaseaba con el suicidio. Lo único que la detuvo fue el miedo y la culpa: el temor de que sus padres no pudieran soportar el shock. No podía soportar la idea de causarles aún más sufrimiento. A pesar de sus escasos ingresos como agricultores, utilizaron sus ahorros para buscar numerosos tratamientos que estaban mucho más allá de lo que podían permitirse. El sentimiento de estar endeudados era abrumador.
Luego, en 2014, la mayor tristeza cayó en la pequeña familia de Nguyet. Su padre sufrió un derrame cerebral repentino y murió, dejando a su madre al cuidado de Nguyet y de las responsabilidades financieras para el hogar. El dolor y la pérdida que había sufrido Nguyet y su familia fue demasiado grande.
Una boya en el océano
La lucha contra la enfermedad durante tantos años, dejó a Nguyet intensamente exhausta. A menudo se sentía impotente y solo podía liberar su angustia y depresión sollozando. No podía entender por qué debía sufrir tanto, y por qué los dioses no la dejaban morir.
En su estado más deprimido, Nguyet sentía que su cabeza estaba a punto de explotar. Pero un día, surgió un pensamiento de esperanza: había oído que una anciana que vivía cerca, llamada Sra. Tiep, había descubierto una práctica especial que podía curar muchas enfermedades y además era gratuita.
Nguyet fue a la casa de la Srta. Tiep y se escondió detrás de la puerta. Vio a la gente haciendo ejercicios lentos adentro de la casa. La música que acompañaba los movimientos era tan melodiosa y tranquilizadora, que sentía como si una ligera nube de niebla la hubiera bañado calmando su espíritu herido.
Pocos días después, se animó a ir con la Sra. Tiep para preguntarle sobre su método. La Sra. Tiep le dio cierta información sobre una práctica milenaria llamada Falun Dafa, y la invitó cordialmente a aprender más sobre esta disciplina espiritual en la página web y después regresar para poder hacer la práctica juntas.
Las historias en el sitio web sobre Falun Dafa -también conocida como Falun Gong- sorprendieron a Nguyet haciéndola más determinada a aprender esta disciplina espiritual de la Escuela Buda. Pocos días después se entusiasmó en acompañar a la Sra. Tiep al sitio de práctica, donde mucha gente estaba aprendiendo Falun Gong, enseñado por practicantes voluntarios.
Nguyet tomó prestado un libro llamado “Zhuan Falun”, que detallaba la práctica y sus principios. Se quedó despierta hasta tarde para leer el libro. Normalmente ella se sentía agotada por las mañanas; en cambio, al día siguiente se sintió maravillosa.
Cambios después de practicar Falun Dafa
A partir de entonces, Nguyet encontró nuevas esperanzas. Ella iba al sitio de práctica todos los días y leía Zhuan Falun con los otros practicantes. La joven leía y releía el libro muchas veces, y un nuevo horizonte y un nuevo significado se revelaban cada vez que terminaba de leer. Se inspiró para superar su dolor, depresión y desesperanza.
En los primeros días de la lectura de Zhuan Falun, el cuerpo de Nguyet tuvo una reacción muy severa con dolores de cabeza, mareos y convulsiones. En los primeros tres meses, a menudo sentía náuseas y algunas veces incluso vomitaba sangre. Pero ella comprendió de Zhuan Falun que es normal que el cuerpo pase por un período de ajuste y limpieza al principio. Por lo tanto ella ya no estaba preocupada. Poco a poco, todos los días, el cuerpo y la mente de Nguyet se fueron refrescando y volviendo más y más relajados.
Nguyet también notó una mejora en su carácter y en su capacidad de saber cuándo había hecho algo malo. Ella me contó esta historia:
Un día, su madre llegó a casa muy tarde después de un duro día de trabajo en el campo. Estaba muy cansada y hambrienta, pero Nguyet no estaba en casa y no había preparado la comida para su madre. Cuando Nguyet llegó a casa, su madre la criticó severamente por no ayudar con las tareas domésticas. En vez de explicar amable y pacientemente que ella había estado ayudando a su hermana a cuidando sus hijos, Nguyet se irritó y le gritó, insultando a su madre. Se fue furiosa y no pudo dormir en toda la noche debido a la discusión.
Nguyet se sintió muy cansada cuando despertó. Su cabeza se sintió mareada y su brazo derecho le dolía. De repente, oyó la voz de su madre y se le llenaron los ojos de lágrimas. Se dio cuenta que desde que era practicante de Falun Gong, necesitaba cultivar los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, pero su comportamiento hacia su madre estaba muy por debajo de ese estándar. Sabía que era hora de que dejara ir su mente quejosa y su corazón enojado.
También recordó que Falun Dafa enseña a la gente a pensar en cómo sus acciones afectarán a los demás antes de hacer cualquier cosa. Esto hizo que Nguyet pensara en cómo su madre había soportado tantas dificultades ese día y todos los días. Siempre tenía que levantarse temprano, trabajar hasta tarde, economizar y ahorrar su dinero para poder mantener a Nguyet. Además, su madre pasó muchos años y noches sin dormir cuidando de Nguyet cuando estaba enferma y se dio cuenta de que su ira la había hecho cruel y egoísta.
Después de ver estos malos pensamientos, Nguyet estaba decidida a cambiar. En ese momento, su cuerpo se sentía más ligero y su corazón sin carga. Esa experiencia la ayudó a aprender más acerca de cómo ser una buena persona de acuerdo a Verdad, Benevolencia y Tolerancia. La cultivación no es difícil, entiende Nguyet, solo es difícil cuando no puedes descartar tu rencor o tu pensamiento negativo. La dificultad depende de si estás dispuesto o no a ser altruista y tolerante en tus relaciones con los demás.
Salud y felicidad: un nuevo mundo
Nguyet hoy en día está completamente libre de enfermedades; ella salió de la esclavitud de la enfermedad, del dolor y del miedo que estaban enterrados en lo profundo. Ella solía temer caminar sola incluso una corta distancia. Ahora camina por todas partes con confianza y puede ir en scooter o bicicleta durante kilómetros sin sentirse cansada. Su piel, una vez oscura, áspera y llena de acné debido a la medicación, ahora está clara y resplandeciente de salud.
Aunque su mano derecha no es tan perfecta como la izquierda, el dolor ha desaparecido. Nguyet dijo: “Mi cabeza ya no me duele, ya no me siento mareada y me siento muy ligera ahora. En cuanto a las convulsiones peligrosas, se han vuelto más ligeras y ya no me dan miedo. Desde hace casi un año dejé de usar anticonvulsivos a los que solía aferrarme como si fueran mi salvavidas».
Los suaves y sencillos ejercicios y las profundas enseñanzas de Zhuan Falun iluminaron el espíritu de Nguyet. Y siguiendo los principios del universo enseñados por Falun Gong de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, también cambió su carácter.
Para, Nguyet cultivarse a sí misma para ser una mejor persona es la fuerza motriz de su vida.
Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) es un sistema de meditación de auto-mejoramiento basado en los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Fue presentado al público por el Sr. Li Hongzhi en 1992 en China. Actualmente es practicado por más de 100 millones de personas en 114 países. Pero este pacífico sistema de meditación está siendo brutalmente perseguido en China desde 1999. Para obtener más información, visita: falundafa.org.
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