Cómo han cambiado los tiempos… Uno puede preguntarse cómo la antigua tierra de China, que alguna vez fue hogar de los médicos más admirables, es ahora infame ante el genocidio médico en forma de sustracción forzada de órganos.
Cuando el Partido Comunista Chino (PCCh) intentó destruir la cultura de inspiración divina de China de 5000 años de antigüedad, las consecuencias no pudieron ser más desastrosas.
La virtud de los antiguos médicos chinos
Los médicos en la antigua China no solo eran profesionales médicos sino también practicantes espirituales del Dao. Estos expertos médicos cultivaban sus corazones y mentes a través de la meditación y el refinamiento de su conducta en línea con los principios confucianos, taoístas o budistas. Mejoraban sus conocimientos mediante el estudio diligente de la medicina y se adherían a estrictos estándares morales en su trabajo.
Por ejemplo, el médico Sun Simiao de la dinastía Tang. Conocido como el Doctor Celestial Sun, o el Rey de la Medicina de China, Sun es conocido por sus tremendas contribuciones a la medicina tradicional china y sus incansables esfuerzos por vivir y servir a los demás con todo su corazón.
El dicho de Sun “una vida humana es preciosa, y más valiosa que 1000 liang de oro”, dice mucho del tipo de persona que era. (“Liang” es una antigua unidad de medida china).
Si uno quiere entender la ética de trabajo de Sun, no necesita más que leer su ensayo (abajo), “Sobre la sinceridad absoluta de los grandes médicos”, que fue denominado “el juramento hipocrático chino”.
Cuando vaya a tratar una enfermedad, primero debo calmar mi mente y hacer firmes mis intenciones.
No cederé ante deseos y anhelos ociosos, sino que primero debo desarrollar una actitud de compasión.
Juro a rescatar a todos los seres vivos de sus sufrimientos.
Si alguien viene a mí debido a una enfermedad o cualquier otra dificultad, no me preocuparé de si son poderosos o humildes, ricos o pobres, viejos o jóvenes, hermosos o feos.
Enemigos, parientes, buenos amigos, gente de la raza Han u otra etnia, tontos y sabios, todos son iguales para mí. Consideraré a cada uno de ellos como un pariente cercano y querido, o de hecho como si fuera yo quien se hubiera visto afectado por una enfermedad.
No me preocuparé por mi propia vida, ni por mis fortunas o desgracias. Mi propósito es preservar la vida de los demás.
No me esconderé en las montañas. Día y noche, en frío y calor, en hambre, sed y fatiga, iré al rescate con determinación. Si soy capaz de actuar de esta manera me aproximaré a ser un gran médico para aquellos que están enfermos. Si actúo en contra de estos preceptos, no soy más que un gran ladrón para los que están vivos.
Con demasiada frecuencia la gente mira con desprecio a aquellos que sufren de cosas abominables, como úlceras o diarrea, sin embargo, mantendré una actitud de compasión, simpatía y cuidado. Nunca en un gran médico debe surgir una actitud de rechazo.
No me glorificaré en mi reputación. No desacreditaré a otros médicos mientras elogio mis propias virtudes.
Así cumpliré con mis responsabilidades y mi destino como médico hasta que ya no sea capaz de cumplir con mis obligaciones, o hasta el final de mi vida.
Sun es solo un ejemplo. Hay muchos otros médicos destacados, como Li Shizhen, Bian Que y Hua Tuo, por nombrar algunos.
El genocidio médico actual
Pero los tiempos han cambiado, y también lo ha hecho el estándar moral general.
Los valores morales de honestidad, lealtad, altruismo, conocimiento, integridad y decoro de China, de influencia confucionista, fueron revisados y reemplazados por la cultura del Partido Comunista, y sabemos que el comunismo no le da ningún valor a la vida humana.
Bajo las órdenes de Mao, la élite cultural china fue asesinada en masa y, con el tiempo, el PCCh hizo que el estándar moral general de China cayera en picada, lo que provocó todo tipo de problemas sociales que vemos en la actualidad, como en la industria médica.
Hoy en día, hay numerosos médicos en China que no se detendrán ante nada –ni siquiera la sustracción de órganos de personas vivas– para hacerse inmensamente ricos.
Annie (seudónimo), dice que tanto ella como su exesposo trabajaron en el Centro de Tratamiento de Trombosis de Medicina China y Occidental Integradas de la provincia de Liaoning entre 1999 y 2004.
“Él era neurocirujano”, dijo Annie al editor en jefe de La Gran Época en abril de 2006. “Era el responsable de removerles las córneas a los practicantes de Falun Gong, incluyendo a practicantes de Falun Gong vivos”.
Se divorció de su esposo después de que él le dijera que había extirpado las córneas a 2000 practicantes de Falun Dafa entre finales de 2001 y octubre de 2003, según el informe de investigación Cosecha Sangrienta (Bloody Harvest).
“Yo misma estuve severamente traumatizada y devastada”, continúa Annie. “Si mi exesposo no me contaba que le había sustraído órganos a practicantes vivos de Falun Gong, no lo habría creído”.
“Algunos de los empleados de este hospital lo sabían, pero ellos… Muchos cirujanos participaron en secreto en tales cirugías de extracción de órganos. Otros empleados no se atrevían a revelar el secreto incluso cuando lo sabían. Evitaban hablar de ello porque no querían ser asesinados”.
Annie ahora reside en Estados Unidos por su propia seguridad.
Excirujano dice que el PCCh vende órganos “a líderes del gobierno, hombres de negocios o extranjeros ricos”
El excirujano Dr. Enver Tohti, que testificó ante el Parlamento Escocés en 2013, dice que siente una tremenda culpa por un caso de sustracción forzada de órganos en el que estuvo involucrado en China en 1995.
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“Yo era un robot programado e hice lo que estaba programado para hacer”, confiesa Tohti, asegún informa TheNewsLens.
El hombre cuyos órganos extrajo aún respiraba en el momento de la sustracción del órgano, que fue la verdadera causa de su muerte: el bisturí del médico.
“En ese momento no tenía sentimientos reales porque me consideraba un miembro orgulloso de un gran país y nos estábamos deshaciendo de los enemigos del Estado”.
Más tarde, no pudo ignorar su conciencia.
Al no querer ser más llamado para ninguna otra de esas operaciones antiéticas, Tohti huyó a Inglaterra y desde entonces ha estado exponiendo cómo el régimen chino está involucrado en la sustracción forzada de órganos, lo cual, él afirma, sigue ocurriendo hoy en día.
Tohti dice que el régimen chino “mata a la gente por sus órganos para poder venderlos a líderes del gobierno, empresarios o extranjeros ricos”.
“No me gustan los comunistas”, añade. “El sistema comunista es muy bueno si se quiere una dictadura, pero si hubiera una clasificación de malos gobiernos, entonces el PCCh sería el peor. No trata a la gente como humanos”.
La sustracción forzada de órganos se está perpetrando a una escala sin precedentes
La sustracción forzada de órganos en China ocurre hoy en día a una escala mucho mayor, según los investigadores independientes, el ex secretario de Estado canadiense por Asia-Pacífico, David Kilgour, y el abogado de derechos humanos David Matas, que afirman que el régimen chino realiza unos 100.000 trasplantes al año.
Aquellos cuyos órganos están siendo extirpados no son criminales convictos sino prisioneros de conciencia –principalmente practicantes de Falun Dafa– que son meditadores inocentes que no fuman ni beben, llevan vidas saludables y tienen órganos relativamente sanos.
Las tasas de trasplante de China se dispararon al inicio de la persecución a Falun Dafa por parte del régimen, y la industria de trasplantes es sumamente lucrativa para el régimen chino.
Los sitios web de los hospitales solían indicar abiertamente los precios de los órganos: un corazón oscila entre 130.000 y 160.000 dólares, los riñones son 150.000 dólares cada uno, el hígado está entre 98.000 y 130.000 dólares, el pulmón entre 150.000 y 170.000 dólares, y una córnea es 30.000 dólares.
Los testimonios del Dr. Tohti y Annie son solo dos; hay muchos más, como el oficial del Buró de Seguridad Pública de la ciudad de Jinzhou que ofreció un raro relato de testigos oculares de la sustracción de órganos vivos, en el que afirma que “no se utilizaron anestésicos” cuando se le sacó el corazón a una mujer.
Médicos sin conciencia
Aunque el Juramento Hipocrático de 2500 años de antigüedad fue reemplazado por la Declaración de Ginebra, que es una promesa que muchos médicos hacen al graduarse en la facultad de medicina, ¿qué pasó con este en China, o para el caso, con cualquier tipo de promesa médica?
La Declaración de Ginebra incluye la frase: “NO UTILIZARÉ mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades civiles, incluso bajo amenaza”.
Según las pruebas presentadas en Cosecha Sangrienta (Bloody Harvest) y El Matadero (The Slaughter), los hospitales chinos de todo el país están implicados en el genocidio médico, y la ética médica es prácticamente inexistente.
Tal es el desastre moral en la China de hoy en día, una consecuencia directa infligida por la secta del comunismo.
Es así como la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por unanimidad la resolución H.Res.343 en junio de 2016, la cual “pide al Gobierno de la República Popular China y al Partido Comunista de China el cese inmediato de la práctica de la extirpación de órganos de todos los prisioneros de conciencia”.
Aunque es bueno que haya algunas voces de justicia, ¿cuántas vidas más se perderán antes de que el mundo despierte?
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