Una maestra ejemplar se escapó por poco de un intento de aborto forzado tras ser detenida en China por su fe. Para evitar la persecución y proteger a su hijo no nacido, se vio obligada a quedarse sin hogar, lo que provocó la muerte de su bebé no nacido en el vientre.
Lamentablemente, su valor para honrar su fe y ejercer su «derecho fundamental a la religión» en el país comunista la sumió en una miseria sin fin. Cuando los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh) fueron incapaces de localizarla, detuvieron a sus dos hermanas, lo que provocó el desafortunado fallecimiento de su anciana madre. Traumatizada por la calamidad dirigida por el PCCh que afectó a toda la familia, su padre se volvió loco.
Li Fengmei, antigua profesora de inglés de la ciudad de Yingkou, provincia de Liaoning, en China, era muy respetada por su loable trabajo. Sin embargo, sufrió enormes abusos a manos del PCCh. A lo largo de los años, fue detenida en repetidas ocasiones y soportó torturas inimaginables, como la inyección de drogas que dañaban los nervios por negarse a renunciar a su fe, antes de fallecer a la edad de 53 años.
¿El delito de Li? Fue una de las innumerables ciudadanas respetuosas de la ley que son objeto de eliminación por parte del PCCh por tener fe en la práctica espiritual Falun Gong, también conocido como Falun Dafa.
Falun Gong, o Falun Dafa, es una disciplina de superación personal que comprende cinco ejercicios de meditación y enseñanzas morales basadas en los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Entre 70 y 100 millones de personas practicaban Falun Gong en China a finales de la década de 1990, incluidos algunos miembros del partido comunista, según las estimaciones estatales de la época.
Sin embargo, el 20 de julio de 1999 —apenas siete años después de que se presentara la meditación pacífica —el PCCh lanzó una brutal campaña de persecución para erradicar a Falun Gong, considerando que el caracter moral de la práctica era una amenaza para su régimen autoritario y sus ideologías comunistas; un gran número de personas fueron detenidas, sometidas a lavado de cerebro, torturadas, violadas e incluso asesinadas. Un informe detallado cita los casos (la lista completa de nombres) de más de 4000 practicantes de Falun Gong que murieron como resultado de la persecución, con decenas de miles de muertes más aún por confirmar debido al silencio total del régimen sobre los detalles de la persecución.
Li, que falleció el 9 de diciembre de 2019, es uno de los innumerables perseguidos por su fe, informó Minghui.org, un sitio web con sede en Estados Unidos dedicado a informar sobre la persecución a Falun Gong.
Detenido por «buena reputación
Li, hermana de Wang Fuqin y Li Kunlian, sufrió una serie de problemas de salud en sus primeros años de vida. Sin embargo, la vida de Li cambió completamente en 1997, cuando comenzó a practicar los ejercicios suaves de Falun Gong, informó Minghui.org.
Al vivir según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, su salud se restableció y Li, que antes era una mujer malhumorada, se volvió más amable y considerada con los demás. En el trabajo, se ganó el respeto de sus alumnos y compañeros.
Con el título de profesora ejemplar, Li también se ganó la admiración de las autoridades de la escuela por su fuerte ética de trabajo y su admirable rendimiento. Sin embargo, solo cinco años después, el 20 de julio de 2002, durante el primer día de las vacaciones de verano de su escuela, La maestra fue detenida y llevada a un centro de lavado de cerebro en la ciudad de Yingkou para obligarla a renunciar a su fe.
El funcionario le dijo que la habían detenido «por su elocuencia y su buena reputación», y añadió que, si lograban que renunciara a su creencia, los funcionarios podrían utilizarla para transformar a otros practicantes detenidos, según el informe.
Desafiando la tortura inhumana
Cuando Li no cedió ante las presiones, las autoridades planearon trasladarla a un campo de trabajo. Sin embargo, descubrieron que la mujer estaba embarazada de ocho semanas. El 25 de julio de 2002, entonces, fue llevada a un hospital estatal para ser sometida a un aborto forzado, pero huyó antes de la operación. Mientras ella
luchaba por vivir en las calles escondiéndose de la policía, su bebé por nacer murió en el vientre.
Después de huir, la policía puso a su familia en la mira, deteniendo a sus dos hermanas, Li Fengzhen y Li Fengzhi, también practicantes de Falun Gong.
El 21 de agosto de 2003, Li fue detenida de nuevo junto con otro practicante de Falun Gong. Durante el interrogatorio, un agente la golpeó. En protesta por la detención ilegal y la paliza, ella se negó a responder a cualquier pregunta a menos que le quitaran las esposas. La policía la asfixió con una manta mientras tres agentes la golpeaban.
Li fue enviada al Centro de Detención de Bayujuan durante 13 meses, donde fue torturada sistemáticamente. El primer día en el centro de detención, un guardia la abofeteó tan fuerte que su tímpano sangró profusamente.
Tres días después, Li fue interrogada por el subdirector y por funcionarios de la Oficina de Seguridad Interior. Los funcionarios y un guardia se turnaron para torturarla. Utilizaron sus rodillas para empujar a la fuerza su abdomen contra la pared mientras la abofeteaban 30 veces en la cara y le tiraban del pelo. Una vez terminada la paliza, uno de los agentes dijo al subdirector que no se había levantado acta del interrogatorio.
Sin embargo, el subdirector dijo: «Los casos relacionados con Falun Gong son fáciles de manerjar. Se puede anotar lo que se quiera inventar».
Ya con el dolor agonizante, Li se puso en huelga de hambre para protestar por su detención. El cirujano jefe del centro de detención, Gao Rizheng, se encargó de alimentarla a la fuerza con una mezcla de suero y leche para aumentar el dolor mientras la tenía sujeta en una silla. Esto no hizo más que deteriorar su salud, y ella sufrió una hemorragia en la parte inferior del cuerpo y dolor de estómago, informó Minghui.org.
La vida de Li corría peligro, temblaba y sudaba profusamente debido al intenso dolor y a la fiebre alta. El cirujano jefe Gao se negó a enviarla a un hospital y a notificar a su familia su estado crítico. En su lugar, Gao continuó con los abusos.
Citando otro incidente, el informe dice que, con el pretexto de tratar el estado de Li, Gao le administró una inyección intravenosa con una alta dosis de medicamentos desconocidos. Al final, la mujer sufrió pérdida de memoria.
Encarcelada todavía por su fe, Li siguió siendo maltratada y alimentada con comida adulterada. Recibió descargas eléctricas. La tortura la dejó con los dos brazos quebrados y el cuello infectado, supurando pus y sangre. Perdió el pelo, tuvo dificultades para respirar, le costaba caminar y perdió la función de sus órganos sensoriales. En varias ocasiones, estuvo al borde de la muerte.
Después que el cirujano jefe Gao le inyectara a la fuerza un medicamento desconocido, Li sufrió tuberculosis en los ganglios linfáticos. Tras su diagnóstico, la prisión de mujeres de Liaoning se negó a ingresarla. Sin embargo, Gao utilizó sus «contactos personales» para llevar a Li, que ya estaba a punto de morir, de vuelta al centro de detención para seguir torturándola. Cada día que pasaba, su estado empeoraba.
El regreso de la maestra asu hogra fue aún más terrible. Con la detención de todas sus hermanas, la madre de Li, de 69 años, quedó traumatizada y sufrió un derrame cererbral y murió en marzo de 2004. Tras la muerte de su madre, el anciano padre de Li sufrió un colapso mental y enloqueció.
Todas las noches tomaba un cuchillo o un palo para ahuyentar a los «malos imaginarios» pensando que venían a llevarse a sus seres queridos; murió cinco años después, a la edad de 71 años. Mientras tanto, el marido de Li se divorció de ella y fue despidieron de su trabajo.
En 2006, a Li le diagnosticaron una isquemia miocárdica grave. Los médicos recomendaron su hospitalización. Sin embargo, La maestra fue obligada a trabajar todos los días, fabricando tarjetas IC (también conocidas como tarjetas inteligentes). Después le diagnosticaron un linfoma, una enfermedad potencialmente mortal que le provocó la inflamación de los ganglios linfáticos.
Tras pagar el «precio» de mantener firmemente su derecho fundamental a la libertad de religión en la China comunista, la querida y ejemplar profesora fue finalmente liberada de la cárcel. La crueldad de la persecución la dejó casi sin vida. Sin apoyo económico ni capacidad física para cuidar de sí misma. Sus familiares la cuidaron hasta fallecer a los 50 años.
Arshdeep Sarao contribuyó a este informe.
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