Desde principios de la década de 2000, el Partido Comunista Chino (PCCh), famoso por sus restricciones a la libertad de expresión, la persecución a los creyentes religiosos y la vigilancia con herramientas de reconocimiento facial, ha estado trabajando para materializar otro objetivo inquietante: la creación de una base de datos de muestras de ADN y sangre, todo ello en interés de expandir su control sobre los ciudadanos.
Recolección forzada de muestras de sangre
En las últimas dos décadas, el PCCh comenzó a construir un sistema de base de datos de ADN en el Tíbet y Xinjiang, antes de expandir la recolección a toda China.
Según un informe de mayo de 2019 de Bitter Winter, una revista sobre libertad religiosa y derechos humanos en China, los residentes de la provincia de Henan fueron obligados por sus empleadores y las escuelas a presentar sus datos biométricos a la policía. Los datos incluían el suministro de sus muestras de sangre, pruebas de voz, fotografías faciales, huellas dactilares y de pies, y detalles sobre la altura y el peso.
También se pidió a los de otras zonas y provincias como Sichuan, Liaoning y Hebei que proporcionaran sus muestras de sangre o saliva.
La toma de muestras de sangre no solo se limitó a los adultos, sino que tampoco se salvaron a los niños pequeños y adolescentes. La policía de la Región Autónoma de Guangxi Zhuang acudió a las escuelas primarias y secundarias para recoger muestras de sangre de los estudiantes varones en noviembre de 2019 sin obtener primero el consentimiento de sus padres.
Esa extracción obligatoria de muestras de sangre y datos biométricos generó temor entre las personas, que consideraban el proceso como una intromisión a su intimidad.
«Siento que no tengo privacidad: los sistemas de reconocimiento facial me identifican en las calles, mis llamadas telefónicas son monitoreadas como si fuera un prisionero», dijo un residente de Henan a Bitter Winter. «Estoy bajo vigilancia a través de varios sistemas de alta tecnología dondequiera que vaya».
«Se han tomado muestras de sangre de los estudiantes en muchas escuelas, como parte de la operación masiva del gobierno», dijo un padre a la revista. «No se ha emitido ningún aviso o comunicación escrita a los padres. Nos sentimos muy inseguros».
Cuando los residentes y los padres preguntaron, se encontraron con diferentes explicaciones, que iban desde la emisión de las tarjetas de identificación digital de tercera generación hasta los exámenes físicos organizados por las autoridades para «evitar que los niños se pierdan o sean secuestrados y vendidos».
La explicación de los funcionarios no les gustó, especialmente a los padres.
Uno de los padres dijo: «Si es para prevenir que los niños se pierdan o sean secuestrados, ¿por qué se han tomado muestras solo de niños y no de niñas? ¿Por que las niñas no se perderán? ¡Es realmente extraño!».
Sin embargo, uno sería amenazado si se negara a obedecer las exigencias de las autoridades.
«Si nos negamos a dar nuestras muestras de sangre, no se ocuparán del registro de hogares de nuestras familias, las solicitudes de tarjetas de identidad, o las revisiones políticas para el reclutamiento del ejército en el futuro», dijo un residente de la provincia de Hebei a Bitter Winter.
A algunos también les dijeron que su seguro médico sería cancelado si se negaban a cumplir.
Peligrosa muestra de ADN
El PCCh recoge muestras de ADN de hombres y niños debido al cromosoma Y que se presenta solo en los varones, afirma el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI), un centro de estudios con sede en Canberra. Mediante la recolección de muestras de ADN masculino, el régimen chino podría construir una base de datos de las Y-STR, que son repeticiones cortas en tándem de los cromosomas Y. Las Y-STR que se transmiten de padres a hijos pueden permitir a las autoridades rastrear a los descendientes masculinos de las familias.
«Si una base de datos de Y-STR contiene una gran muestra representativa de perfiles de ADN y los correspondientes registros familiares, incluso los datos de un varón desconocido pueden coincidir potencialmente con un apellido e incluso con un individuo, siempre y cuando los investigadores tengan en sus archivos los datos de Y-STR del padre, tío o incluso primo tercero de ese varón», se indica en el informe de la ASPI.
Sin embargo, según Remin Net, la recolección de ADN fue realizada por el Ministerio de Seguridad Pública para «mejorar de manera integral la capacidad de los organismos de seguridad pública para resolver casos y gestionar y controlar la sociedad”, informó ASPI.
Tal motivo es «altamente preocupante», según el informe.
«En el sistema unipartidista autoritario de China, no hay división entre la vigilancia de la delincuencia y la represión de la disidencia política», se afirma en el informe, y se añade que la base de datos tendría «un impacto escalofriante no solo en los disidentes, los activistas y los miembros de las minorías étnicas y religiosas, sino también se extiende a lo miembros de las familias».
La ASPI citó informes sobre la forma en que el comportamiento de los familiares de los detenidos en los campos de reeducación de Xinjiang podría afectar a su liberación, y que el PCCh también ha utilizado esas tácticas para reprimir a los familiares de los abogados chinos de derechos humanos y a los que critican al régimen.
El informe dice que una base de datos Y-STR gestionada por la policía sobre las «genealogías multigeneracionales» de los ciudadanos podría dar lugar a un aumento de la «represión del Estado contra los familiares de los disidentes y socavar aún más los derechos civiles y humanos de los disidentes y de las comunidades minoritarias».
Los prisioneros de fe no están exentos
Las autoridades de China han recogido muestras de sangre de los prisioneros de conciencia, una medida que los expertos de China temen que esté ayudando al PCCh a operar eficazmente su industria estatal de sustracción forzada de órganos.
En los últimos años, se ha informado de que el régimen chino está realizando análisis de sangre de la minoría étnica uigur.
Gulbahar Jelilova, una mujer uigur que estuvo detenida durante más de un año en tres centros de Xinjiang en 2017, contó al Tribunal de China, un tribunal popular independiente con sede en Londres, cómo le realizaban análisis de sangre y ultrasonidos con regularidad durante la detención.
Otros que también fueron blanco de ataques son los practicantes de Falun Gong, los tibetanos y los cristianos.
Un informe de casi 680 páginas, titulado: Cosecha Sangrienta/El Matadero: que muestra cómo a los practicantes espirituales de Falun Gong «se les hacen frecuentemente análisis de sangre y exámenes médicos mientras que otros prisioneros (con la excepción de los uigures, tibetanos y ciertos grupos de cristianos que también fueron blanco de ataques) no reciben tal tratamiento».
El informe, en el que se citan casi 2400 referencias, fue publicado en junio de 2016 por David Kilgour, exsecretario de Estado canadiense (de Asia-Pacífico), David Matas, abogado de derechos humanos, y Ethan Gutmann, galardonado analista de China, investigador de derechos humanos y nominado al Premio Nobel de la Paz en 2017. Los tres investigadores basaron el informe en su investigación realizada en cientos de hospitales de trasplantes en China.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una práctica de cultivación espiritual que se presentó en China en 1992. La práctica consiste en cinco ejercicios de meditación y se centra en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.
Sin embargo, después de que el número de personas que la practicaban llegó a más de 70 millones, el sistema de meditación pacífica se convirtió en el punto central de la campaña de persecución lanzada por el PCCh en julio de 1999. Desde que comenzó la persecución, decenas de miles de practicantes de Falun Gong en China han sido arrestados, detenidos, torturados e incluso asesinados por sus órganos.
Muchos de los practicantes que salieron con vida han relatado que a menudo fueron sometidos a análisis de sangre y exámenes físicos.
Uno de los pocos afortunados que escaparon de la sustracción forzada de órganos en China fue Yu Ming, un hombre de negocios que fue encarcelado durante 12 años en campos de trabajo y prisiones chinas. Se las arregló para huir del país con la ayuda del gobierno de los Estados Unidos. Él le dijo a The Epoch Times que le sacaron sangre al menos tres veces cuando estuvo preso, añadiendo que la cantidad de sangre extraída era más de la cantidad normal necesaria para un examen físico regular.
Otro practicante de Falun Gong era Liu Jintao, un antiguo estudiante graduado de la Universidad del Petróleo de China, que contó al tribunal cómo a él y a otros practicantes les extrajeron la sangre mientras estaban encarcelados.
«Cada año durante mi detención, las autoridades nos obligaron a que nos sacáramos sangre y nos hiciéramos radiografías, pero nunca me notificaron ningún resultado», dijo Liu en su testimonio.
«Sospecho [sic] que estas pruebas pueden haber estado de alguna manera conectadas con la sustracción forzada de órganos. Había oído hablar de la sustracción de órganos por Internet [sic] antes de ser arrestado. Pero es difícil de creer para mí».
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