Diez autos de policía acompañaron a un pequeño grupo de familiares a ver el cuerpo de Han Jun Qing. No se permitieron cámaras ni reporteros en las instalaciones.
Pero su hija, Han Yu, no necesita ninguna fotografía o artículo que le ayude a contar exactamente lo que vio ese día.
En una entrevista con Han Yu, dijo: “El cuerpo de mi padre era extremadamente delgado. Tenía heridas en la cara. Faltaba tejido debajo de su ojo izquierdo. Su cara tenía moretones de color verde y púrpura”.
“Vi una larga incisión de cuchillo, cosida con hilo negro, que comenzaba en su garganta y descendía hasta llegar a su pecho, donde su ropa cubría el resto. Traté de quitarle la camisa para ver dónde terminaba el corte, pero la policía me detuvo y me obligó a salir”.
Solo dos personas a la vez podían entrar en la habitación donde yacía frío el cuerpo de Jun Qing, supervisado por dos agentes de policía, mientras que otros agentes uniformados custodiaban el complejo afuera.
“Más tarde, mis tíos entraron y le abrieron los botones de la camisa. Vieron que la incisión llegaba desde el cuello hasta el abdomen, una herida de cuchillo muy obvia”.
“Presionaron su estómago y encontraron que el interior de su abdomen no tenía órganos, estaba lleno de hielo. Así que su cuerpo tardó el doble del tiempo normal de cremación en comparación con el cuerpo masculino promedio”.
En ese momento, el mundo aún no sabía que el Partido Comunista Chino estaba sometiendo a prisioneros de conciencia a la sustracción forzada de órganos, una práctica que continúa hasta el día de hoy.
La persecución
Cuando el padre de Han Yu fue arrestado por primera vez, tanto ella como su hermano vieron cómo la policía lo arrastraba por la puerta y saqueaba su casa. En ese momento, ella tenía 14 años, una estudiante de secundaria que vivía una vida normal.
“Le dije a la policía, estás arrestando a una buena persona, y él levantó la mano para golpearme. (…) Después de un mes, también arrestaron a mi madrastra, así que solo quedamos mi hermano y yo en casa”.
Los padres de Han Yu fueron arrestados por practicar Falun Dafa, una disciplina espiritual que enseña virtudes, incluyendo valores morales con elementos budistas y taoístas. La disciplina se basa en prácticas de cultivación tradicionales chinas como el qigong y en una serie de ejercicios de movimientos suaves que incluye una meditación.
Falun Dafa se practicó libremente en China hasta 1999, cuando el entonces cabecilla del Partido Comunista Chino Jiang Zemin lanzó una campaña sistemática para difamar y destruir a Falun Dafa.
La policía saqueó la casa de Han Yu y confiscó todo el material relacionado con la práctica espiritual.
Pero la policía aún no dejaba en paz a la familia. Un día Han Yu recibió una llamada telefónica de una practicante de Falun Dafa que le pidió pasar la noche en su casa. Cuando Han Yun fue a buscarla al día siguiente, se dio cuenta de que un auto de policía la seguía por la calle. Ella regresó a casa después de caminar dando una vuelta a la manzana.
Al cabo de una hora, varios agentes de policía llegaron a su puerta y entraron por la fuerza, allanando el lugar e interrogándola sobre dónde había ido y qué había estado haciendo.
La practicante de Falun Dafa que había pedido quedarse con ella nunca más volvió a llamar.
“Incluso sin mis padres en casa, me seguían hostigando. Fue entonces cuando me asusté mucho de la policía”.
En la escuela, los padres de sus compañeros les dijeron a sus hijos que evitaran a Han Yu y a su hermano por miedo a que sus familias se vieran implicadas.
Durante ese período, su hermano de 9 años se volvió muy introvertido y comenzó a faltar a la escuela. “Él sufrió más que yo porque era muy pequeño”, dijo Han Yu.
Cuando su padre finalmente regresó a casa, ya no era el mismo hombre que entró en la prisión jurando mantener sus creencias. Retomó viejos hábitos que había desechado hace muchos años después de haberse dedicado a la práctica espiritual. Su mal humor volvió, así como sus hábitos de apuestas y el consumo excesivo de cigarrillos y alcohol. Antes de practicar Falun Dafa, era un vándalo muy conocido en la comunidad local.
“Cuando comenzó a practicar Falun Gong, la atmósfera familiar cambió”, dijo Han Yu. “En ese momento, yo era más feliz que nunca”.
Su padre regresó de la cárcel con historias de tortura. A menudo era golpeado por los guardias. Una vez, fue golpeado simultáneamente con diez porras eléctricas.
Después de que su padre se recuperó, volvió a dejar sus malos hábitos y juró aferrarse a su creencia en Falun Dafa.
Aunque no lo sabía en ese momento, lo juró por su vida.
Han Jun Qing falleció el 4 de mayo de 2004, tres meses después de haber sido arrestado por segunda y última vez.
Han Yu no sabía del encarcelamiento de su padre porque ya no vivía en su casa. Un día, recibió una llamada.
“Estaba en shock. Pánico. No podía aceptar la realidad”.
“No podía creer que habían matado a mi padre. Pensé que la llamada se había hecho por error. Hasta que vi su cuerpo, yo no…”.
La voz de Han Yu se quebró de repente, deteniéndose durante un momento intenso. “No podía creerlo hasta que vi su cuerpo, y vi que realmente se había ido. En ese momento, mi mente se quebró. No podía dormir, y cuando lo hacía, tenía pesadillas”.
“Soñaba con mi padre a menudo”.
Tras la muerte de su padre, su madrastra fue puesta en libertad. Pero lo que había experimentado fue suficiente para aterrorizarla y hacer que nunca más volviera a practicar sus creencias.
Un viaje a Occidente hacia la libertad
De niña, Han Yu practicaba Falun Dafa con sus padres. Después de la muerte de su padre, dejó de hacerlo.
Entonces, una noche de 2013, Han Yu soñó con su padre.
“Mi padre en el sueño era muy diferente. Se veía muy sano y alerta, y dijo que quería llevarme a un lugar. Le pregunté dónde, y me dijo: Ven conmigo”.
“Me llevó delante de dos ascensores. Uno subía y el otro bajaba. Estaba de pie conmigo delante de la que subía. Intentaba decirme que encontrara lo que había perdido y que me mantuviera fiel a mis creencias”.
Poco después de su sueño, Han Yu viajó a Hong Kong, donde se sorprendió al descubrir que todavía había practicantes de Falun Dafa en las calles, hablando en contra de la maldad que los había perseguido y difundiendo la verdad sobre la propaganda comunista.
Y decidió retomar su fe una vez más.
En 2015, Han Yu viajó a Estados Unidos para asistir a una reunión de practicantes de Falun Dafa de todo el mundo. A su regreso a China cinco días después, fue arrestada junto con su compañera de cuarto y el propietario, que también eran practicantes.
Fue interrogada en una comisaría de policía sobre su breve estancia en Estados Unidos y encadenada a una silla de metal sin nada que comer ni beber durante un día entero.
La policía finalmente la liberó porque no tenían suficientes pruebas de que practicaba Falun Dafa.
Sin embargo, Han Yu sabía que era hora de irse.
Los lugares de trabajo en China ahora requieren que los empleados den sus números de seguro social, y los teléfonos de los ciudadanos están siendo monitoreados.
Cuando se le preguntó por qué eligió a Estados Unidos como asilo, Han Yu se rió. “¿Por qué Estados Unidos?”.
“Porque es libre”.
El 15 de octubre de 2018, Han Yu, que ahora tiene 33 años, llegó a Nueva York.
“Mi primera sensación al venir aquí es fue… libertad. En China, tenía que ser extremadamente cuidadosa al leer el libro de Falun Dafa, nunca podía sacarlo afuera. Aquí puedo leer el libro en el metro, hacer los ejercicios en los parques, incluso practicar frente a la embajada china. No tengo que preocuparme por ser arrestada o perseguida”.
“Pero para ser honesta, todavía hay una parte de mí que no escapó de China, ya que todavía siento un miedo irracional cada vez que veo a un policía”.
Ahora, todos los días de la semana, en la lluvia o en la nieve, Han Yu está de pie frente a la embajada china, sosteniendo banderas y distribuyendo volantes a incontables personas en su esfuerzo por difundir la verdad sobre su creencia y exponer el mal perpetrado por el régimen chino.
Ella espera que algún día los responsables de la muerte de su padre sean llevados ante la justicia.
Durante la represión, Jiang Zemin dijo lo siguiente: “Difamar su reputación, arruinarlos financieramente, destruirlos físicamente”.
Introdujo políticas genocidas para ser llevadas a cabo por lo que se conoce como la “Oficina 610”. Ejemplos de tales políticas incluyen: “Ninguna medida es demasiado excesiva”, “Ninguna responsabilidad si es golpeado hasta la muerte”, “Considérenlo suicidio si lo golpean hasta la muerte”, e “Incineren el cuerpo inmediatamente sin confirmar su identidad”.
Sin embargo, a pesar de todo lo que sufrió a manos de la policía china, Han Yu dijo: “Siento… en realidad, que la policía es bastante lamentable. Realmente no saben la verdad. Piensan que lo que creen es correcto, porque en China se alienta a la gente a no pensar de forma independiente”.
“Si supieran el tipo de personas que somos, no nos perseguirían así”.
Han Yu recuerda a su padre con orgullo mientras ella continúa con su legado. “Hasta el final, él no se inclinó ante la persecución y se aferró a sus creencias”.
“También me aferraré a mis creencias y difundiré la verdad por todas partes, para salvar a más personas que viven en China y que están siendo perseguidas por lo que creen. Todavía tengo amigos en prisión”.
***
A continuación
Los practicantes de Falun Gong están siendo asesinados por sus órganos en China
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.