Hay veces que las cifras, por más que sean contundentes y gigantescas, resultan ser frías y abstractas para quien las recibe y no logran transmitir la dimensión de lo que se intenta exponer. Por el contrario, el testimonio directo de solo una o dos personas que pasaron por aquellas situaciones, aunque sean solo un ‘número del montón’ permiten trasladar al interlocutor a esa dimensión desconocida.
El miércoles 14 de diciembre de 2016 fue- sin lugar a dudas- un día para la reflexión de muchos argentinos, ante la exposición de un par de testimonios que lograron dar luz a un crimen atroz que está sucediendo en este mismo momento a gran escala en otro rincón del mundo.
Yu Zhenjie y Dong Yuhua, dos refugiadas chinas (en EE.UU.) se presentaron en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, para declarar en el juzgado federal N°9 de Comodoro Py por pedido del juez Luis Rodríguez en la causa abierta Nro. 17.885/2005, titulada “LUO GAN s/ imposición de torturas y genocidio”.
Ambas son víctimas directas de la brutal persecución –sin precedentes en la historia de la humanidad- que sufren los practicantes de Falun Dafa en China.
Estas valientes mujeres, a pesar de que aún hoy acarrean secuelas de los diversos y perversos métodos de torturas a los que fueron expuestas, quisieron dar un paso adelante y contarle al resto del mundo acerca del genocidio que está llevando a cabo el régimen comunista en aquel país- que llega incluso a la sustracción de órganos de personas vivas- hecho abominable y aterrador, que tanto Zhenjie como Yuhua estuvieron al borde de experimentar.
Un crimen que afecta a toda la humanidad
Zhenjie tiene unos 60 años de edad, es contadora de profesión y posee un rostro de esos que le sacan a uno una sonrisa cuando lo recuerda. Su presencia inspira bondad y confianza. A pesar de estar a punto de contar su terrible experiencia, se mantiene tranquila y en paz.
Ella- junto a Yuhua- fueron invitadas por la Comisión Especial por Trata de Personas de la Legislatura Porteña para dar sus testimonios en pos de concientizar tanto a legisladores y asesores como al público en general.
El encuentro tuvo lugar en la sede legislativa y se expuso principalmente sobre el “negocio” de la sustracción sistemática de órganos que comete el régimen chino a ‘prisioneros de conciencia’ –personas que están encarceladas y desaparecidas simplemente por su creencia-, estando aún con vida.
Esa situación que está sucediendo en China generó que en junio de 2016 el nominado al Premio Nobel de la Paz, David Matas la calificara como un “genocidio en cámara lenta”, luego de exponer –en una investigación de casi 700 páginas- que desde el 2000 al 2015 en el país asiático se han realizado entre 60.000 y 100.000 trasplantes por año, un total que podría llegar al millón y medio de trasplantes en 15 años según cifras conservadoras y cuya fuente son los cuerpos de los practicantes de Falun Dafa y otras minorías religiosas como cristianos, tibetanos y uigures.
“(Estos hechos) van mucho más allá de una política pública o una política de Estado, estamos hablando de la humanidad misma, de derechos esenciales, de cuestiones que tienen que ver con la dignidad humana”, sostuvo el diputado Omar Abboud, vicepresidente de la comisión y miembro de la comunidad musulmana en Argentina, antes de dar paso al testimonio de Zhenjie.
“Soy una sobreviviente de la persecución en China a Falun Dafa”, comenzó su relató Zhenjie y detalló:“Entre las diversas torturas que sufrí, me inyectaron también drogas tóxicas por la fuerza”.
“En varias ocasiones he sido secuestrada, fui condenada ilegalmente a tres años de reeducación mediante el trabajo, sufrí golpizas y diversas formas de torturas inhumanas como ser colgada de un techo con las manos esposadas, electrocutada con picanas eléctricas, encerrada en una jaula de metal, alimentada a la fuerza, sufrí las rotura de mis dientes, me inyectaron por la fuerza sustancias que dañaron mi sistema nervioso central, entre otras”, agregó.
Zhenjie contó que además de ella, toda su familia fue perseguida por practicar Falun Dafa, una disciplina espiritual de la Escuela Buda que sigue los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia y cuenta con una serie de ejercicios suaves y meditación.
Falun Dafa, también conocida como Falun Gong, comenzó a ser perseguida brutalmente por el Partido Comunista Chino en julio de 1999 cuando se estimaba que había entre 70 y 100 millones de chinos que seguían sus principios, lo cual fue considerado una amenaza al régimen totalitario (y ateo) que por ese entonces lideraba el cabecilla comunista Jiang Zemin.
En 1999 Zhenjie fue a apelar a Beijing cuando comenzó la persecución a Falun Gong y fue detenida.
Ella no quiso dar su nombre para que no tomen represalias contra su familia.
Relató que en la comisaría le explicó la verdad de lo que estaba pasando a un policía y este la apartó del resto, justo antes de que la sometieran a chequeos médicos.
La llevó al jardín, le dijo que él había leído el libro de Falun Dafa, que sabía que los practicantes eran buenas personas y que quería ayudarla.
El policía le señaló un edificio atrás del lugar donde estaba detenida y dijo: “Ese lugar está lleno, lleno, de practicantes de Falun Dafa, es toda gente buena, pero desde ‘arriba’ (N. del R. hace referencia a funcionarios de mayor jerarquía) los llevan a un lugar terrible para hacerlos desaparecer para siempre”.
“Por favor, yo quiero ayudarla, por favor, dé su nombre”, dijo ansiosamente el policía con un rostro sincero y conmovido, detalló Zhenjie, quien accedió a dar sus datos personales. De esta forma, no tuvo que hacerse los chequeos médicos y la trasladaron nuevamente a su ciudad natal.
“Si no fuera por ese policía que me insistió para que diera mi nombre, seguramente yo sería una más en esa lista y mis órganos hubiesen sido sustraídos”, comentó Zhenjie.
La diferencia entre brindar los datos personales a la policía y no brindarlos, resulta en que el practicante que los entrega resulta identificado y a partir de ese momento comienza a ser monitoreado, presionado y acosado y toda su familia y sus círculos cercanos comienzan a ser investigados también. Es por eso que muchos practicantes deciden no dar sus datos personales a la policía y así proteger a sus seres queridos.
Pero según testigos, aquellos que deciden ser anónimos pasan a ser desaparecidos (ya que su familia no es notificada de su paradero) y a formar parte del banco de órganos vivos, ya que una vez fallecidos, nadie puede reclamar sus restos.
«Esta persecución arruinó una familia, que la gente envidiaba por ser feliz y con un futuro promisorio» expresó Zhenjie pero «de la noche a la mañana, eso cambió», agregó.
«Mi marido se vio obligado a divorciarse de mí. Fue llevado a la prisión con un juez donde me torturaron y me preguntaron si elegía a mi marido o a Falun Dafa. Yo insistí en elegir ambos, pero solo pude elegir uno y si elegía a mi marido, podría salir de inmediato. Al final decidí no abandonar Falun Dafa, mi fe y en ese instante, el juez firmó el papel de divorcio y mi marido se retiró de la prisión” relató conmovida Zhenjie.
“Mi padre falleció con tanta tristeza porque toda su familia estaba en prisión. Este es el mayor pesar de mi vida”, señaló ante la mirada atenta de los presentes en la Sala Arturo Jauretche.
Los campos de trabajo forzado chinos: una crueldad difícil de imaginar
Dong Yuhua llegó tarde a la Legislatura porque en esos momentos estaba presentando su testimonio ante el juzgado federal N° 9 de los tribunales federales argentinos, en la causa que investiga este genocidio en China.
Cabe destacar que en diciembre de 2009, el entonces juez argentino Octavio Aráoz de Lamadrid –luego de cuatro años de investigación- pidió la captura internacional del expresidente chino Jiang Zemin por considerar que había pruebas suficientes para interrogarlo bajo indagatoria por estos crímenes de lesa humanidad que se están cometiendo en China.
Esa causa casi de inmediato fue cerrada y archivada por presión de la Embajada china en Argentina –dato que hoy consta en el expediente- y luego de una serie de apelaciones, fue reabierta.
En ese marco es que el actual titular del juzgado N°9, donde radica la causa, solicitó que tanto Zhenjie como Yuhua se presentasen a declarar.
El caso de Yuhua es tristemente similar al de Zhenjie en su sufrimiento y en los métodos de tortura que padeció de parte del aparato represivo del régimen chino, que la secuestró en cinco oportunidades.
“He sufrido trastornos mentales como consecuencia de las torturas. Fui detenida por la fuerza y me suministraron un gran número de medicamentos psiquiátricos, provocándome pérdidas de memoria, incluso no reconocía a mis padres”, señaló Yuhua.
“Mi madre me dijo que tenía una barba de 2,5 cm de largo y pasé cinco meses sin tener menstruación; ahora luego de 14 años, todavía no puedo tener hijos” detalló.
Relató que fue arrestada en julio de 1999 y fue torturada mentalmente “hasta perder la cordura”.
En el Hospital Psiquiátrico del distrito Fangcun de la ciudad de Guangzhou, en el sudeste de China le suministraron una gran cantidad de medicamentos.
“No podía cuidar de mí misma, no podía escribir con mi mano, no podía mantener erguida la parte superior del cuerpo», relató detallando que su situación fue empeorando de forma progresiva hasta llegar a una pérdida completa de la memoria.
«Mis padres dijeron que ni siquiera podía reconocer a mis parientes. Mi boca babeaba continuamente, se mojaba todo mi pecho” recordó Yuhua con dolor, aunque con la mirada firme en los ojos de los asistentes.
Yuhua relató que estando en prisión, en dos oportunidades le sustrajeron parte de su médula ósea
Bajo el control comunista, por todo el país, un sinnúmero de practicantes de Falun Dafa han sido encerrados en hospitales psiquiátricos.
Todos ingresaron allí estando sanos y con un estado mental normal, sin embargo, han sido perseguidos hasta perder su cordura, quedando discapacitados físicamente e incluso falleciendo producto de los crueles “tratamientos” que les aplicaron.
A Yuhua la privaron del sueño durante casi una semana, le tiraron agua con pimienta en el rostro cuando ella tenía las manos atadas e incluso la alimentaron de manera forzada a través de una sonda –al igual que a Zhenjie- en dos oportunidades.
“Nunca olvidaré este tipo de sufrimiento” dijo en la Legislatura entre lágrimas.
«El 31 de mayo de 2001- estando detenida- vinieron dos policías durante la noche, me taparon mi cara y me llevaron a un patrullero. Cuando pude ver, vi que mis extremidades estaban esposadas a las cuatro esquinas de la cama. Vi a un hombre de mediana edad que vestía un uniforme de la policía armada. En su mano sostenía una gran aguja. Me pinchó e inmediatamente perdí la conciencia», detalló.
«Cuando me desperté, ya era de día. Sentía vértigo, un zumbido en mis oídos, debilidad en todo el cuerpo y un agudo dolor en el abdomen. Una mujer vestida de civil- que parecía una empleada del hospital- me dijo: ‘Te inyectaron ocho frascos de remedio y te sacaron la médula ósea’. Le pregunté la razón y mirando la puerta de forma nerviosa, no me contestó. Le pregunté qué tipo de remedio y me dijo: ‘No tiene etiqueta’. En ese momento ingresó ese mismo médico policial y me llevaron de regreso a la celda. Sentía que en la parte inferior de mi cuerpo había algo pegajoso», agregó.
Yuhua comentó que en la celda le pusieron nuevamente los grilletes y la sujetaron al lado del inodoro.
«Me sentía muy mareada. Una practicante de Falun Dafa de 60 años que estaba en mi celda puso una fuente de plástico debajo de mi cola y no se cuánto tiempo después, ella empezó a gritar: ‘Miren, miren, es sangre. Toda la fuente está llena de sangre’. Luego me desmayé», dijo entre lágrimas expresando no saber cuántos días pasaron hasta sentir que alguien la pateaba para que despertara.
«Aguantando el dolor inmenso dije: ‘¿Qué quieren hacer ustedes, quieren sacarme los órganos?’. Eso fue en 2001, ni sabía que ya estaban vendiendo órganos de los practicantes de Falun Gong, sustrayendo sus córneas, piel y médula ósea, etc. mientras aún estaban vivos» expresó con tristeza.
Repudio mundial
El 13 de junio de 2016, la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó una resolución en la que expresa preocupación por “los persistentes y creíbles informes sobre la sustracción de órganos, sistemática y dirigida por el Estado a prisioneros de conciencia que no dieron su consentimiento, en la República Popular de China, que incluye a un gran número de practicantes de Falun Gong y otros grupos religiosos y minorías étnicas”.
El Parlamento Europeo y otros organismos internacionales han condenado la sustracción de órganos a la que son sometidos los practicantes de Falun Dafa en China.
“Genera indignación, se trata de un delito de lesa humanidad. Es un ataque a la humanidad y a la dignidad de las personas” sostuvo el diputado Gustavo Vera, al recordar que bajo los regímenes totalitarios lamentablemente las creencias religiosas y espirituales son catalogadas como “subversivas”.
Puso como ejemplos, además de la persecución a Falun Dafa en China, los casos de los cristianos en Armenia o lo que pasó con los judíos bajo la Alemania nazi.
“Está muy claro que en China, en este momento, está la principal ‘fábrica’ de órganos del mundo y está claro que se están violando muy gravemente los derechos humanos” sostuvo Vera y señaló que esta situación “no llama la atención” al ver el historial de “exterminio a gran escala” del régimen comunista chino, que –mencionó- incluye persecuciones políticas y religiosas, campos clandestinos de detención y centros de trabajo forzado.
El legislador Vera destacó la importancia de concientizar a las personas de todo el mundo sobre esta “tragedia” porque hay muchos “negocios” con China que constituyen “la razón del silencio” de la comunidad internacional.
A pesar de que evidentemente es muy fuerte para estas personas exponer lo que han padecido, se nota en ellas una fe inquebrantable que les permite salir adelante y compartirles a las personas que se encuentran sobre esta tragedia que atenta contra la propia condición humana.“Las declaraciones de Yu Zhenjie y Dong Yuhua el día de ayer, me hicieron quebrar en lágrimas”, expresó Antonella Marty en un artículo que se inspiró a escribir un día después de conocer estas dos historias de vida, parte de una tragedia mucho más grande pero –a la vez- muy poco difundida.
Una vez que este crimen se revele completamente, seguramente cada uno reflexionará sobre qué fue lo que eligió hacer cuando tomó conocimiento de este genocidio. Un día para la reflexión se puede trasladar a la acción, al menos compartiendo esta información y posicionándose del lado correcto de la historia.
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