La Gran Época se enorgullece de republicar “Una perversa persecución sin precedentes: Un genocidio contra lo bueno de la humanidad” (eds. Dr. Torsten Trey y Theresa Chu. 2016. Clear Insight Publishing). El libro ayuda a entender la sustracción forzada de órganos en China al explicar la raíz de esta atrocidad: el genocidio cometido por el régimen chino contra los practicantes de Falun Dafa.
En nuestra época sofisticada, la palabra “maldad” se volvió un tanto anticuada. Puesto que no deja espacio para excusas, justificaciones ni conciliaciones, es una palabra que, como puede comprenderse, incomoda a la gente. Y sin embargo, hay algunas atrocidades que no se pueden describir de otra manera. La práctica del Partido Comunista Chino (PCCh) de la sustracción involuntaria de órganos de los prisioneros de conciencia es realmente malvada y es hora de que los médicos, los líderes políticos y los activistas de derechos humanos se unan para decir la verdad sobre este brutal crimen.
Aunque el PCCh hizo todo lo posible para ocultar la realidad de esta cruel práctica, la verdad está empezando a emerger lentamente. Es un escenario de pesadilla en el que los seres humanos son tratados como mercancías que pueden ser eliminadas a voluntad y sus propios órganos aprovechados para el beneficio económico de otros.
Lo que comenzó en la década de 1980 con la sustracción de órganos de delincuentes ejecutados, claramente poco ética, finalmente se convirtió en una empresa mucho más siniestra. Es difícil determinar con precisión cuándo se rompió el límite moral entre el robo de órganos a asesinos y violadores muertos, y el asesinato de prisioneros políticos y prisioneros de conciencia con el fin de extraer y vender sus órganos. Pero la evidencia es contundente con respecto a que este límite se cruzó en una escala masiva.
Gracias al notable trabajo de la ONG Médicos contra la Sustracción Forzada de Órganos (DAFOH, por sus siglas en inglés), la sórdida y desgarradora historia de codicia y represión política está empezando a emerger. Sobre la base de una amplia documentación obtenida de entrevistas con exprisioneros, empleados de los campos de trabajo e incluso personal médico que fueron cómplices de estas violaciones de los derechos humanos, parece que decenas de miles de personas inocentes pueden haber sido víctimas de este crimen de lesa humanidad.
¿Y quiénes son estas víctimas inocentes? La evidencia sugiere que una alta proporción de ellos son practicantes de Falun Dafa. Esta pacífica comunidad de creyentes fue objeto de una brutal campaña gubernamental de represión, difamación, encarcelamiento y tortura, que se remonta al 1999. Al igual que otras comunidades religiosas, incluidos los budistas tibetanos y el movimiento de las iglesias domésticas, Falun Dafa es percibido como una amenaza inaceptable para el dominio social del PCCh. Debido a que las comunidades basadas en la fe están unidas por creencias compartidas en leyes y principios que trascienden lo temporal y lo material, son vistas con profunda sospecha y temor por regímenes como el comunista de China. Ninguna comunidad religiosa en China sufrió de esta sospecha más que Falun Dafa. Durante más de 15 años [NdelR: Ahora 20 años], esta comunidad respondió a esta brutal persecución a través de la resistencia pacífica y no violenta, junto con un compromiso heroico y decidido hacia sus creencias y prácticas.
Siempre fue desconcertante para el resto del mundo que el régimen chino apuntara a esta práctica espiritual tradicional de la Escuela Buda. Con sus ejercicios suaves y de meditación y una filosofía moral que enfatiza la verdad, la benevolencia y la tolerancia, los practicantes de Falun Dafa son verdaderos ciudadanos modelo en cada comunidad en la que viven. Hubo un tiempo en que las autoridades chinas dieron la bienvenida a esta comunidad de fe por su admirable moralidad y ética. Pero a medida que Falun Dafa creció en popularidad, con entre 70-100 millones de practicantes, las autoridades chinas se volvieron temerosas de que este movimiento espiritual representara una amenaza al monopolio del Partido Comunista en los corazones y en las mentes del pueblo chino.
El régimen chino también utilizó los vastos recursos de su maquinaria de propaganda para apuntar a los practicantes de Falun Dafa a fin de llevar a cabo una persecución generalizada. A pesar del enorme sufrimiento que han soportado, los [practicantes de] Falun Dafa permanecieron firmes en sus creencias y comprometidos a contar sus historias. Mientras que docenas de los principales abogados y activistas de derechos humanos de China tuvieron la motivación para hablar en nombre de Falun Dafa, los mismos practicantes han utilizado el poder de Internet para crear herramientas que burlaron a la policía china de Internet y han compartido sus historias con el mundo. Los [practicantes de] Falun Dafa han jugado un papel central en ayudar al pueblo chino a romper el Gran Cortafuegos de China que impide que sus más de mil millones de ciudadanos accedan libremente a Internet. Algunas de las herramientas de elusión de cortafuegos más sofisticadas y efectivas, como Freegate y Ultrasurf, fueron creadas por practicantes de Falun Dafa que creen que el acceso sin restricciones a la información no censurada es esencial para construir un futuro democrático y decente para el pueblo de China.
Gracias en parte a las herramientas de libertad de Internet como estas, la información sobre la pesadilla de la criminal sustracción de órganos está saliendo de China, y entrando a China, creando un movimiento creciente para exponer y eliminar esta violación gigantesca de los derechos humanos básicos.
En diciembre de 2013, DAFOH entregó una petición con 1,5 millones de firmas al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, instando a que se lleve a cabo una investigación sobre la “matanza de prisioneros de conciencia para la obtención de órganos” en China.
Posteriormente, el Parlamento Europeo aprobó una resolución exigiendo el cese inmediato de la extracción de órganos, gestionada por el Estado, de los prisioneros de conciencia ejecutados, incluyendo a Falun Dafa.
Estos son pasos importantes y alentadores, pero, siendo realistas, queda por delante un camino desafiante para erradicar con éxito la adquisición ilegal de órganos. Parte de la razón de todo esto es la pura codicia. En un mundo donde hay escasez de órganos donados libremente y disponibles para el trasplante, los desesperados pacientes están dispuestos a pagar enormes sumas de dinero para obtener el órgano necesario. Los riñones pueden venderse por 60.000 dólares y se ha informado que los hígados tienen un precio de casi 100.000 dólares. Las córneas, los corazones y los pulmones también tienen una gran demanda. Es la combinación tóxica de persecución política, codicia financiera y una profunda corrupción lo que ha creado esta pesadilla médica y moral. Según algunas estimaciones, hasta 65.000 [practicantes de] Falun Dafa pueden haber sido víctimas de esta perfecta tormenta del mal.
Ahora, mientras China se enfrenta a un período de transición política, hay evidencia de que aquellos que estuvieron involucrados en violaciones masivas de derechos humanos contra Falun Dafa están decididos a ser sucedidos por políticos que a su vez están implicados en estos crímenes. ¿Por qué? Porque quieren asegurarse de tener impunidad por las maldades que han cometido. Estos individuos harían bien en recordar las palabras de Martin Luther King: “El arco de la historia es largo pero se inclina hacia la justicia”.
Adlai Stevenson II, exembajador ante las Naciones Unidas y gobernador de Illinois, dijo una vez que “las soluciones comienzan diciendo la verdad”. Es hora de que los líderes de todo el mundo insistan en decir la verdad cuando se trata de la sustracción involuntaria de órganos. No se debe permitir que el Gobierno chino esconda este crimen bajo la alfombra y, sobre todo, se debe poner fin a esta práctica de una vez por todas. Se ha observado que “en cualquier conciliación entre el bien y el mal, solo el mal puede beneficiarse”. Ya hubo demasiados beneficios por parte del mal como resultado de esta abominable sustracción de órganos de hombres y mujeres inocentes en toda China. Sus vidas robadas claman por justicia y es un grito que no debe pasar desapercibido.
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