Bruno Zvaigzne, un hombre sin hogar cuya vida dio un vuelco, se lo debe todo a un husky.
Bruno Zvaigzne malvivía en las calles de París el verano pasado cuando un buen hombre, Thibault Laurent, salió a pasear con su perro, Sora.
Al recordar su primer encuentro, Laurent, de 36 años, contó a The Epoch Times que su husky de dos años se quedó inmóvil, mirando fijamente al hombre cuando lo vio por primera vez.
«Fue durante un paseo por una ruta poco habitual, en un cruce de caminos, cuando se encontraron por primera vez», explicó Laurent. «Sora se quedó hipnotizada ante la mirada y la sonrisa de Bruno».
Al cabo de unos segundos, Sora quiso saltar a los brazos de Bruno pero, «lleno de prejuicios», Laurent contuvo a su perro y le pidió que se sentara. Tras saludar amablemente al hombre sin hogar, Laurent ordenó a su perro que le siguiera. Pero, según Laurent, Sora no se movió.
«Fue muy extraño, porque es muy obediente», dijo Laurent, recordando que intentó ponerle una correa y llevárselo, pero el husky se mantuvo obstinado y se negó a moverse.
«Entonces Sora me miró con esa mirada que solo tienen los perros para suplicar a su amo», dijo Laurent. «Entonces miré a Bruno y le pregunté con los ojos si Sora podía ir a verle».
El desconocido respondió con una gran sonrisa, así que Laurent quitó la correa del cuello de Sora y lo soltó. Sora no tardó en saltar literalmente a los brazos de Bruno. «Se quedó en sus brazos abrazándolo y besándolo durante unos diez minutos», cuenta Laurent.
Fue este vínculo instantáneo e insólito el que dio lugar a una serie de acontecimientos que alteraron el curso de la vida de Bruno.
Todas las mañanas después de aquel primer día, Laurent, que trabaja como entrenador deportivo, iba a visitar a Bruno con un café, un croissant y un fuerte abrazo del husky.
Un día, cuando buscaba su cartera antes de salir, la novia de Laurent le preguntó por casualidad por qué no lo llevaba de paseo con el perro. Tras explicarle su nuevo ritual, le pidió que le grabara un video. Laurent lo subió a TikTok, como había hecho con otros videos de Sora, y las visitas se dispararon.
(Cortesía de Thibault Laurent)
Muchos suscriptores comentaron, preguntando si no se podía hacer algo para ayudar a Bruno. Decidió que era una pequeña oportunidad de utilizar las redes sociales para hacer el bien y creó una página de donaciones para Bruno.
Las cosas no fueron sencillas, ya que Laurent tuvo que ponerse en contacto con el departamento de servicios sociales de la ciudad para registrar formalmente a Bruno y que pudiera recibir fondos. Una vez superado este reto, Laurent pudo empezar a recaudar fondos, consiguiendo un total de 5800 euros (unos 6130 dólares), una cantidad que casi le cambia la vida.
Los fondos se transfirieron a su cuenta en octubre del año pasado.
«Bruno se quedó sin habla. Estaba profundamente conmovido», dijo Laurent.
Sin embargo, tras la transferencia de los fondos a la cuenta de Bruno, un problema administrativo bloqueó el acceso, impidiéndole disponer del dinero. Laurent tardó varias semanas en resolver la situación, y para entonces ya había llegado el frío glacial.
Bruno tuvo que «pasar por el infierno de la vida» en la calle en invierno, y eso ralentizó considerablemente su vuelta a una «vida normal», lamentó Laurent. En una ocasión en que hacía muchísimo frío, tuvo que convencer encarecidamente a Bruno para que pasara la noche en su casa.
Cinco meses más y actualmente Bruno se aloja en un hotel cerca de Toulouse, buscando trabajo y con la esperanza de establecer una situación más estable que le permita finalmente asegurarse su propio alojamiento.
Y todo gracias al amor y la adoración del joven husky siberiano, que, según Laurent, procede del criadero Morava Valley y de una línea de grandes campeones de exposición. El abuelo de Sora, dice Laurent, también perteneció a él.
«Sora lleva con nosotros desde que tenía dos meses y medio, y tiene una personalidad muy tranquila y apacible. Siempre ha querido a los humanos», dice Laurent.
Según Laurent, lo que hizo que la reacción de Sora ante Bruno fuera tan sorprendente es que, a pesar de no haberlo conocido nunca, la excitación de Sora en su presencia rozaba la histeria.
«Podría correr los últimos cien metros que teníamos que recorrer para llegar hasta Bruno si yo no le retuviera», afirma Laurent.
A cambio, el antes hombre sin hogar saludaba a Sora con total alegría.
«A Bruno se le iluminaba la cara; su risa y su comportamiento eran fuertes, claros, sinceros. Era extremadamente comunicativo con Sora, y quería ofrecerle comida, él que tenía tan poca», cuenta Laurent.
Para Laurent, conocer a Bruno a través de su perro supuso una oportunidad inesperada de ayudar a cambiar una vida, aunque no fue fácil. La historia de Bruno y Sora conmovió a un gran número de personas, y los videos recibieron decenas de miles de visitas.
«Pero, solo porque sea difícil», dijo, «no significa que no debamos intentarlo. Y solo porque no estemos preparados para ayudar al mundo entero, no significa que no debamos ayudar a una persona».
«Una parte muy pequeña puso el grito en el cielo, pero no ofreció ninguna solución. Yo mismo decidí que esta historia tenía que tener una utilidad real; algo más que conmover a la gente por un momento.
«La lección más hermosa sobre el amor al prójimo me la dio mi perro».
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