Ahora que el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer, no olvidemos los horribles abusos a los que son sometidas las madres y hermanas, e incluso las abuelas, en los territorios de la China comunista.
Desde que el Partido Comunista Chino (PCCh) llegó al poder en 1949, ha empleado formas poco éticas para perseguir a los ciudadanos y reprimir a los grupos espirituales. Recientemente, varios informes confirmaron cómo el PCCh utiliza los abusos sexuales como herramienta para reeducar y transformar a los prisioneras de conciencia, independientemente de su edad.
Arraigado al ateísmo y el materialismo, el régimen comunista lleva años reprimiendo brutalmente a musulmanes uigures, cristianos, budistas y a los practicantes de Falun Dafa. Los que se niegan a cumplir las órdenes del PCCh son detenidos y llevados a «campos de reeducación» secretos, donde se les somete a abusos inimaginables, como la violación en grupo y la electrocución.
Abuso sexual a uigures
Para condenar las graves violaciones de los derechos humanos del PCCh, el gobierno de Estados Unidos de la era Trump dijo el 19 de enero de 2021 que el régimen comunista cometió «genocidio» y «crímenes contra la humanidad» en su represión a los musulmanes uigures.
El PCCh encarceló a más de un millón de uigures, sometiéndolos a trabajos forzados, esterilizaciones forzadas y torturas, dijo el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, a través de una declaración.
«Tras un cuidadoso examen de los hechos disponibles, determiné que la RPC [República Popular China], bajo la dirección y el control del PCCh, cometió genocidio contra los uigures, predominantemente musulmanes, y otros grupos étnicos y religiosos minoritarios de Xinjiang», dijo Pompeo, añadiendo que «Creo que este genocidio está en curso, y que estamos asistiendo al intento sistemático de destruir a los uigures por parte del partido-estado chino».
Dos semanas más tarde, la BBC publicó un detallado informe sobre las sistemáticas torturas sexuales que se producen en la hermética red de reeducación de Xinjiang. El informe, que se basa en entrevistas de primera mano a varias uigures que estuvieron detenidas en los campos de reclusión, reveló los horrores de las torturas y violaciones colectivas que presenciaron o vivieron.
Tursunay Ziawudun, de 42 años, quien huyó a Estados Unidos tras escapar de Xinjiang después de ser liberada, relató a la BBC los abusos sexuales que sufrió y que presenció mientras estuvo detenida durante nueve meses en los campamentos secretos de China en Xinjiang.
Ziawudun, casada con un kazajo, había regresado a Xinjiang en 2016 por trabajo, después de permanecer en Kazajistán durante cinco años. Ella detalló cómo recibió descargas con una porra eléctrica y fue «violada en grupo en tres ocasiones», informó la BBC.
«La mujer me llevó a la habitación contigua a la que habían llevado a otra chica», contó Ziawudun a la BBC. «Ellos tenían una porra eléctrico, yo no sabía lo que era y me lo introdujeron en el tracto genital, torturándome con una descarga eléctrica».
«Ellos no solo violan, sino que muerden todo el cuerpo, uno no sabe si son humanos o animales», dijo. «Ellos no perdonaban ninguna parte del cuerpo, mordían por todas partes dejando marcas horribles. Era asqueroso de ver. […] y no solo es una persona la que atormenta, no es solo un depredador. Cada vez eran dos o tres hombres».
En declaraciones a Fox News, Ziawudun dijo que «cualquier mujer menor de 40 años era violada. Todas en el campamento lo experimentaron (…) A mi también me golpearon tan fuerte —me patearon y pisotearon— en mis partes íntimas que una vez sangré, y entonces me tuvieron que extirpar los ovarios».
Ni siquiera las mujeres mayores detenidas se salvaron, dice el informe de la BBC. Ziawudun recordó haber visto cómo humillaban a una anciana uigur.
«Le quitaron todo a la anciana, dejándola solo con su ropa interior. Estaba tan avergonzada que intentó cubrirse con los brazos», dijo Ziawudun a la BBC. «Yo lloré mucho viendo cómo la trataban. Sus lágrimas caían como la lluvia».
Las afirmaciones de Ziawuden fueron respaldadas por Qelbinur Sedik, una uzbeka de Xinjiang que fue obligada a enseñar el idioma chino a los detenidos del campo de reclusión. Sedik declaró a la BBC que una mujer policía del campo le confirmó, después de que Sedik le preguntó en una ocasión a escondidas, si efectivamente se producen abusos sexuales en los campos.
«Sí, las violaciones se han convertido en una cultura. Son violaciones en grupo y la policía china no solo las viola, sino que también las electrocuta. Son sometidas a horribles torturas», recordó Sedik, en las palabras de la mujer policía.
Gulzira Auelkhan, otra mujer kazaja de Xinjiang, que fue obligada a ayudar a los guardias del campo desnudando a las mujeres, también confirmó a la BBC que las violaciones en grupo son habituales en los campos.
«Me obligaron a quitarles la ropa a esas mujeres, a sujetarles las manos y salir de la habitación», dijo Auelkhan. «No se podía contar a nadie lo que pasaba (…) Eso está diseñado para destruir el espíritu de todos».
Varios uigures detenidos recientemente también describieron historias desgarradoras similares, de torturas y violaciones en los campos de Xinjiang.
Gulbakhar Jalilova, una uigur de nacionalidad kazaja que estuvo detenida en 2017 durante 15 meses en un campo exclusivamente femenino, dijo a The Epoch Times que las violaciones se producían a diario en los campos. «A las chicas jóvenes las sacan y las violan durante toda la noche. Si sigues resistiendo, te inyectan algo y te matan», dijo Jalilova.
En 2019, Sayragul Sauytbay, de ascendencia kazaja, que fue obligada a enseñar el idioma chino en el campo, dijo a Haaretz, un periódico israelí, que una vez fue testigo de cómo una detenida era violada por los policías, «una y otra vez», delante de 200 reclusas. El incidente dejó a Sauytbay traumatizada.
«Mientras ellos la violaban, comprobaban cómo reaccionábamos», dijo Sauytbay a Haaretz. «A las personas que giraban la cabeza o cerraban los ojos, y a aquellas que parecían enfadadas o escandalizadas, se las llevaban y no las volvíamos a ver. Eso era horrible».
«Yo nunca olvidaré la sensación de impotencia, de no poder ayudarla. Después de lo ocurrido, me resultaba difícil dormir por la noche».
Abuso sexual de otras creyentes espirituales
Además de atacar a los musulmanes uigures, el PCCh también emplea estos horrendos métodos de tortura contra los practicantes de Falun Dafa, los budistas y los cristianos.
Las mujeres practicantes de Falun Dafa son sometidas rutinariamente a abusos sexuales y violaciones por no renunciar a su fe. Falun Dafa, también conocida como Falun Gong, es una disciplina de meditación espiritual basada en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, practicada libremente por más de 100 millones de personas en todo el mundo, pero perseguida violentamente en China desde julio de 1999.
Minghui.org, un sitio web con sede en Estados Unidos, dedicado a documentar la persecución a Falun Dafa, recopiló un informe en dos partes (advertencia: contiene contenido gráfico) en el que se detallan las torturas y los abusos sexuales rutinarios a los que se enfrentan los practicantes.
En el tristemente célebre campo de trabajos forzados de Masanjia, en Shenyang, provincia de Liaoning, en una ocasión 18 mujeres practicantes fueron arrojadas a las celdas de los hombres y los guardias animaron a los internos a violarlas, informó Minghui.org. Ancianas o jóvenes, nadie estaba exenta de estos abusos.
En 2001, Zou Jin, de 70 años, de la ciudad de Changsha, provincia de Hunan, fue violada en grupo en el Primer Centro de Detención de la ciudad de Changsha y condenada a nueve años antes de fallecer. Una niña de 9 años, hija huérfana de una practicante de Falun Dafa, fue violada en grupo en el Hospital Mental de Changping, en Beijing, en 2002. «Sus gritos y llantos eran desgarradores», decía el informe de Minghui.org.
El informe relata que las autoridades también obligaron a las practicantes embarazadas a abortar a sus bebés no nacidos, golpeándolas y dándoles descargas eléctricas que finalmente les provocaron el aborto.
El PCCh tampoco mostró ninguna indulgencia a la hora de abusar de las religiosas budistas o de las cristianas.
El Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia informó sobre el relato personal de un monje tibetano anónimo que estuvo detenido durante cuatro meses en un centro de reeducación, en el condado de Sog, región autónoma del Tíbet, en 2017. El monje relató que vio cómo se abusaba sexualmente de las religiosas tras participar en los ejercicios militares.
«Muchas monjas perdían el conocimiento durante los ejercicios [militares]», escribió el monje. «A veces los oficiales llevaban a las monjas inconscientes al interior, donde los vi (…) manoseando todo su cuerpo».
«¿Quién sabe qué más les hacían a las monjas?», escribió el monje.
Citando el relato de los abusos sexuales de un cristiano chino, el redactor jefe de la revista Bitter Winter, Massimo Introvigne, escribió que Jiang Guizhi, una participante de La Iglesia de Dios Todopoderoso en China, fue violada por los policías y después murió por las graves torturas.
En 2019, la Asociación para la Defensa de los Derechos Humanos y la Libertad Religiosa (ADHRRF) informó sobre un relato más detallado de las torturas sufridas por Jiang. Cuando fue interrogada en repetidas ocasiones por una compañera de celda, Jiang reveló que «la policía la había llevado a una habitación privada de un hotel donde la interrogaron, la violaron y le introdujeron objetos en la vagina», informó la ADHRRF.
Con información de Arshdeep Sarao.
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