Aunque fue tratado injustamente, nunca olvidó su deber como primer ministro, por eso ha sido respetado por las siguientes generaciones.
Liu Bang fue el primer Emperador de la dinastía Han (206 –220 a.C.). Su éxito al tomar el trono, se atribuye en gran medida a las grandes habilidades de sus subordinados y Xiao He, fue uno de los subordinados en el que confiaba más.
Xiao, comenzó su carrera de estadista durante la dinastía Qin, (221–206 a.C) como un oficial de bajo nivel. Siempre manejaba los problemas complicados de una manera clara y justa y, por lo tanto, ganaba promociones sucesivas. Debido a sus buenos consejos, su previsión y su devoción por la gente, Xiao es considerado uno de los «Tres héroes de la dinastía Han».
Siendo de la misma ciudad natal, Xiao conoció a Liu Bang durante su infancia y se hicieron amigos íntimos. Xiao siempre ayudó generosamente a Liu Bang, que en ese momento era un oficial de nivel inferior.
Cerca del final de la dinastía Qin, la corrupción del gobierno llevó al surgimiento de muchos ejércitos rebeldes. Liu Bang fue el primer comandante de uno de esos ejércitos en conquistar la capital de Qin, Xiányáng.
Se cuenta que cuando las tropas de Liu Bang entraron a la ciudad, a diferencia de todos los que se apresuraron a saquear oro y otros objetos de valor de los tesoros reales, Xiao He, recopiló y conservó minuciosamente muchos documentos legales y registros geográficos y de hogares.
Más tarde, cuando Liu Bang luchó contra otros ejércitos por el trono, los materiales que Xiao He había rescatado demostraron ser invaluables, pues contenían información detallada sobre las poblaciones, las condiciones locales y las características de las fortalezas, los pases y otros lugares estratégicos.
Y no solo eso, Xiao también contribuyó a convencer a las personas talentosas para que trabajaran para Liu Bang y uno de ellos fue Han Xin, un genio militar. Cuando Han Xin se unió por primera vez al ejército de Liu Bang, fue nombrado como un simple oficial encargado de administrar el suministro de alimentos del ejército, por lo que Han, al darse cuenta de que Liu Bang no apreciaba su talento, decidió irse con otros rebeldes que querían formar un ejército digno de sus habilidades.
Al oír que se había ido, Xiao fue tras Han Xin, persiguiéndolo día y noche hasta que logró convencerlo de que regresara. Y como Liu Bang no había sido informado del plan de Xiao He, asumió que éste también había desertado por lo que se sorprendió mucho cuando regresó trayendo consigo a Han Xin.
Al preguntar Liu Bang la razón de por qué de todos los rebeldes que habían desertado, Xiao había elegido traer a Han Xin, éste le respondió que no podría ganar batallas sin la ayuda de Han Xin y lo persuadió de nombrarlo Jefe General de su ejército.
Bajo el liderazgo de Han Xin, el ejército de Liu Bang ganó muchas batallas y Liu Bang finalmente pudo unificar China y convertirse en el primer emperador de la dinastía Han, Han Gaozu.
Poco después de convertirse en emperador, Liu Bang llevó a su ejército a sofocar una rebelión. Al regresar a la capital, nombró a Xiao He como primer ministro, el segundo papel más poderoso en la corte, y asignó a cientos de soldados para protegerlo. Sin embargo, se sabía que Liu Bang era un hombre sospechoso y celoso.
Un invitado de Xiao. Le advirtió que el emperador, habiéndolo designado para un puesto tan alto, pronto se sentiría incómodo con su poder y su vida podría estar en peligro. Xiao, le aseguró al huésped que sabía que los soldados fueron enviados por el emperador para mantenerlo bajo vigilancia.
Para aliviar las sospechas de Liu Bang y mostrar su lealtad, Xiao He de manera cortés, rechazó cualquier recompensa de la oficina; sin embargo, sus esfuerzos no tuvieron éxito, ya que Liu Bang no estaba contento con la popularidad de Xiao He. Cuando Liu Bang abandonó la capital para sofocar otra rebelión, volvió a enviar a sus soldados a vigilar a Xiao He.
Xiao pensó que no tendría más remedio que adoptar la sugerencia de otro invitado: destruir deliberadamente su propia reputación, al apoderarse de las tierras de las personas. Irónicamente, Xiao era tan popular que la gente se alegró de dejarle tener su tierra.
Cuando Liu Bang se dio cuenta de la situación, sus celos aumentaron y cuando Xiao He le pidió que abriera la tierra no utilizada en el jardín real para permitir que los pobres cultivaran alimentos allí, se negó airadamente y encarceló a Xiao He, bajo la acusación de aceptar sobornos y vender tierras nacionales.
Un oficial militar desafió a Liu Bang y le preguntó qué crimen había cometido Xiao, a lo que Liu Bang afirmó que Xiao se había confabulado con empresarios codiciosos, había aceptado sobornos y había tratado de malversar las tierras de la gente, declarando que, como primer ministro corrupto, Xiao He merecía una sentencia de por vida.
El oficial dijo: “Durante las rebeliones, estabas lejos de la capital que lideraba tu ejército y el primer ministro se quedó para mantener las cosas en orden. Si quería tomar el poder, tuvo muchas oportunidades entonces, pero no lo hizo». «Su lealtad ha sido probada y no hay ninguna razón para que él se preocupara por los sobornos pues todas esas acusaciones eran completamente falsas».
Liu Bang sabía que el oficial tenía razón, así que soltó a regañadientes a Xiao He.
Agente de traición
Aunque Xiao dedicó su vida a su nación y nunca olvidó su deber como primer ministro, incluso cuando fue tratado injustamente, tenía una mancha en su nombre.
Han Xin, el recomendado de Xiao, era un general amado y formidable; sin embargo, la desconfianza y el celo de Liu Bang lo llevaron a temer que un día Han Xin se volviera contra él y tomara el trono.
Debido a ésto, Liu Bang degradó a Han Xin de su posición como Rey de Chu, a marqués de Huaiyin y fue puesto bajo arresto domiciliario. A pesar de ello, Han Xin se mantuvo leal y continuó teniendo éxito en el campo de batalla.
Pero en 196 a.C, cuando Liu Bang se encontraba ausente reprimiendo una rebelión, Xiao conspiró con la emperatriz Lü, para que arrestaran a Han Xin y le enviaron una carta solicitando su presencia en la capital. Han Xin sabía que probablemente era una trampa y a pesar de los ruegos de sus soldados, siguió fielmente las órdenes. Al llegar al palacio imperial, fue arrestado por traición y después de un juicio simulado, fue ejecutado.
Este evento se consideró infame en la historia y el papel de Xiao He fue repudiado enormemente; sin embargo, Xiao dedicó su vida a su nación y nunca olvidó su deber como primer ministro, ganándose así el respeto de las generaciones futuras.
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