A pesar del floreciente presupuesto militar del país, China no ha luchado una guerra desde 1979. Pero eso no ha impedido que las armas chinas sean utilizadas extensamente en zonas de conflicto en múltiples continentes en manos de los terroristas y dictaduras más notorios del mundo.
Un informe reciente que compila tres años de investigación, ha indicado que mientras Estados Unidos, Rusia y otros países luchaban contra el grupo terrorista ISIS, la mayor parte de su arsenal era de fabricación china. El 43 por ciento de las armas capturadas a ISIS eran de procedencia china, en comparación con el 1.8 por ciento de origen estadounidense.
El informe publicado por Conflict Armament Research, con sede en el Reino Unido, dice que sus hallazgos “reflejan las tendencias generales del mercado mundial de material de calibre para el Pacto de Varsovia. China predomina como productor”.
China, siendo uno de los importadores de armas del mundo,todavía está luchando para conseguir una mayor participación en el mercado de exportación. Según un informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés), las ventas chinas de armamento pasaron del 3,8 por ciento del total mundial al 6,2 por ciento entre 2011 y 2016, superando a Francia como tercer exportador de armas.
Rusia y Estados Unidos siguen predominando en las exportaciones militares totales, que representan más de la mitad del total mundial. Pero mientras los dos antiguos rivales abastecen principalmente a sus respectivos aliados y estados clientes, Beijing abastece a cualquiera que esté dispuesto a pagar.
Mercado de gama baja
Durante décadas los armamentos chinos se basaron en gran medida, si no directamente, en ser copias del hardware soviético o ruso. Y mientras los diseños chinos hicieron grandes mejoras en los últimos años, aún están lejos de ser importantes competidores de los equipos rusos u occidentales.
Por lo tanto los clientes de China tienden a ser naciones incapaces de pagar los precios rusos o estadounidenses; grupos y regímenes, que de otro modo estarían sujetos a sanciones internacionales, son un fenómeno que podría explicar la gran proporción de armas chinas en manos de ISIS.
El año pasado, el régimen chino donó alrededor de 300 millones de dólares en armas policiales a Filipinas, donde miles de personas fueron ejecutadas de manera sumaria, al parecer como parte de la guerra contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte. Beijing también estuvo suministrando a Venezuela equipos antidisturbios para ayudar a reprimir la disidencia (causada por los intentos fallidos de socialismo autárquico) al régimen de la nación latinoamericana.
Los informes dispersos, incluso sugieren que las modernizaciones militares de Corea del Norte y su programa de misiles balísticos recibieron ayuda de facciones del Partido Comunista Chino (PCCh) a pesar de que China ha enfriado oficialmente las relaciones con Pyongyang.
China tiene un historial de proporcionar armamento barato a todos los regímenes. En 1993, el gobierno de Ruanda compró suficientes machetes a China para armar a un tercio de la población masculina; al año siguiente, más de 800.000 personas en su mayoría de etnia tutsi, fueron asesinadas en el infame genocidio ruandés durante 100 días.
Entre 1975 y 1979, el régimen comunista de los Jemeres Rojos en Camboya, mataron o murieron de hambre una cuarta parte de la población del país. Los jemeres rojos recibieron una amplia ayuda técnica y material de China, a pesar de que fueron asesinados 200.000 chinos-camboyanos.
En 1979, las fuerzas vietnamitas atacaron y derrocaron a los jemeres rojos. Como respuesta, China lanzó una invasión efímera en Vietnam, aun siendo un país comunista bajo la órbita de la Unión Soviética, para castigarlo por derribar a su aliado.
Traficantes de armas apoyados por el Estado
En noviembre de 2015, un infiltrado que trabajaba como ingeniero general en una empresa estatal de defensa china, concedió una entrevista en el extranjero con la emisora de radio en chino Sound of Hope, en la cual detalló cómo una combinación de corrupción y apoyo del PCCh facilitó los negocios ilícitos de armas entre proveedores chinos y grupos rebeldes extranjeros.
“Tomemos por ejemplo Somalia; el PCCh tiene una embajada allí”, dijo el informante, cuya identidad no fue revelada por razones de seguridad. “Saben qué fuerzas son del gobierno y cuáles son los rebeldes y hacen negocios con los jefes. Cuando los jefes necesitan algo, la embajada lo averigua e informa al Ministerio de Relaciones Exteriores, que se lo comunica al Ministerio de Defensa, que a su vez se pone en contacto con las empresas exportadoras”.
La forma en que se entrega el equipo depende del cliente. En el caso de los rebeldes somalíes o los piratas, la parte china optará por una transacción en el mar. La flota del sur de la marina china despachará barcos para transportar las mercancías, porque “la flota del sur puede usar esto como un medio para expandir su influencia en el Mar del Sur de China como así también en los océanos Indo-Pacífico porque las aguas internacionales son un lugar conveniente para hacer el comercio”.
El informante también describió cómo las empresas chinas envían armas a través de la frontera china a Afganistán para venderlas a los rebeldes. Las guardias fronterizas chinas reciben de antemano órdenes de las autoridades superiores del PCCh para dejar pasar los cargamentos.
El dinero obtenido en estas transacciones se envía a cuentas bancarias offshore controladas por oficiales militares chinos. “Este dinero no va a las cuentas de la región militar [china]”, agregó la fuente, “sino que es atesorado por el director ejecutivo de la empresa exportadora en, por ejemplo, una cuenta en el HSBC. Sólo unos pocos generales saben a dónde fue a parar el dinero”.
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