A pesar de que algunos se dejan encandilar por las promesas y por la eufórica retórica de Argentina por los convenios con el régimen chino, cualquier persona con conciencia y preocupada por su país debería encontrar en la ratificación de estos llamados “convenios” un grave motivo de preocupación por la serie de ventajas otorgadas al régimen chino, que resultan ser absolutamente desproporcionadas e incluso ilegales.
¿Por qué a Argentina le interesa ser tan generosa con el Partido Comunista Chino (PCCh), casi literalmente regalando sus tierras y, en los hechos, abandonando su soberanía? ¿Qué espera, en teoría, a cambio Argentina?
Evidentemente, Argentina espera dinero. La pregunta entonces es si este dinero realmente llegará al pueblo argentino o, peor aun, si este dinero al menos realmente llegará al país. Es de conocimiento público que los dirigentes del PCCh, régimen dictatorial conocido por ser uno de los más corruptos del mundo actual, sacan dinero del país de cualquier manera. Una “inversión” o un “préstamo” son canales típicos que ellos utilizan para sacar una parte. ¿Qué porcentaje de estos «préstamos» e «inversiones» son utilizados con este fin: lavar dinero en el extranjero? Y cuando no se realizan auditorías, los envíos hacia afuera son incluso legales. ¿Cuánto podrían estar dividiéndose de forma ilegal entre las partes involucradas en estos convenios?
El próximo gobierno argentino deberá elegir entre pagar la deuda total –incluyendo enormes costos por corrupción– o bailar también con el lobo, sacrificando al pueblo, si le interesan las ganancias personales ilícitas. Pero si el nuevo gobierno realmente se preocupa por la autonomía, la preservación de sus tierras y sus recursos naturales, deberá confrontar cláusulas de penalización por dejar de cumplir estos acuerdos. Estos convenios están hoy sentando las bases, y por un muy largo tiempo, para que el PCCh se mantenga firme en Argentina por el tiempo que sea necesario hasta agotar los recursos naturales locales, acabar la tierra para sacar la soja, acabar el agua (el “oro fluido”) que se lleva en barcos desde el sur de Argentina; hasta acabar con todo lo que quiera llevarse.
Esto no puede ser llamado ni siquiera “neocolonización”, como es la presencia del PCCh en África, porque a la postre, aquí no quedará nada. Esto es simplemente un acuerdo que establece hegemonía para una parte, China en este caso, porque el préstamo, la inversión hecha, está muy lejos de alcanzar el valor real de estos convenios: acceder sin límites a la riqueza total de Argentina.
Con Argentina, la dictadura china se ha sacado el “gordo”, corrompiendo a funcionarios y dañando el futuro del pueblo.
Dos puntos claves que el PCCh exige en estos convenios con Argentina:
- El privilegio de la adjudicación directa en obras públicas.
- Las condiciones para la importación de mano de obra china.
La corrupción de los funcionarios, hasta el nivel más bajo, será la norma para adquirir obras públicas con manos de obra directamente de China, porque es más barato. Esto debería ser una preocupación grave para el pueblo argentino. ¿Puede el próximo gobierno ser inmune a las tentaciones del dinero negro?
La inmigración de chinos sacará puestos de trabajo a los argentinos. La mano de obra será importada directamente desde China, sin pasar por las regulaciones comunes para la inmigración. No habrá ningún beneficio para Argentina ni para los argentinos.
Todos saben que la República Popular China es un país donde se violan los derechos humanos. Otra razón para que el régimen chino exporte “trabajadores” es que esto también es un negocio para ellos: buscan a estos “trabajadores” de las prisiones de China. Su mano de obra no solo es barata o excesivamente barata, sino incluso muchas veces gratis, porque “trabajan” a cambio de menos años de prisión, si trabajan fuera de China. Es un negocio de pura ganancia: un “trabajador” chino manejado completamente por la empresa, sin pasaporte en su poder, trabajando sin salir del predio elegido hasta haber “pagado” lo que «debía» de su condena en prisión. Y todo avalado por el país extranjero, en este caso, Argentina.
En Argentina ya hay casos de inversiones chinas que despiertan dudas, como es el caso de la mina de Sierra Grande, que fue adquirida con manipulación para eliminar la licitación a principios de 2006. Las minas tienen, además de hierro de calidad no superior, muchísimo cobalto, material que puede utilizarse para fines bélicos. Cuando se enteraron de esto, militares chinos visitaron las minas. Las promesas de los funcionarios locales de que los chinos traerían trabajo quedaron en la nada cuando llegaron trabajadores chinos para la mina en Sierra Grande. Los obreros fueron todos traídos directamente de China y allí viven, en recintos de donde no salen, con una oficina instalada con pocos argentinos en el pueblo; no hay ningún otro trabajo. Los rumores indican también que el secretismo con el que trabajan ahí se debe a que en las minas además se llevan a cabo operaciones militares que involucran material nuclear. No sería raro, teniendo en cuenta la filosofía de lucha que ha mostrado desde siempre el régimen chino, y también teniendo en cuenta que Sierra Grande incluyó un pequeño laboratorio nuclear cuando fue vendida a los chinos. Es imposible que los funcionarios argentinos no hayan sabido acerca de esto.
Inmigración china planificada: una carta política a futuro
Las inversiones chinas van a emplear solo obreros chinos que no saldrán al mercado común, porque no tendrán pasaporte en su posesión, ni contactos con gente de afuera, no se asimilarán a la sociedad que los rodea. Muchos nunca aprenderán español e incluso varios ni sabrán en qué país están. Por eso, las inversiones chinas nunca traen oportunidades de empleo, salvo algunos puestos de porteros o secretarias.
Pero la inmigración va a crecer: ese es el otro lado de la moneda. Son los inmigrantes que vienen para hacer dinero, abriendo supermercados, locales, negocios, empresas digitales que tienen solamente personal técnico de China. Ellos incluso pueden solicitar ayuda económica para instalar un supermercado, siempre que el lugar no sea elegido por ellos. Así, en un pueblo de 10.000 personas aparecen de pronto dos supermercados chinos y ellos dicen ser “enviados”, ni saben cómo pronunciar el nombre del pueblo. En pocos años, esto igualmente no importará, ni importará si hablan español o no, pues podrán solicitar la nacionalidad argentina y después votar. Estos argentinos naturalizados, manipulados por las asociaciones chinas y su embajada, serán un factor clave para tener un candidato que favorezca sus preferencias y sus doctrinas. Esto supera un término como el de “neocolonización”, es puramente hegemonía.
Sun Tzu decía en “El Arte de la Guerra” que para salir siempre victorioso, además de conocerse bien a uno mismo, debe también conocerse bien a la otra parte. ¿Cuánto conocemos del régimen dictatorial chino? ¿Sabemos lo suficiente de su política en derechos humanos? ¿Sabe usted, por ejemplo que, mientras lee este escrito, cientos de miles de personas desaparecen solo por tener una creencia espiritual, y que también cientos miles de ellos mueren mientras sus órganos son sustraídos y vendidos en mercados negros que involucran la participación directa de hospitales militares chinos? ¿Y cuántos saben en Argentina sobre el coraje de algunos jueces y fiscales, que están juzgando esto aquí en Argentina, en un caso que la propia embajada china intentó cerrar?
Más información: Neocolonización del régimen chino en Argentina
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