La capa de ozono en la Antártida está mostrando «los primeros signos de recuperación», si se consideran las mediciones anuales de septiembre y no de octubre informó el 1 de julio el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Un análisis de los últimos registros permitió demostrar que el agujero de ozono que apareció en la Antártida en las últimas décadas alcanzó su tamaño más grande en el año 2000 y por primera vez disminuyó. Se redujo- según el MIT- en 4 millones de kilómetros cuadrados.
La capa de ozono absorbe la radiación ultravioleta de alta frecuencia proveniente del Sol y se encuentra entre los 15 y los 50 kilómetros de altura.
Los autores atribuyeron este hecho al continuo descenso del cloro atmosférico originado por los clorofluorocarbonos (CFC), compuesto químico que deriva de los procesos de limpieza en seco, viejos refrigeradores, aerosoles y fijadores. En la atmósfera, los CFC destruyen y corroen la capa de ozono. El equipo de estudio liderado por Susan Solomon, profesora de química atmosférica y ciencia del clima en el MIT publicó los resultados en la revista Science, dejando de lado el aumento de la capa de ozono registrado en octubre de 2015.
Sin embargo, los datos del MIT se contraponen a los resultados del gran agujero visto en octubre pasado.
En octubre del año 2015 se puso en duda alguna recuperación del ozono. Según los investigadores del MIT, el gran aumento de ese mes se debió a la erupción del volcán Calbuco en Chile. Si bien este fenómeno natural no inyecta cloro en la atmósfera, hace que las partículas reaccionen con las nubes de cloro depositadas en la estratósfera por la industria humana, haciendo crecer más el agujero.
«La gente pensaba que se estableció un récord en el tamaño del agujero de ozono en octubre de 2015”, dijo Ross Salawitch, profesor de química y bioquímica en la Universidad de Maryland, “En el documento se explica que fue debido a la específica erupción volcánica”, destacó. Para revelar el posible signo de mejoría del ozono, el equipo de MIT comparó los resultados de los meses de septiembre.
En 1987 casi todos los países del mundo firmaron el Protocolo de Montreal, “en un intento concertado para prohibir el uso de los CFC y reparar el agujero de ozono”, recordó el estudio destacando el hecho de que en el pasado las investigaciones de la señora Solomon sobre el cloro y el ozono estimularon la firma de dicho documento.
Considerando las medidas de septiembre, según la señora Solomon «ahora podemos estar seguros que las cosas que hicimos han puesto al planeta en camino de la recuperación». La investigadora además manifestó su confianza en que la decisión colectiva en ayuda al planeta colaboró con la recuperación.
El agujero en la capa de ozono se descubrió en la década de 1950 y en 1980 científicos del British Antarctic Survey confirmaron que la capa estaba disminuyendo.
“El cloro corroe el ozono sólo si la luz está presente y si el ambiente es lo suficientemente frío como para crear nubes estratosféricas”, por esta razón -explicó el MIT- “el agotamiento de ozono se inicia a fines de agosto, cuando la luz en la Antártida emerge luego del oscuro invierno y el agujero se forma por completo a principios de octubre”.
Los investigadores registraron la apertura anual del agujero de ozono antártico en el mes de septiembre entre los años 2000 y 2015. Las mediciones se tomaron desde globos sonda y satélites. También se analizó el dióxido de azufre emitido por los volcanes y el cambio meteorológico, tales como la temperatura y el viento.
Sin considerar octubre, la imagen del agujero de septiembre pasado demuestra que creció menos que los años anteriores. «Es bastante bueno para nosotros, ¿verdad?», planteó la señora Solomon.
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