Se esperaba algo de algarabía o drama cuando el 18 de junio los políticos de Hong Kong emitieron su voto sobre el plan de reforma política relacionado al futuro democrático del país, que se hizo esperar hasta el último minuto antes de que comenzara la encuesta.
Durante meses, los legisladores pro-democracia fueron inflexibles en cuanto al bloqueo de una propuesta electoral controlada por Beijing en agosto del año pasado, la cual cambiaría la forma en que los hongkoneses elegirían a sus principales funcionarios. Se trata de una falsa democracia, gritaron los legisladores, debido a que los dos o tres candidatos a presidentes ejecutivos eran escogidos de un pequeño comité no representativo de personas afines a los intereses de Beijing.
Muchos hongkoneses tampoco estaban satisfechos con los dictados de Beijing. Desde finales de septiembre hasta mediados de diciembre, los estudiantes se congregaron por decenas de miles en campamentos instalados sobre las principales avenidas de la ciudad, en lo que se llamó protestas Occupy.
Después de que las autoridades despejaran las “ciudades carpa” y los estudiantes regresaran a las escuelas (sin antes hacer la promesa de volver), el diálogo se desplazó de nuevo a los políticos de Hong Kong.
Leung Chung-ying, el poco popular líder de Hong Kong, sus diputados y los funcionarios chinos hablaban de que era necesario ganarse a los legisladores para poder respaldar el proyecto, para lo que era necesario una mayoría de dos tercios, pero los legisladores pro-democracia mantuvieron 27 de 70 asientos.
Beijing dejó en claro a catorce miembros de la oposición en una reunión a puertas cerrada que no haría nada para comprometerlos. Días antes del voto surgió la controversia: el legislador pro-democrático “Pelo Largo” Leung Kwok-hung dijo abiertamente a los medios de Hong Kong que había rechazado un soborno de 100 millones en moneda del país para apoyar al plan electoral de un partido sin nombre.
Sin embargo, una interrupción en las comunicaciones cinco minutos antes de que la propuesta política pasara a votación resultó en una desconcertante serie de eventos.
Con la esperanza de retrasar la votación por falta de quórum, 34 abogados pro-establishment se presentaron en el hall de la legislatura luego de que les fueran pasadas instrucciones de parte del abogado del sector financiero Jeffrey Lam vía WhatsApp. Su excusa: Querían esperar a su colega Lau Wong Fat, que supuestamente estaba viajando a la cámara del consejo a pesar de estar enfermo para que todos pudieran emitir su voto juntos.
Sin embargo, ocho legisladores pro-establishment se perdieron el mensaje de alguna manera, y procedieron a votar. Luego de una rápida serie de presión de botones, lo que debería haber sido un veto “apenas logrado” se convirtió en un rotundo “no” para los planes de Beijing.
“Este veto ayudó a la gente de Hong Kong a enviar un mensaje claro a Beijing: que queremos una elección genuina, una verdadera”, dijo el abogado pro-democracia Alan Leong a los periodistas, luego de la osada victoria 28-8.
En los días siguientes, dos abogados pro-establishment, Jeffrey Lam y Regina Ip, fueron reducidos hasta las lágrimas, Lam en una conferencia de prensa donde pidió disculpas a sus seguidores por el fiasco, e Ip en un programa de radio local.
“Me siento terrible, no pude dormir en toda la noche”, dijo Ip, según el Wall Street Journal. “Después de todo el trabajo duro de los últimos 20 meses, realmente quería emitir mi voto”.
Luego de que el jueves atacara a la facción pro-democracia, el presidente ejecutivo cambió su humor a un estado conciliador. En una conferencia de prensa del viernes, Leung Chun-ying expresó su deseo de olvidar lo pasado y reparar los puentes con los miembros de la legislatura.
“Es tiempo de que todos sigamos adelante”, dijo Leung a los periodistas. “Debemos tratar de forjar un consenso sobre diversas cuestiones relacionadas al modo de vida y la economía”.
Sin embargo, el estado de Beijing no era el mismo.
“Ciertas personas, cuyo objetivo es entorpecer el desarrollo de la democracia en Hong Kong, votaron en contra del proyecto de ley en la legislatura”, dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Hong Lei a los periodistas.
“La acciones del campo de la oposición demostraron que son ellos los que presionan y destruyen el desarrollo del proceso democrático en Hong Kong”, dijo el periódico portavoz del régimen People’s Daily.
Curiosamente, el ex gobernante colonial del país tampoco estuvo contento.
Hugo Swire, ministro de estado del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido dijo: “El Reino Unido está decepcionado por el resultado de este proceso de reforma electoral [de Hong Kong]. Continuamos creyendo que una transición al sufragio universal es la mejor forma de garantizar la estabilidad y prosperidad de Hong Kong, y es en interés de todos.
“Esperamos que puedan establecerse diálogos constructivos sobre futuras reformas, que puedan reflejar las aspiraciones de los ciudadanos del país y estén de acuerdo con las leyes fundamentales”, añadió Swire.
Después de haber realizado una marcha, el grupo a favor de la democracia intenta convencer a Beijing de que el pueblo de Hong Kong quiere una “verdadera democracia”, pudiendo ser esto un gran gesto inmediato o una campaña a largo plazo.
En enero, el abogado pro-democracia Albert Ho prometió desencadenar una elección parcial desde su banca, un “súper electorado” con 3,2 millones de votantes (siendo la población de Hong Kong de 7,2 millones) después de votar contra el plan de Beijing. Los planes de Ho se encuentran actualmente en suspenso ya que todavía no consigue el respaldo de su partido político y del grupo de miembros del estudiantado, que inicialmente planeaban apoyarlo.
Joshua Wong, el líder estudiantil de 18 años de edad y la cara visible de las protestas Occupy del año pasado, escribió en una editorial de periódico antes de la votación del plan electoral que los Hongkoneses deberían pensar en preservar los derechos y las libertades del país hasta 2047, cuando termina el arreglo de “un país, dos sistemas”.
Después de la inesperada forma en la que se aprobó el voto de “no”, Wong dijo a los medios de Hong Kong que el resultado no debe verse como una victoria, sino más bien como un “recordatorio” de que los Hongkoneses “necesitan seguir peleando por la democracia”.
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