El arsénico es el principal contaminante del agua subterránea en una amplia zona de Argentina. Es por esto que desde el año 2006, distintos investigadores vienen desarrollando sistemas para remover este químico y evitar efectos negativos en la salud de la población.
Todo el centro del país desde el Río Paraná hasta la Cordillera de los Andes tiene este problema, afirma Horacio Thomas, investigador superior del CONICET en el Centro de Investigación en Ciencias Aplicadas “Dr. Jorge J. Ronco”. “Hay que eliminar el arsénico y nosotros encontramos un método simple y de bajo costo”, agrega.
El tratamiento consiste en la adsorción en especies naturales. Este es un fenómeno en el que un sólido atrae y retiene en su superficie diferentes especies químicas. El CONICET explica que se trata de una de las tecnologías más simples y convenientes para eliminar sustancias solubles del agua. Luego de evaluaciones se diseñaron y construyeron plantas de tratamiento de 2-4 mil litros/día en escuelas rurales Punta Indio, Casares, Bolívar y Pigüé.
Según este organismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el arsénico es una de las 10 sustancias químicas más preocupantes para la salud pública. El límite recomendado por la OMS para su concentración en el agua potable es de 10 partes por billón (ppm).
Valores mayores a la cifra límite de la OMS en el consumo del agua producen una enfermedad llamada Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE) que genera lesiones en la piel y puede afectar el funcionamiento hepático, renal y respiratorio. Además, el CONICET agrega que está comprobado que el arsénico puede ser cancerígeno. Los resultados arrojados en los estudios del grupo de investigación determinaron que el 87 por ciento de la provincia de Buenos Aires presenta concentraciones de arsénico superiores a 50 ppm.
En la provincia de Salta (noroeste de Argentina), otro grupo de profesionales liderado por Mónica Farfán Torres, investigadora independiente del CONICET, en el Instituto de Investigaciones para la Industria Química (INIQUI, CONICET-UNAS), también trabaja para la remoción del arsénico en el agua, con el objetivo de mejorar la calidad de vida en la Llanura Chaqueña.
“Identificamos zonas con contenidos de arsénico increíblemente elevados”, dijo Farfán Torres al exponer que si bien el límite argentino es de 0.05 mg/L, en los lugares que presentan menos contenido los valores son de 0.13 o 0.20 mg/L, es decir que cuadruplica ese límite, mientras que la media es 0.25 mg/L.
Sumado a los casos de cáncer, la investigadora aclara que se detectaron muchos niños afectados neurológicamente debido a los efectos que produce el arsénico al traspasar la barrera placentaria durante el embarazo y afectar el desarrollo neuronal del feto.
Ante esta problemática, el equipo liderado por Farfán Torres creó un sistema para remover este químico a través de una serie de cisternas. “Una de ellas tiene un sistema de filtración rudimentario formado por arena y carbón activado y una fase activa que es hierro aportado por materiales convencionales como alambre o clavos”, explica la investigadora y agrega que luego de ser evaluados, estos métodos fueron instalados en varias escuelas.
“El sistema es muy sencillo, lo pueden mantener sin ayuda, ya saben en qué momento del año tienen que hacer el cambio y tienen su reserva. Nuestra idea era usar una técnica fácil para que lo manejen en forma autónoma”, dice la científica.
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