El gigante asiático no solo busca petróleo, minerales y materias primas agrícolas en Latinoamérica, sino que, con mayor frecuencia, incursionan de forma ilegal para pescar en zonas de exclusión territorial sudamericana y capturar el preciado recurso íctico.
En China, debido al crecimiento demográfico, aumentó considerablemente la demanda de pescado y, para satisfacer la creciente exigencia de su enorme población, los barcos pesqueros chinos se adentran en las aguas de Argentina para buscar el calamar y el bacalao, en Colombia y Ecuador por el tiburón, en las de Chile por el atún y en las de México por el totoaba, según fuentes consultadas por BBC Mundo.
«El interés por el calamar siempre es de países asiáticos, hay una invasión de barcos», afirmó ante la cadena inglesa Guillermo Caille, responsable de la ONG argentina Patagonia Natural y experto en pesca.
China tiene la mayor flota pesquera de ultramar con más de 2400 embarcaciones y actualmente es el mayor mercado mundial de pescado, según fuentes académicas chinas citadas por BBC.
«Hay más gente que necesita más recursos y más gente dispuesta a pagar cantidades impresionantes por conseguir peces que, de otra manera, no podrían conseguir», analiza Maximiliano Bello, directivo de The Pew Charitable Trusts, organización estadounidense sin ánimo de lucro y experto en política oceánica internacional en una conversación con el medio londinense.
Dos factores claves hacen que China tenga la mirada puesta en Latinoamérica. El creciente tamaño del gigante asiático encuentra en el subcontinente latinoamericano las materias primas que tanto necesita para cubrir su demanda interna
En los últimos años, la República Popular China ha otorgado préstamos a varios países de la región latinoamericana que tienen limitados accesos a los mercados internacionales de crédito. Esto le abrió la puerta al gigante asiático a polémicos proyectos en la región e, incluso, a un aumento de las actividades ilícitas del régimen chino sobre los recursos naturales de los países latinoamericanos.
«El aumento del comercio entre las dos regiones ha facilitado el movimiento de mercancías lícitas e ilícitas», analiza el centro de investigación de crimen organizado Insight Crime, que en 2015 estudió el tráfico de vida silvestre de China en América Latina.
Recientemente un guardacostas argentino, mediante el uso de la fuerza, hundió un pesquero chino que estaba pescando calamar dentro de la zona de exclusión económica. No se registraron víctimas fatales. La tripulación fue rescatada y trasladada al puerto de Madryn, en el sur de Argentina.
El buque chino estaba acompañado de otras dos embarcaciones que lograron escapar. Pero el pesquero, al quedar rezagado, «realizó varias maniobras tratando de colisionar con el barco de la Prefectura», según la información brindada por RT. Aunque los casos en los que se llega a hacer uso de la fuerza son escasos, los conflictos y las persecuciones son comunes y no se limitan al calamar frente a la Patagonia argentina o al bacalao, más al sur.
El mes pasado México se quejó ante China por la pesca y comercio de la totoaba, una especie mexicana en riesgo de extinción que habita en el Golfo de California. El pescado es un manjar codiciado en China, donde hay un comercio ilegal que lleva a que se venda entre US$1.500 y US$20.000 el kg en el mercado asiático, según el país azteca.
En Ecuador y Colombia, en el Océano Pacífico, el tiburón es la especie más buscada por sus aletas, que terminan siendo comercializadas en Hong Kong al precio de USD 700 el kg. En cambio en Perú, el calamar gigante es la especie codiciada por las embarcaciones asiáticas, agrega la BBC.
Para frenar la pesca ilegal, un problema acuciante en América Latina debido al aumento incesante de China de recursos naturales, se están tomando algunas medidas.
SkyTruth, una organización estadounidense sin ánimo de lucro, ayuda a ONGs medioambientales a hacer denuncias con imágenes satelitales. Oceana también está trabajando con Google y SkyTruth en un proyecto similar de posición satelital llamado Global Fishing Watch.
Asimismo, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) aprobó una serie de medidas para que los países impidan atracar en sus puertos a esos barcos. Por lo tanto, se desperdiciaría la captura y se desincentivaría la pesca ilegal.
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